Crítica – ‘Cry Macho’

Título original: Cry Macho

Año: 2021

País: Estados Unidos

Género: Drama, Western

Director: Clint Eastwood

Guion: Nick Schenk, N. Richard Nash

Basado en la novela de: N. Richard Nash

Reparto: Clint Eastwood, Dwight Yoakam, Horacio García-Rojas, Fernanda Urrejola, Eduardo Minett, Natalia Traven, Jorge-Luis Pallo

Música: Mark Mancina

Fotografía: Ben Davis

Montaje: David S. Cox, Joel Cox

Productora: Daniel Grodnik Productions, Malpaso Productions, QED International, Ruddy Productions, Warner Bros.

Distribuidora: Warner Bros.

Ficha en Sensacine

Eastwood en un fotograma de ‘Cry Macho’.

Durante más de 60 años, Clint Eastwood ha representado un tipo concreto de masculinidad en una pantalla de cine. Con permiso de John Wayne, cuando alguien piensa en western, Eastwood es la imagen que se conjura en sus cabezas. Y quizá el western es el género cinematográfico por excelencia, así que esta ecuación se despeja sola.

Pero seis son muchas décadas; Clint tiene 91 años y sigue haciendo películas (a un ritmo que muchos consideran vertiginoso y casi arriesgado para alguien de su edad; bien es cierto que a esa edad, la mayoría de cosas pueden ser una amenaza para la salud). Diría que durante los últimos años su cine ha evolucionado, pero ya hace muchísimo tiempo que Eastwood está haciendo obras crepusculares.

El cine que ha hecho este siglo tiene tendencia a enfrentarse a su propia imagen como una de esas estrellas larger than life, a confrontar ese concepto que se tiene de su cine como algo tremendamente conservador: Richard Jewell es un retrato desolador de lo que la sociedad americana hace a sus ídolos; La mula, un Eastwood exorcizando sus demonios a través de un personaje-espejo. Ahora es 2021 y ha llegado Cry Macho.

Eastwood, Macho y Eduardo Minett en un fotograma de ‘Cry Macho’.

Otro de los temas que han atravesado la filmografía de Eastwood los últimos años ha sido, en un toque de comedia negrísima, el hecho de que sus personajes (y, en consecuencia, él mismo) simplemente no se han muerto todavía. En un mundo capitalista donde la existencia humana está tremendamente ligada a la capacidad de producir y crear rentabilidad económica, una persona 30 años sobre la edad de jubilación debe realizar un esfuerzo mental constante para mantenerse activo, buscar un propósito; esto es mucho más sencillo cuando eres Clint Eastwood, pero él tampoco ha escapado a la controversia, tampoco ha escapado a la degradación física y mental que acompaña el envejecimiento, y Cry Macho realmente se siente como ver a Clint mirar a sus críticos y encogerse de hombros, ¿qué queremos que haga, si no esto?

Cry Macho es la historia de Mike Milo (Eastwood), que un día al llegar al rancho donde trabaja es despedido. Hay que tener en cuenta que sí, este es Eastwood con nueve décadas a sus espaldas, así que cuando su jefe, Howard (Dwight Yoakam) lo despide… bueno, podemos entenderlo: es un poco deprimente ver a Mike, más aún sabiendo su historia; antes ganaba competiciones de rodeo, era el mejor domando caballos, antes tenía una mujer y un hijo y ahora… ahora Mike sobrevive, trata bien a los animales y, por su edad, verle entrar en un coche o subirse a un caballo provoca la misma sensación que montar en una montaña rusa.

A pesar de esto, Howard vuelve a necesitar a Mike; un año después del despido, le pide, sin dar explicaciones, que vaya a México y traiga a su hijo, al que su madre… ¿trata mal? ¿Retiene en contra de su voluntad? No queda demasiado claro, y ni Howard va a explicarlo ni a Mike le interesa. Hay una especie de código que compele al personaje de Eastwood a lanzarse a la aventura, el mismo código por el que la estrella se ha regido durante más de medio siglo en Hollywood.

Eduardo Minett e Eastwood conversan con Natalia Traven, el verdadero corazón de la película.

Esto es la trama de la película. Espolvoreados a lo largo del metraje hay puntos que se asemejan a lo que tiene que haber en un argumento normal: encuentros con tipos duros, romance, Clint Eastwood a caballo, robos de coches, un chaval que prefiere ser criminal antes que volver a casa y un gallo (el Macho de Cry Macho) que no dudará en sacarle los ojos a picotazos a quien se acerque a ese adolescente vulnerable que interpreta Eduardo Minett.

Pero a Eastwood todo esto no podría interesarle menos. Cry Macho es una película que se eleva cuando se olvida de lo que está pasando y permite a sus personajes respirar. Clint es más que consciente de cómo se va a recibir una película así viniendo de él, y la dirige como tal: la fotografía siempre lo mantiene en sombra, al menos de forma parcial; cuando esto no es posible, se oculta debajo de su sombrero. Mike es el protagonista de esta historia porque a estas alturas Eastwood no puede escapar del mito en que se ha convertido, pero Cry Macho lucha constantemente por librarse de las cadenas que representa seguir su historia y las expectativas que de esta se tienen para crear una especie de contraplano temático.

Eastwood, fundiéndose con el paisaje que lo hizo una estrella.

Hay multitud de momentos a destacar aquí, pero en general la película está repleta de detalles que amplifican la experiencia y aportan nuevas dimensiones que demuestran que Eastwood ha reflexionado casi más que nadie sobre qué significa ser un cowboy, sobre qué representa esa imagen para él, sobre qué saca al mundo y cómo debe seguir exponiéndose.

Podría hacer una lista de esos detalles, porque me resultaron realmente emocionantes, pero creo que Cry Macho es una película que se disfruta mucho cuando se pueden absorber todas sus piezas sin esperarlas, una especie de camino de baldosas amarillas donde Eastwood se convierte en el maestro de ceremonias de su película crepuscular perfecta.

Lo mejor: ver a una estrella tratar de conciliar su estatus de icono con el tipo de persona que quiere ser.

Lo peor: Clint Eastwood es… demasiado mayor, casi da miedo verlo subido a un caballo.

Nota: 8/10