
Cuando se afrontan entrevistas, varía mucho cómo aproximarse a ellas dependiendo de los componentes de la misma. Lo ideal es el uno contra uno, pero en múltiples ocasiones el periodista va a los llamados junkets, donde varios compañeros se reúnen para hacerle una batería de preguntas a la personalidad de turno. También puede ocurrir que solo un periodista entreviste a varias personas, como sucedió en esta situación. Pero en el caso de este artículo, fueron a dos hermanas tan parecidas como diferentes entre ellas, un ying y el yang que forman casi una sola unidad.
Natalia y Celia de Molina (Linares, 1990 y 1983, respectivamente) son hijas de una familia de artistas que han conocido en ellas el mayor éxito. La pequeña de la familia ha ganado dos premios Goya por su interpretación en Vivir es fácil con los ojos cerrados (Trueba, 2014) y Techo y comida (del Castillo, 2016). Su hermana mayor no ha tenido tal reconocimiento de premios, pero ha sido una secundaria destacada en cine y series, ha hecho mucho teatro y ahora se ha lanzado a dirigir.
Toda esta vocación artística admiten que les viene de familia, ya que desde pequeñas el arte ha estado muy presente en su vida. «Nuestro tío tenía una compañía de teatro bastante importante e íbamos mucho. También nuestro padre era muy melómano y nunca faltó música en nuestra casa«, comentan entre ambas, que nunca tuvieron límites para desarrollar su curiosidad. Celia recuerda, por ejemplo, «un video espectacular de Natalia con dos años bailando Vogue, de Madonna«.
De hecho, haciendo una metáfora con el futuro de la pequeña de la casa, cuando Natalia nació, entró el cine en la familia, en este caso, en forma de cámara de video. «Jugábamos mucho con ella. Yo grababa y dirigía a mi hermana para que bailase o hiciese cualquier cosa» menciona Celia recordando su infancia. «Yo creo que naturalicé mucho la cámara desde pequeña y por eso me encuentro cómoda delante de ella«, confirma Natalia, que es indudablemente una de las estrellas del cine español actual.
Juntas fueron creciendo y Natalia reconoce que Celia «siempre fue su referente, porque mis otras dos hermanas eran mucho más mayores, para mí casi adultas. Ella siempre era mi guía, la seguí cuando empezó a estudiar interpretación. Además, somos bastantes parecidas en nuestra personalidad, solo que ella para fuera y yo para dentro«. Celia tampoco se quiso quedar atrás ante esta bonita declaración y no dudó en deshacerse en elogios ante su hermana: «Era la niña bonita de la familia, tenía una luz especial. Siempre la he admirado por lo divertida, imaginativa que era, por su capacidad de escribir y de pintar. Era una verdadera artista, con un mundo interior muy potente y que lo expresaba a través del arte«.
Nuevos inicios

Como comentábamos anteriormente, Celia ha comenzado a dirigir. Ha lanzado su cortometraje Cuarentena, nominado a los Premios Goya, y ya prepara su primer largometraje. «Hay una parte muy positiva de haber estado tanto tiempo actuando, sobre todo a la hora de acercarme a un set o de hablar, entender y cuidar a los actores«, afirma la hermana mayor.
Cuarentena, a pesar de lo que se pueda pensar, no trata sobre el COVID, ni sobre llegar a los 40 años. «Las mujeres tenemos 40 días después del parto que son una guerra. Te ha atravesado un meteorito y tienes que volver a ser una persona normal. Y hablo de esto«, declara Celia. Y siempre en una clave de humor marca de la casa, con un monólogo divertidísimo ante su propia hermana, en shock total por lo que le relata la protagonista interpretada por Andrea Ríos.
Aunque tuvo un pequeño papel en el debut de su hermana, apenas con una frase de guion -un escueto «hasta luego«-, Natalia no quiso desaprovechar la posibilidad de comentar la experiencia: «que me dirija mi hermana es facilísimo, es como nuestros juegos de pequeña. Nadie me entiende mejor que ella y nadie la entiende mejor que yo. No siento ni que me esté dirigiendo. Confio mucho en ella y cualquier cosa que ella me diga, la compro. No hay ningún tipo de filtro«.
Celia también quiso adelantarnos varios aspectos de su primer largometraje, No soy universal. Este sí estará protagonizado por Natalia y, en propias palabras de la directora novel, «es una comedia bastante ácida sobre lo que significa ser mujer en el mundo actual y, sobre todo, a los ojos de la industria cinematográfica. Se nos exige ser Angelina Jolie, no ser reales. Asi que utilizamos la comedia para criticar esto a través de una chica que quiere vender una película sobre su maternidad y se debe empezar a poner unos labios choriceros, un buen culo y dejar de ser ella misma. Es una frikada, pero muy divertida«.
Natalia de Molina, una actriz versátil
Natalia de Molina sigue siendo esa actriz que el espectador puede disfrutar en cines cada pocos meses. En diciembre, la jienense fue secundaria en ¿Es el enemigo? La película de Gila (Morante, 2024), interpretando a una combativa guerrillera anarquista durante la Guerra Civil Española. «Para mí es un regalo participar en una película sobre uno de los mayores cómicos de nuestra historia. Miguel Gila es muy grande y en la película te emociona mucho por ver cómo utilizando el humor, consiguió sanar cosas muy traumáticas de su juventud y de la historia de España. Es necesario un alegato antibelicista como este en un mundo que está en el abismo ahora mismo«.

Recientemente también ha estrenado Desmontando un elefante (Echevarría, 2025), un drama sobre el alcoholismo junto a dos intérpretes de la talla de Darío Grandinetti y Emma Suárez, y próximamente la veremos en Superestar, una serie de Nacho Vigalondo en torno a los comienzos artísticos de la cantante Yurena. Como vemos, no se ata a ningún género, tipo de papel. «Lo bonito de que tengamos actrices como Natalia, que asuman riesgos fuertes, es que tienen una generosidad apabullante para construir nuevos personajes. La ves en una película y en otra y siempre cambia, no es la misma nunca«, alaba Celia a su hermana.
«Soy alguien que me gusta navegar por todas las aguas. A mí me gusta trabajar mucho con todo mi cuerpo, con la voz, con la emoción. Y siendo sincera, cómoda nunca me he sentido con un personaje, porque que yo sufro mucho los procesos y la responsabilidad de cada papel. Soy muy perfeccionista y obsesiva, pero cada vez intento disfrutar más«, quiso completar Natalia.
Lo del perfeccionismo viene de familia. Ambas confirman que lo son hasta un punto «chungo«. «Pero es cada una consigo misma. Luego nos ayudamos mucho, de hecho, no recuerdo haber discutido trabajando por ejemplo. Nos damos cuentas de nuestros problemas y de nuestras inseguridades y nos apoyamos. Es bonito tenernos, muy bonito«, quisieron concluir demostrando un amor fraternal irrompible, una pareja de hermanas que quieren seguir conquistando a todo un país.