Título original – Babylon
Año – 2022
Duración – 189 minutos
País – Estados Unidos
Dirección – Damien Chazelle
Guion – Damien Chazelle
Música – Justin Hurwitz
Fotografía – Linus Sandgren
Reparto: Margot Robbie, Brad Pitt, Diego Calva, Katherine Waterston, Tobey Maguire, Li Jun Li, Olivia Wilde, Max Minghella, Samara Weaving, Eric Roberts
Productoras : Paramount Pictures, Material Pictures, Marc Platt Productions
Género : drama, comedia
Ficha completa en FilmAffinity
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«A las tácticas de velocidad, de ruido, oponer tácticas de lentitud, de silencio«
Robert Bresson
El Hollywood clásico, esa fábrica de sueños que empieza a ser olvidada por el espectador actual. Justamente, es eso lo que busca evitar en su nueva película Damien Chazelle, responsable de la vertiginosa y agobiante Whiplash (2014) y del delicioso y ya mítico musical La La Land (2016).
Para combatir el olvido, el estadounidense reúne a dos de los actores más importantes de la actualidad (Brad Pitt y Margot Robbie) para atraer a este mundo a través de las desenfrenadas y orgásmicas fiestas y vida de todos los miembros de la joven industria cinematográfica de finales de los años 20. Así se le quita ese estigma de seriedad y puritanismo falsamente impuesto. Muy influido por el Hollywood Babylonia de Kenneth Anger, que levantó los disfraces de un mundo que parecía perfecto en su época.
Por la vía del exceso transita constantemente la película, pero no se olvida de hacer una sentida oda al cine y la magia que tiene este de emocionar y llegar a los corazones de millones de espectadores. De este modo, vemos momentos bellísimos donde respiramos cine de alta calidad, sobre todo en la primera parte, que sirven como culmen a una fiesta esperpéntica y a un rodaje caótico. Ahí demuestran los actores la gran labor que hacen, también Diego Calva, que no ha sido mencionado antes por no tener ese apelativo de estrella, pero que no se empequeñece al lado de tales tótems de la industria.
Mientras todo es feliz, el desenfreno resulta justificable, pero con la llegada del sonoro, con el cambio, todo se convierte en un drama para unos actores que no se adaptan a este nuevo formato. Aquí se encuentra uno de los paralelismos más claros con Cantando bajo la lluvia (Donen, Kelly, 1952). De hecho, saliéndonos un segundo de Babylon, resulta curioso las formas en las que revisita Chazelle la obra de Gene Kelly. La La Land es muy cercana a Un americano en París (Minnelli, 19451) y se vuelve tan icónica -o más- que esta. Sin embargo, Babylon no va a cautivar nuestro corazones como lo hizo la película protagonista de la controversia en los Oscar de su año.
El exceso que llevan sus personajes y que acaba por destruirles, es el mismo que le sucede en la cinta. Siempre hay un punto de la noche donde el nivel de diversión llega a su punto álgido, en este ocurren los mejores momentos. Pero, si no sabes irte a tiempo y sigues tomando, llega un momento donde vomitas y hace que, a la mañana siguiente, te levantes destrozado. Esto le pasa a Babylon –muchas veces de forma literal, pasándose de escatológica-. Intenta ser Baz Luhrmann y le pasa como a Elvis (2022): con tanto barroquismo, planos diferentes y montaje rapidísimo, no digieres lo que estás viendo.
Por compararlo con otra de las películas de las que bebe, La dolce vita (Fellini, 1960) también mostraba el exceso de una nueva generación de ricos que venían de la nada. De hecho, se formaba en diferentes set-pieces que contaban la caída de su protagonista. Sin embargo, esta sabía contenerse sin pecar de abuso. Cosa que Fellini no hizo en Satiricón (1969), versando más o menos de lo mismo, pero que se pasa de rosca en un mundo que acaba por resultar más nauseabundo que atractivo. Los años han puesto en su sitio a estas dos películas del maestro italiano. Chazelle intenta emular la primera con grandilocuencia, pero cae en la segunda.
Además, su mensaje de amor al cine se desdibuja cuando pide un cambio para evitar la muerte del cine. Al final de cinta, y tras haber hablado de la vocación de masas del cine, nos presenta un momento Cinema Paradiso (Tornatore, 1988) que empieza igual de bello que el protagonizado por Jacques Perrin, pero llega un momento donde vuelve a pecar de exceso. Una escena lacrimógena, con un repaso a grandes películas, se transforma en una experiencia epiléptica que hace que evites mirar la pantalla.
Olivier Assayas apuntó a recuperar la magia en Irma Vep (2022), una serie que también rinde tributo al cine mudo y al acto de hacer películas. Chazelle marca un camino continuista con la tendencia actual de muchas producciones audiovisuales: el turbocapitalismo TikTok que no deja disfrutar de los pequeños momentos. Al aplicarlo a su película, debido al ritmo endemoniado de las imágenes, no terminamos en casi ningún momento de saborear nada. Vamos al Louvre y vemos cada cuadro en 3 segundos -y no en forma de reto como en Jules y Jim (Truffaut, 1962)-.
Si Jacques Perrin viese el montaje que le dejó Totó no solo lloraría por los recuerdos felices junto a él en el cine, también por ver cómo un mundo de sensibilidad se pierde en pro de una experiencia explosiva, frenética y sin la sustancia que intentan imprimir sus actores. En La La Land consiguió emocionar con una mirada. En su nueva película, el beso, la emoción, es un acto revolucionario en contra de esta.
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Lo mejor: ciertos momentos de cine en mayúsculas protagonizados por Margot Robbie, Brad Pitt y Diego Calva
Lo peor: un ritmo desbocado que acaba haciendo olvidar las cosas buenas que hace
Nota : 5/10