Decir que 2020 ha sido un año repleto de eventos es… quedarse bastante corto. Hay mil recopilaciones en Twitter en las que podemos ver todo lo que ha pasado tan solo en la primera mitad del año, y el mundo exterior nos lleva sobrando desde febrero, aproximadamente. El cine, que ahora mismo echamos tanto de menos, no se queda atrás, y las películas que hemos podido ver este año parece que pertenecen a una época diferente, antes incluso de su estreno; una época en la que buscábamos estímulos constantes y aventuras a través de la pantalla. Para contrarrestar este efecto, hoy os traigo una selección de cinco películas en las que, en realidad, no pasa nada; pero que justo por eso son la película perfecta para este momento.
- La cámara de Claire (Hong Sang-soo, 2017)
El cineasta coreano Hong Sang-soo es uno de los directores más prolíficos de la década pasada, aunque sus películas apenas se han podido visionar en España. Hace unos meses, Filmin incluyó en su catálogo varias de ellas, y resultan ser el antídoto perfecto al ritmo imparable del mundo exterior.
La cámara de Claire sigue a una turista francesa y una publicista coreana que pasan unos días en Cannes durante el festival. La trama se limita a esto, pero ver a estas dos mujeres explorar la ciudad y reaccionar a las costumbres de la otra, moviéndose en un mundo al que ninguna pertenece pero donde ambas están cómodas, es extrañamente relajante. Lejos de la vida frenética que se puede esperar de un festival de cine, La cámara de Claire se detiene en la playa, en un perro grande que duerme en la puerta de un bar y en una cesta de manzanas en un piso compartido.
- Paterson (Jim Jarmusch, 2016)
Adam Driver es, a estas alturas, una estrella reconocida a nivel mundial. Pero en 2016 su papel como Kylo Ren en la última trilogía de Star Wars todavía no había provocado un impacto tan grande en el público, y tenía sentido verlo en papeles más pequeños del cine independiente en el que llevaba unos años dejando su marca personal.
En Paterson, Driver interpreta a Paterson, un conductor de autobús que vive en la pequeña ciudad de Paterson y dedica sus días a escribir poesía, ir y volver del trabajo y pasear a su perro. Su mujer, interpretada por Golshifte Farahani, es un pico de energía que concentra todo el caos de una película pausada que nos muestra una semana en la vida de su protagonista. Paterson es tan pausada como su protagonista, pero a veces necesitamos que los eventos más dramáticos de una película sean un autobús averiado o que un perro se coma un cuaderno.
- Todos queremos algo (Richard Linklater, 2016)
Parece que existe un acuerdo colectivo, aplicado tanto por el público como por los distribuidores, para no prestar atención a las películas que Richard Linklater ha estrenado después de Boyhood (Momentos de una vida), algo así como lo que pasó con Terrence Malick después de El árbol de la vida. Sin embargo, el director de Escuela de rock o la trilogía de Antes del… ha estrenado tres de sus películas más interesantes y maduras, alejadas de la intensidad emocional que le caracterizaba para acercarse a una especie de realismo, que siempre trata en sus propios términos.
En Todos queremos algo, Linklater crea una secuela espiritual de Movida del 76. Esta vez nos encontramos al final del verano, los días previos al comienzo de la universidad, y todo el mundo llega a las residencias de estudiantes con ganas de llegar a esa primera clase empapados en alcohol y sexo. Sin embargo, la forma en que el director desarrolla la película, aprovechando al máximo el carisma de su elenco y centrándose en los momentos en que crean los lazos que los unirán a partir de entonces, en lugar de convertirse en una pseudo-Project X, hacen que el espectador sienta que ha pasado dos días con unos personajes a los que ya puede llamar amigos.
- Taxi Teherán (Jafar Panahi, 2015)
La historia de Jafar Panahi es una de las injusticias más sonadas del mundo del cine. A las dificultades para producir cualquier película en Irán, se suma el hecho de que el gobierno ha prohibido al director de El globo blanco grabar largometrajes hasta 2030. Desde entonces, ha estrenado cuatro películas que han cosechado un importante éxito en festivales desde Berlín a Cannes.
Taxi Teherán es la tercera de estas películas “confinadas”, un falso documental en el que Panahi conduce un taxi por Teherán con una cámara que controla él mismo camuflada dentro del vehículo. Durante el metraje, Panahi llevará a diferentes personajes que mantendrán conversaciones con el director sobre política y cine. Lo que podría convertirse en un retrato de la miseria de Teherán y de Panahi luchando contra las limitaciones del gobierno, termina convirtiéndose en un paseo entretenidísimo, divertido, triste y bonito en ocasiones, que dejan ver a uno de los grandes realizadores de nuestro tiempo.
- After life (Hirokazu Koreeda, 1998)
Durante los últimos años, Hirokazu Koreeda se ha revalorizado como uno de los grandes retratistas del Japón del s.XXI como un lugar lleno de desigualdades, lejos del paraíso tecnológico que se ve en representaciones mainstream. Su cine está comprometido socialmente con los más desfavorecidos, y la Palma de Oro en Cannes por Un asunto de familia fue el culmen a esta etapa de su carrera. Sin embargo, antes de entrar en esta época como retratista de los problemas de clase en su país, Koreeda ya contaba con obras destacadas en su filmografía.
After life, a pesar de ser una de las primeras películas del director japonés, ya demostraba su habilidad para crear un ambiente cálido incluso en las situaciones más adversas. La película está ambientada en un limbo entre un Cielo y una Tierra, donde las personas que acaban de morir pasan una semana con un equipo de cineastas que se encargan de recrear una memoria que estas personas elijan para vivir en ella durante toda la eternidad. Mezclando testimonios de memorias reales con las experiencias del equipo que se encarga de grabar la memoria, After life es una película de ritmo lento que contiene todos los ingredientes para convertirse en una obra destacada a ser descubierta por nuevos espectadores.