Fotograma de 'Muerte en Venecia'

Luchino Visconti y el amor platónico: ‘Muerte en Venecia’

Muerte en Venecia es una película que habla del amor platónico, distante e imposible y de la decadencia de una burguesía ajena al mundo que les rodea. Luchino Visconti, Pasqualino de Santis y todo el equipo del filme trabajan en la dirección de esos dos temas a lo largo de toda la obra, de antemano cabe avisar que este análisis habla de los puntos narrativos principales de la película.

La primera parte de Muerte en Venecia trata del proceso de enamoramiento y del descubrimiento de una pasión oculta (o dormida) dentro del ser y, de la misma forma que en la segunda parte (la segunda hora de película), todos los aspectos técnicos, estéticos y cinematográficos del film están supeditados a la narrativa que construye Visconti. El propio formato de la película (panorámico) ya indica el tratamiento que tendrá la belleza en la película: como un mar inescrutable que embriaga y lleva a la perdición. De hecho, Muerte en Venecia abre con una serie de planos muy amplios y sostenidos de Venecia rodados en la “magic hour” (esos minutos entre la puesta del sol y la oscuridad de la noche) con una paleta de colores cálida que será el hilo conductor cromático de la película, que tendrá resonancia en el final de la película, y que se beneficia de ese formato panorámico presentando así al espectador la belleza inabarcable que inundará al protagonista de la película. 

Fotograma de ‘Muerte en Venecia’

Otro aspecto, además del formato y los colores, muy usado en Muerte en Venecia es el zoom, que ya lo usan Visconti y de Santis desde la primera escena, que, por un lado, nos ayuda a explorar e indagar a fondo en el personaje principal y, por otro, remarca el profundo enamoramiento que sufre el protagonista por el joven Tadzio. En este sentido a la media hora de película nos encontramos con una escena muy particular en el que el uso del zoom se convierte en vital para la narración de la situación. En susodicha escena el protagonista ve por primera vez a Tadzio en uno de los salones del hotel e instantáneamente se enamora de él. Para explicar esto Visconti primero nos presenta un plano general del salón y a medida que nos acercamos al protagonista cierra el plano mediante un zoom hasta llegar a un plano medio de éste. Entonces llegan al salón Tadzio y su familia con lo que el punto de vista pasa a ser un plano subjetivo del protagonista mirando poco a poco a la familia de Tadzio hasta que llega a él con la mirada y un zoom nos aproxima hasta un primer plano del joven. Con este juego de zooms (uno primero al protagonista y uno segundo a Tadzio) Visconti y de Santis sugieren la idea de la existencia de un tercer sujeto (el espectador) que también experimenta el amor platónico como el protagonista (ya que el plano en el que observamos al protagonista y en el que el protagonista observa a Tadzio son idénticos en cuanto a escala, movimiento de cámara y lentes).

Muerte en Venecia
Fotograma de ‘Muerte en Venecia’

En la segunda parte de Muerte en Venecia Visconti quiere mostrar al espectador la decadencia de la nobleza y, sobretodo, de la burguesía de principios del siglo XX. Para ello introduce una secuencia muy simbólica en la que el protagonista sigue a Tadzio por una Venecia derruida y con pequeñas hogueras salpicando las calles transportando así el estado del personaje protagonista a ese icono de belleza que nos había presentado en la primera escena de la película (en la que todo aspecto técnico está en la dirección de subrayar la belleza) que es Venecia. Venecia, pues, evoluciona con el propio personaje a ese estado de decadencia imparable en el que está sumido y en el que solo encuentra refugio en ese amor imposible por Tadzio.

La escena final está hermosamente filmada y de Santis vuelve a filmar en la «magic hour» para remitir al espectador a esa primera escena en la que el protagonista llega a Venecia. En esta última escena el protagonista muere en una silla de playa observando como Tadzio entra al agua del mar bañado por el atardecer y unos colores cálidos que hacen encontrar a los personajes y al espectador un descanso al declive que Visconti narra en el último tramo de la película. La muerte en Venecia (y por lo tanto la entrega a la belleza platónica) se antoja así como la única forma de salvaguardarse de la decadencia de un mundo burgués que, para Visconti, representa el ocaso de toda una moral occidental.