Título original: Segundo Premio
Año: 2024
Género: Drama / Psicológico | Música| Amistad| Drogas | Años 90
Duración: 109 minutos
País: España
Dirección: Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez
Guion: Isaki Lacuesta y Fernando Navarro | Biografía sobre: Los Planetas
Fotografía: Takuro Takeuchi
Música: Susana Hernández ‘Ylia’ | Canciones: Los Planetas
Sigo en esa época, llena de melancolía y oscuridad, de sentimientos pésimos que alimentan mi mal humor, mi tristeza, que a veces parece injustificada, mi vacío cotidiano, etc. Y de momento, la música y el cine es lo que me hace seguir con esta senda en la que no hay nada por lo que alegrarse, “no he hecho ni me ha ocurrido nada para ser feliz, ¿por qué debería estarlo? De momento, intento sobrevivir”, me da rabia que la gente se extrañe por LA RESPUESTA. Qué más da. El caso es que me entero de que hay un preestreno de Segundo premio en mi cine favorito una película (no) sobre Los Planetas, aquella banda granadina y noventera de indie rock, sobre su etapa en la creación e inspiración del disco Una semana en el motor de un autobús (1998) en la que se pelearon y se gritaron, también desaparecieron, como la (misteriosa) bajista. Después, todos ellos iban y venían, aunque Jota siempre estaba; pero no se encontraba.
Los Planetas son impredecibles, bohemios, extravagantes… Son tantas cosas que terminan transformándose en la nada, en lo que (supuestamente) rodea a los planetas y, a Los Planetas (¿como en la película?). Y todavía, mis manos se extienden sobre el teclado sin saber que contar, porque existe tanta ambigüedad y vacuidad en tal historia que me ahogo en un pozo noventero lleno de intenciones trascendentes (pero) de carácter pasajero y metafísico, con canciones que narran un yo que sé junto a un amor tan frenético y bipolar, impotente, como vampiresco y fantasmagórico. Y eso es lo que cuenta Isaki, con una actitud libertadora para conseguir un espíritu (como la banda con sus discos), creando en segundo plano un misterio homosexual que no afecta negativamente; impone, y otro misterio, el gran escollo, el gran mito: May, la bajista que eligió el anonimato y se licenció en Filología. Siento grata admiración hacia ella (como todos los fans) y deseo espectar, conocer y absorber toda su historia algún día.
Existen y siguen apareciendo numerosas ocurrencias que se quedan en la nada y, a la vez, en todo, y que se van pero contienen tanto peso que se necesita el regreso de cada una, porque la locura eclíptica aquí es co-protagonista. Y todas esas ocurrencias contienen una infinidad de significados y maneras de entender y hacer esta historia que, junto al meticuloso guion, hacen que la película simplemente sobreviva (como la banda) y ejerza en el espectador un eclipse tan auténtico como Los Planetas.
Todo encaja. No resto ni un segundo de esta obra maestra: desde la selección de canciones que nostalgia a este Generación Z; a referencias de bandas psicodélicas como My bloody Valentine y a Lorca con su Poeta en Nueva York; a la narrativa visual en las escenas con las drogas junto a la música que hacen un contraste perfecto de los sentimientos; a las partes de la historia: fracaso y redención; a la cautivadora fotografía (como este niñato la ha sentido) pesimista y alimentada de petricor de Takuro Takeuchi, hasta la dirección (que ha sido agobiante por una injusticia inevitable: Isaki tuvo que dirigir desde el hospital donde estaba su hija mientras Pol sí estaba presente con el equipo) de Isaki y Pol y las interpretaciones de los magnéticos Daniel Ibañez y Cristalino: vampirescos, enigmáticos, fantasmagóricos, inestables, taciturnos… Sin evitar a Stéphanie Magnin, que necesita su propia historia. Sí, la deseo, desesperadamente…
Conocía a Los Planetas, pero nunca los había escuchado, no sé, no surgió el sentimiento y fue un gran error, porque mi ignorancia volvió a ganarme dejándome sin experimentar esta banda que son, literalmente, muy yo, y estoy empezando a tener dependencia por ellos. La veo y escucho sin conocer sus canciones e historia, así que, lo que me vayan a contar me puede fascinar tanto como irritar. No hay prejuicios, y eso es bueno. Segundo premio me ha enamorado, me ha ayudado (algo es algo) a encontrar una rejilla de luz en el pozo sin fondo que estoy desde ya no sé cuánto. “Pues que el espectador que se cruce con algo mío, sea cinco minutos, media hora o una película entera, se lleve algo, abrir una grieta”, dice Isaki.
A este joven ignorante y apesadumbrado (yo) le han vuelto a abrir los ojos, consigue un granito más de esperanza en adentrarse a estas industrias artísticas tan excéntricas, cine y música. Desde entonces, no ha parado de escuchar las canciones de esta banda y el fin de semana pasado tuvo la oportunidad de verlos en directo.