Título original: Mickey 17
Año: 2025
Duración: 137 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Bong Joon-ho
Guion: Bong Joon-ho. Libro: Edward Ashton
Reparto: Robert Pattinson, Naomi Ackie, Steven Yeun, Mark Ruffalo, Toni Collette, Anamaria Vartolomei, Patsy Ferran
Música: Jung Jae-il
Fotografía: Darius Khondji
Compañías: coproducción Estados Unidos-Corea del Sur; Plan B Entertainment, Offscreen, Kate Street Picture Company, Warner Bros.. Distribuidora: Warner Bros.
Género: ciencia ficción. Comedia. Thriller. Fantástico. Aventuras | Aventura espacial. Extraterrestres
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¿Y si se pudieran imprimir copias exactas de nuestros cuerpos y luego ‘volcarles’ nuestra memoria como si los cerebros fueran discos duros? ¿Estaríamos ante la tecnología que nos haría inmortales? ¿Cómo usaría el ser humano una herramienta así? Bong Joon-ho tiene clara esta última pregunta y no es muy optimista.
Basada en el libro de Edward Ashton Mickey7, el cineasta surcoreano lleva al cine una historia que retrata un futuro distópico tragicómico muy crítico con el presente. Mickey 17 relata la vida de un «prescindible», Robert Pattinson (The Batman), un trabajador que ha de morir tantas veces como sea necesario en beneficio de la colonización espacial de un grupo de humanos que viaja para establecerse y sobrevivir en otro planeta.
Aunque siempre será resucitado, sus tareas son las más peligrosas y dolorosas; a veces, incluso, es usado como un conejillo de Indias con el que hacer experimentos médicos del todo inmorales. Aunque es una premisa interesante, ¿estará a la altura de un director como Bong Joon-ho, premiado con tantos Oscar por Parásitos (2020), o estamos ante una película tan «prescindible» como el pobre protagonista?
Es alentador ver historias nuevas en el cine, es decir, que no exploten la nostalgia como único modelo de negocio rentable para una gran producción. Sin duda, la originalidad es uno de los grandes fuertes de Mickey 17, como suele serlo en la filmografía de Bong Joon-ho. Dentro de lo grotesco del mundo que es descrito, el humor es otro de sus aciertos, porque es bien sabido que la comedia es muy útil para abordar la crítica.
No obstante, la sátira abandona el humor y se mete en el terreno del simbolismo obvio. Desde mi punto de vista, y aunque fue muy aplaudido por la crítica y la Academia, el director surcoreano fue también poco sutil con la metáfora que empleó para enjuiciar el clasismo en Parásitos. Lo mismo sucedió con Okja (2017) y su crítica a la industria cárnica y lo mismo sucede en su última película.
En esta ocasión, la principal diana de todas las burlas parece que es Donald Trump. Así, un histriónico Mark Ruffalo (activo detractor del actual presidente) interpreta a un auténtico lunático, descerebrado y tiránico gobernador, con la poca sutileza de retratar a unos seguidores que le aplauden como focas, llevando (y he aquí la falta de finura) gorras rojas.
A pesar de todo, Bong niega el paralelismo. Sea o no cierto, seas o no partidario de Trump, la imagen que se proyecta y el mensaje que transmite son tan evidentes que Mickey 17 acaba convirtiéndose en una monserga. «La sutileza es lo que separa el arte de la propaganda», que dicen algunos.
A pesar de la singularidad del mundo, el constante humor u otros aspectos de interés sobre la calidad audiovisual del film, ser consciente de que te venden una moto puede sacarte de la película y estropeártela. El mensaje politizado desplaza los debates filosóficos tan interesantes que suscita una tecnología así. Ideas trascendentes que resuenan y que podrían ‘resucitar’ las voces de grandes pensadores como Nietzsche o Camus sobre la vida eterna (y que podrían llegar al gran público) son eclipsadas por la absurdez a secas de los personajes, a cada cual más tonto.
¿Es, pues, «prescindible» Mickey 17 ? Responder a esa pregunta es como decidir cuál es tu película preferida, en la medida en que puede depender de lo que busques o necesites en cada momento. Como experiencia audiovisual, si es lo que buscas, cumple con las expectativas, pero podría haberse convertido en una historia a la que acudir para reflexionar. En definitiva, Mickey 17 prometía un eco profundo y se ha convertido en un grito silenciado por el vacío del espacio.