Título original: Juror #2
Año: 2024
País: Estados Unidos
Dirección: Clint Eastwood
Guion: Jonathan Abrams
Fotografía: Yves Bélanger
Reparto: Nicholas Hoult, Zoey Deutch, Toni Collette, J.K. Simmons, Chris Messina, Gabriel Basso, Francesca Eastwood, Kiefer Sutherland
Productora: Warner Bros., Lightnin’ Production Rentals, Malpaso Productions
Género: Drama
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La verdad y la justicia. La verdad o la justicia. Dos términos tan amplios y estudiados a lo largo de la Historia (pero sobre todo la conjunción que utilicemos para enlazarlas) bastan para poner en jaque cualquier creencia democrática y moral que se nos presente. Si no que se lo pregunten a alguien como Clint Eastwood (Cry Macho) un tipo que a sus 94 años y tras casi 70 años de carrera sigue demostrando una inquietud artística de otro tiempo, una sensibilidad en continuo alejamiento de los blancos y negros y, como no, una posible última película más bajo la manga que vuelva a pivotar sin un ápice de paternalismo sobre la verdad y la justicia. O sobre la verdad o la justicia.
Jurado Nº 2 arranca con Justin Kemp (Nicholas Hoult sacando el máximo provecho actoral de los ojos) siendo citado para formar parte de en un juicio por homicidio. Una vez designada su tarea como parte del jurado, Jurado Nº 2 revela su potente premisa al descubrir ante un sobrecogido Kemp que él mismo podría ser el autor del crimen. Después del shock, viene el dilema. Y después del dilema, Eastwood llega con un alarde silencioso y prístino de clasicismo formal (sin ser peyorativo, parece una tv movie) para dejar paso una vez más a la historia. Una que se va doblando moralmente sobre la mirada tan inocente como culpable de Kemp ante su inminente familia, los miembros del jurado y alguna que otra mano amiga.

La película utiliza a su vez una plantilla tan excelente como la de 12 hombres sin piedad (Lumet, 1957), dándole una vuelta de tuerca en la que nuestro Henry Fonda no solo tuviera que convencer a otras 11 personas, sino también a sí mismo y en el vasto páramo de lo que es verdad y lo que se puede demostrar que es verdad, de lo que es justo . Momento en el que los secundarios (veteranos más que sólidos como Toni Collete, J. K. Simmons o Kiefer Sutherland) se unen al tablero ético como piezas de un puzle incompleto ante la pregunta de si el sistema judicial y la democracia son esos pilares tan férreos que creemos para la prosperidad de nuestra sociedad. Asunto para nada menor que un magnífico Eastwood desarrolla con hondura a través de los puros gestos actorales y los pequeños detalles.
Sin prisa, pero sin pausa, parece que Clint emparenta la que sería su última gran obra Richard Jewell (2019) con la exploración de la culpa y el perdón tan propia de su etapa del siglo XXI, pero sin ser tan densa psicológica y cinematográficamente. Porque solo se entiende que Warner haya limitado su estreno en EEUU a unas pocas salas por la convicción del director de no hacer mucho ruido contando un drama judicial de pequeño presupuesto y un presunto escaso interés. O tal vez no le hayan hecho justicia con la verdad: Eastwood nos ha regalado una película adulta en todas sus facetas, tan añeja como llena de porvenir (su última secuencia no deja lugar a dudas), una historia más allá del procedimental para que nos miremos al espejo y nos hagamos preguntas. Un posible, y ahora más que probable, adiós de una leyenda y toda la verdad que queda en ella.