‘Master of none’, la serie de Aziz Ansari para Netflix, destacaba por cómo enseñaba cosas, pero en su segunda temporada aprendió a mirar
La llegada de Netflix a España, y a gran parte del mundo, trajo consigo una batería de series de calidad variable pero estética similar: un look limpio, fácil de ver y que daba pie al binge-watching que ha caracterizado a la plataforma. Este lanzamiento también los llevó a buscar autores que lanzasen sus propias series o películas a través de la plataforma; destaca el caso de David Fincher, con esa House of Cards que acabó hundiéndose. Pero, dentro de las múltiples comedias destacables que salieron de Netflix, mi favorita es quizá la menos llamativa: Master of none.
La serie es una creación de Aziz Ansari y Alan Yang (Parks & Recreation), y cuenta la vida de un aspirante a actor/cómico/cocinero de pasta en el Nueva York actual. Su primera temporada es sencilla, con capítulos como Parents o Religion que giran en torno a… los padres, y la religión. La presentación es casi minimalista, pero hay una ingenuidad y ausencia de cinismo en su forma de ver el mundo que mantienen enganchado al espectador.
Además, la serie presenta un romance que no solo es terriblemente actual (se usan muchísimo las aplicaciones de citas) sino romántica en el sentido clásico de la palabra. La Rachel de Noël Wells es un personaje del que enamorarse, con un punto de manic pixie dream girl pero agencia propia (y una vida mucho mejor organizada que el Dev que presenta Ansari).
En la segunda temporada, la pareja se separa, y Dev termina en Módena, aprendiendo a cocinar pasta en una pequeña tienda. Allí conoce a Francesca (Alessandra Mastronardi), con quien mantendrá una amistad intensa a lo largo de la que se ha convertido en una de las mejores temporadas de una serie de Netflix gracias a una recta final espectacular.
Esta queda marcada por tres capítulos principales: New York, I love you, Thanksgiving y Amarsi un po’. Los capítulos representan un cambio en la serie: si ya la primera mitad de la temporada había jugado con el formato (el primer episodio es en blanco y negro y referencia de forma explícita El ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica), aquí la serie se separa de Dev, aprendiendo a mirar el mundo que rodea a su protagonista con la misma fascinación con que presentaba a este mismo.
New York, I love you es el capítulo más alejado del personaje interpretado por Aziz Ansari: seguimos la historia de tres neoyorquinos que no son diferentes de los demás en absolutamente nada, ni especiales por nada concreto, pero cuyas vidas y sus intersecciones con la de Dev no dejan de ser un pequeño milagro. Desde una dependiente sorda a la que acompañamos en un segmento sin sonido, a un taxista de Burundi o un recepcionista que trata de mantener el orden en su edificio. La mirada de la serie sobre estos personajes no se aleja de la que presta a Dev, y ayuda a contextualizarlo: es el protagonista de la serie, pero podría ser un personaje más sentado en el cine.
Thanksgiving es un episodio centrado en el personaje de Denise, que interpreta la guionista Lena Waithe. Es un capítulo que enfrenta de forma directa la visión de la homosexualidad, la feminidad y los conflictos de raza a través de las comidas de Acción de Gracias que Dev pasa en casa Denise con la familia de esta. Angela Basset interpreta a la madre de Denise, y en ella podemos ver reflejada a una generación que solo quiere que sus hijos tengan las cosas fáciles, aunque a veces eso les lleva a enfrentarse.
El tercer capítulo, penúltimo de la temporada, es un episodio de una hora titulado Amarsi un po’. La historia es sencilla: Francesca viene de Módena para visitar Nueva York durante un mes. Se acaba de comprometer con su pareja de diez años, Pino, pero a lo largo de ese mes con Dev veremos como los dos se enamoran poco a poco. Es precioso, clásico en su presentación del romance pero lo suficientemente consciente de ello como para abrazar la intimidad que se crea entre ambos.
Todos estos capítulos, en mi opinión, destacan por una cosa: en una serie que se ha destacado por mostrar cómo un personaje se desenvuelve en su día a día, se dedican tres episodios a mirar, escuchar y entender cómo funcionan otras personas; Dev apenas está presente, pero esa ausencia solo hace que reforzar la idea de la serie: solo es el protagonista porque la serie trata sobre él; cualquiera podría ser protagonista y tener su gran historia de amor de película; todos somos maestros de nada.