TÁR

‘TÁR’, el arte (y Cate Blanchett)

Título original: TÁR

Año: 2022

Duración: 158 min

País: Estados Unidos

Dirección: Todd Field

Guión: Todd Field

Música: Hildur Guðnadóttir

Reparto: Cate Blanchett, Nina Hoss, Mark Strong, Noémie Merlant, Sam Douglas, Sydney Lemmon, Murali Perumal, Diana Birenyte, Vivian Full, Amanda Blake

Género: Drama, música

Ficha en Filmaffinity

Lydia Tár inaugura la última película de Todd Field concediéndonos una entrevista desvergonzadamente detallada, carente de ninguna prisa, sin intención alguna de preocuparse por nuestros conocimiento previos en la materia de la música clásica. Si sus primeros minutos tuvieran que entenderse como una declaración de intenciones, podría llegar a parecer que esta es una película sobre el artista y no tanto sobre el arte. Podríamos encontrarnos ante otra de esas historias donde el ego mató a la creación, donde lo megalómano acabó eclipsando a lo melómano. Sería fácil prejuzgar a TÁR como otra historia estadounidense más sobre separar al artista de la obra. Porque sí lo es, pero no es otra más.

Durante esta entrevista TÁR explica que la labor de la directora de orquestra pasa por no ejercer un control sobre la música, sino sobre su tiempo. El control de las pulsiones resulta esencial para no dejar que la pasión nos haga precipitarnos. El personaje de Cate Blanchett sabe que el amor al arte pasa por negar nuestra humanidad siempre imperfecta y entregarse a un estoicismo devoto. La maestría artística pasa por apartar del pano cualquier reflexión (cualquier imagen) que no se manifieste dentro de los límites de lo artístico. Esto es TÁR: un ejercicio de empatía ideológica transdisciplinar y un ensayo sobre la posible traducción del perfeccionismo extremo sonoro al lenguaje del montaje.

Ante todo, TÁR es un prodigio visual que, lejos de parecer quirúrjico, evoca a una pulcritud y exactitud propia de terrenos más cercanos a la lírica. Controlando los tempos como quien controla las sílabas de un verso o los compases de un pentagrama, el montaje de Monika Willi consigue sincronizarse a la perfección con el pulso obsesivo de TÁR. Un plano secuencia es el control. Un corte, el descontrol. ¿Pero qué le vamos a explicar a la montadora recurrente de Michael Haneke sobre el ritmo y el control que ella ya no sepa? Cuando la imagen consigue explicar por sí sola lo armónico que le resulta lo tiránico a nuestra protagonista es cuando la cinta reivindica su innegable virtud.

TÁR
Fotograma de ‘TÁR’ (Foto: Universal)

TÁR supone un soplo de aire fresco en un panorama cinematográfico estadounidense marcado, para bien y para mal, por lo estadounidense como principal motivo estético (desde Elvis (Luhrmann, 2022) y Top Gun: Maveric (Kosinski, 2022) hasta Babylon (Chazelle, 2023) ). Field se deja enamorar por una mirada mucho más europea del amor (y/o obsesión) por el arte, con un romanticismo ligado al fantástico y la elipsis (casi como sinónimos) análogo al que Olivier Assayas ha apadrinado en propuestas como Clouds of Sils Maria (2014). ¡Incluso el uso puntual de la interfaz móvil parece un guiño a Personal Shopper (2016)!

El género aparece en TÁR como ese líquido imperceptible que consigue infiltrase entre la solidez aparentemente inquebrantable del perfeccionismo artístico para acabar señalando sus defectos (el fantástico son las goteras del virtuismo). Field se atreve incluso a citar —¡directísimamente!— a Blue (Weerasethakul, 2018) con tal de sacar a Lydia Tár —y al público estadounidense— de su zona de confort. Por eso mismo duele tanto cuando la película abandona el camino que parecía entusiasmado en reivindicar, donde el fuera de campo se creía suficiente para teorizar sobre la separación del arte y su artista, para acabar adentrándose en un comentario social explícito, maniqueo y, en muchos momentos, tramposo.

Si la maestría de TÁR residía en su capacidad por articular un alegato sobre el arte inmortal y el artista sacrificable sin necesidad de acudir a lo verbal, la recta final de la película peca de no saber entenderse o, mejor dicho, de quererse hacer entender demasiado. La elipsis funcionaba como la herramienta perfecta para materializar todo aquello que acabaría separando a la artista de la obra y que Lydia Tár se negaba a aceptar. Matar este recurso significa condenar la cinta al texto, negar lo sugerente y obligarnos a pensar demasiado en Joker (Phillips, 2019).

Si esta es una de las mejores interpretaciones de Blanchett no lo es justamente por su gestos que quieren significar, sino por aquellos que se mueven en busca de algo que aún está por encontrar. Que lo que encuentre Field al final del trayecto sea una (falsa) moraleja con ínfulas de chiste o una crítica a los extremos es lo que no me deja confirmar a TÁR como una rara avis del cine estadounidense contemporáneo. Estuvo a punto, eso sí…

Lo mejor: La construcción de un universo visual pasionalmente comprometido en comprender (en silencio) la melomanía

Lo peor: Que después de dominar el silencio necesite ponerse a hablar…

Nota: 8/10