Título original: Queer
Año: 2024
Duración: 135 min.
País: Italia
Director: Luca Guadagnino
Guion: Justin Kuritzkes (Novela: William S. Burroughs)
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Montaje: Marco Costa
Reparto: Daniel Craig, Drew Starkey, Jason Schwartzman, Henry Zaga, Omar Apollo, Lesley Manville, David Lowery, Ariel Schulman, Gilberto Barraza, Drew Droege, Lisandro Alonso, Andrés Duprat
Compañías: Coproducción Italia-Estados Unidos; The Apartment, Frenesy Film Company, Fremantle Media North America, Cinecittà, Frame by Frame
Distribuidora España: Elastica Films
Género: Drama
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La carrera cinematográfica de Luca Guadagnino es imparable. En abril de 2024 se estrenó en España la exuberante Rivales, y unos meses después sorprendió en el Festival de Venecia con el preestreno de Queer —la adaptación homónima de la novela de William S. Burroughs— que llega finalmente a sala de cines españolas el próximo 1 de enero. Una cita ineludible que aúna el séptimo arte con la literatura de forma magistral.
Adaptar cualquier novela perteneciente a la Generación Beat es un camino difícil de recorrer. Un buen ejemplo de ello es la imperfecta En la carretera (2012) de Walter Salles que se atrevía sin miramientos a plasmar en pantalla una de las novelas más aclamadas de Jack Kerouac. En cambio, Guadagnino parece haber elegido al escritor idóneo para lucir sus mejores recursos estilísticos en una historia que, afortunadamente, es todo lo contrario a aquella preciosa postal sin alma llamada Call me by your name (2017).
All Apologies de Sinéad O’Connor acompasa los títulos de crédito para dejar paso a una estructura narrativa divida en tres capítulos y un epílogo. Daniel Craig da vida a William Lee, un personaje —en todos los sentidos— que deambula por Ciudad de México en una búsqueda constante e insatisfecha del placer instantáneo.
Bajo un diseño de producción encomiable y una banda sonora perfecta (nuevamente a cargo de Trent Reznor y Atticus Ross), William comenzará a mostrar la otra cara de una vida excéntrica y patológica. El sexo y las drogas son la dopamina que subyugan los sentimientos de un hombre que únicamente necesita amar y ser amado. Todo ello está reflejado en el rostro de Craig que, sin duda alguna, hace en Queer el mejor papel de su carrera.
Esa vida sin fundamento cambia cuando William conoce Eugene Allerton (Drew Starkey), un joven y bello estudiante recién llegado a la ciudad. Guadagnino es un amante confeso de la cultura pop, por ello no es de extrañar que el primer encuentro entre ambos surja en una escena a cámara lenta con Come as you are de Nirvana de fondo. Un anacronismo musical elegido expresamente para elevar el significado principal del subtexto. Los años 90 dentro de los años 50.
Los dos primeros capítulos se mantienen en un vaivén emocional que juega tanto con el deseo como con la contención derivada del amor velado. Las imágenes oníricas, el sexo explícito y las conversaciones aceleradas logran captar la atención del espectador y modelar las palabras de Burroughs con suma perspicacia y buen gusto. Guadagnino sube la dosis de poesía y romanticismo sin sobrepasarse en ningún instante. Gracias al equilibrado análisis sobre las dos caras de la soledad, Queer aterriza de pie en un tercer capítulo menos fácil de digerir.
Desesperado por seguir nutriendo a un amante que no ama, William viajará con Allerton hacia la psicodelia provocada por una droga llamada yagé. Un capítulo que se alarga hasta la extenuación, pero que huye del tedio debido a una de las mejores imágenes del film. Una experiencia catártica que, sin recurrir a diálogos explicativos, alcanza a formular y reformular preguntas que tendrán respuestas únicamente en la psique del espectador. Queer es un paseo de caóticas piedras que gana metros de longitud y latitud días posteriores a su visionado, y también un viaje lisérgico que entra en la mente, pero que termina por quedarse durante mucho tiempo en el corazón.
En definitiva, Queer es la mejor obra de un director que caminaba entre la maestría y el déficit de profundidad sentimental, porque esta vez ha logrado sortear las múltiples dificultades presentadas en una novela de incontestable valor cultural. Y si después de 135 minutos de duración alguien se ha quedado con la duda, no hay nada más objetivo que entrar de lleno en la nostalgia de un epílogo que bebe directamente de nuestros mayores miedos.
Burroughs ha regalado, sin saberlo, a Guadagnino la plenitud que le faltaba en títulos anteriores. Y sobre todo Guadagnino ha colocado a Craig en el olimpo de las mejores interpretaciones del 2024.