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Trabajo y economía, la mejor lotería

La historia comienza habitualmente por estas fechas, o incluso semanas antes para los más ‘previsores’. Hablamos de una tradición reinventada en nuestra época moderna. Cuyos fines son nada cándidos gracias a sesudos ingenieros fiscalistas y los teóricos de la estadística. Principalmente tiene afán recaudatorio, por eso viene envuelto como un juego de azar: la Lotería de Navidad.

Un ‘generoso’ ofrecimiento en forma de apuesta para que puedas cambiar tu maltrecha economía doméstica, eso sí, contribuyendo inconsciente y religiosamente cada año. Una afición cultivada, concienzuda y más recientemente, mediante el marketing y la publicidad convencional.

Cualquier ocasión es buena para colocar, intercambiar o pedir un boleto para ese día señalado en el calendario. O días, porque el marketing sí que no deja nada al azar. Ha intentado estirar al máximo la estacionalidad del juego con sorteos veraniegos, El Niño, por lo que sea y cuando sea.

Así que es recurrente esa manida conversación de bar u oficina ,«¿quieres un décimo de lotería de __ ?». Un espacio que podemos completar con la asociación, club deportivo o cualquier cosa que nos venga a la cabeza. Incluso los hay que lo hacen en el prostíbulo del pueblo, como los protagonistas de la comedia Villaviciosa de al lado (2016).

¿Cómo iba a dejar el cine de lado una fuente pintoresca de historias como estas? No es sino uno más de los muchos cuentos navideños de cine.

 

Si bien es cierto que el cine, al menos en lo que corresponde a esta temática, no muestra fines propagandísticos. Por eso, las películas que giran en torno a la lotería suelen explorar conceptos muy interesantes y filmeconómicos como la suerte, el dinero, las relaciones humanas y los cambios drásticos en la vida.

Como muestra la filmografía, no es sólo algo exclusivamente español, en EEUU y otros países del entorno, la lotería tiene un arraigo muy similar. Aunque la parafernalia lotérica es algo muy hispano y latino. Los premios estadounidenses, dada su enorme población, son multimillonarios. Equiparables al actual EuroMillón, pero los estadounidenses parecen mostrarse más fascinados por el dinero instantáneo de las apuestas deportivas y cómo no, de los Casinos (ruleta, blackjack, etc). Otra fuente inagotable de argumentos cinematográficos.

En nuestro país hubo una época predigital en el que la Quiniela era uso y costumbre semanal. Quién sabe si fue Alfredo Landa con Jenaro el de los 14 (1974) el que obligó a Loterías del Estado a dificultar más la tarea de obtener un premio con ese todavía más improbable ‘Pleno al 15’. Hoy en día, las apuestas online ya han popularizado otro tipo de juegos y de ludopatías.

La pedagogía sobre teoría de juegos, y las probabilidades estadísticas son más complejas de comercializar en taquilla. Sin embargo, veremos que hay algunos ejemplos útiles para profundizar en ello.

La lotería es poco menos que un enigma para los estudiosos de esa llamada teoría de juegos. Es decir, cómo repercuten nuestras decisiones en nuestra realidad económica. En este caso, es puro compromiso social, y una valoración particular del coste de oportunidad de ese dinero apostado. Por mecanismo psicológico preferimos arriesgar el dinero por miedo y recelo, en un más que difícil retorno de la inversión. No vayas a ser el único de la oficina o de la pandilla que no juegue y quede sin premio. «Jugar a la lotería» o más bien «gastar en lotería», cualquiera de esos dos términos pueden ser precisos. No hallamos racionalismo alguno en una decisión como esa. El mínimo sentido común economicista recomendaría en todo caso el refrán: «en lotería gastarás lo que te sobre y nada más».

 

La única explicación científica puede ser sólo el folclore popular y la costumbre social inculcada tan hábilmente. «¿Conoces a alguien que se haya hecho rico trabajando?» A la desesperada, a por la Diosa fortuna, eso de madrugar y esforzarse es para tontos. «A ver si me toca pronto y dejo ya de trabajar». Pero como mucho oiremos aquello de «me ha salido la pedrea, la devolución (nada del Gordo)»…

Evidentemente los casos excepcionales existen, aunque son ‘rara avis’. Salvo que atendamos las historias del cine para conocer más sobre este particular difícil y aleatorio grupo de escasísimos afortunados en la vida real. Como Álex García en Si yo fuera rico (2019), en otra de esas comedias nacionales de baja exigencia con la lotería como trama.

La suerte se persigue, pero eso está más destinado para otro tipo de aventuras empresariales. Emprender, generalmente es a golpe de trabajar y planificar bien los proyectos personales y profesionales. Como cualquier lucha diaria por progresar. Se podría vender humo digital o ser un gurú del ‘coaching’, pero hasta ello requiere pericia y esfuerzo, no hay boletos que valga tampoco.

Así que salvo que seas el ingenioso John Travolta de Combinación ganadora (2000), urdiendo un arriesgado plan para amañar los resultados de los sorteos, ve olvidándote de ‘El milagro de la Lotería’. De ilusión también se puede vivir, pero eso es otra película navideña y un simple refrán. Los millones caídos del cielo los verás únicamente en esos cada vez más originales anuncios televisivos, algunos convertidos en extrañas películas como Pancho, el perro millonario (2014). O en alguno de los personajes cinematográficos referidos aquí.

 

Intentar destronar a la banca del Casino puede ser peligroso, todo un argumento recurrente en ese subgénero. Engañar al Estado es imposible. Salvo en las películas de atracos, no es fácil robar a otro ladrón. Por eso, resulta tan curiosa La fórmula ganadora de Jerry y Marge  (2022). Sin duda porque esta sí es una película basada en hechos reales.

En ella vemos cómo un matrimonio de jubilados supera a equipos de matemáticos y otros expertos en teoría de juegos como los de Los Pelayos (2012) o 21 BlackJack (2008).  Ni la pesca, ni los Sudoku, ni las telenovelas turcas o Telecinco era entretenimiento para ellos. Así que Jerry (Bryan Cranston) da con una fórmula para ganar premios de manera frecuente. ¿Cómo? Analizando matemáticamente las reglas del juego (una especie de bonoloto autonómica). Es así como deciden implementar un método legal para obtener ganancias rápidas. Lo que sería una especie de peña quinielística. Jerry por cierto, un escéptico de la Bolsa y conservador ahorrador, nada sospechoso de ludopatía. Es gracias a su afición y don por las matemáticas por lo que descubre un error en el cálculo de las probabilidades del juego. Generaron unos improbables premios (27 millones de $) de haber tentado simplemente a la suerte…Unos auténticos jugadores profesionales de lotería.

Salvo esta curiosa excepción de Jerry y Marge, se puede afirmar que es sencillamente un gravamen más, de los miles que hay inventados para esquilmar al ciudadano. Llamémoslo impuesto de juego socializado. En realidad, ahí está el marketing del sector público detrás para blanquearlo respecto de las iniciativas privadas. La captación de fondos por parte del Estado, la confiscación o la masacre de impuestos, que por impopular ha tenido que sofisticarse a lo largo de los tiempos.

La lotería es el impuesto de los ilusos. Es una promesa de ilusión que estadísticamente es más difícil que tropezar con un meteorito. La probabilidad matemática desafía la lógica de cualquiera que tenga unos mínimos conocimientos de estadística. Pero es algo muy instaurado en la sociedad.

Dejando de lado esas consideraciones. Lo más divertido e interesante, sobre lo que nos hacen reflexionar las escenas del cine, son las implicaciones en las personas en sus tomas de decisiones. Premios a compartir, boletos de lotería encontrados, y toda la casuística generando dilemas éticos varios. En el hipotético caso de ganarla, ruina y problemas de privacidad, relaciones personales y cambios drásticos. La vida cambia de la noche a la mañana. En Felices 140 (2015), Maribel Verdú revoluciona a su círculo de amistades tras llevarse un multimillonario premio.

 

Igual que le sucedía a la pobre protagonista de To Leslie (2022), Andrea Riseborough, que es objeto de todo tipo de recelos y cuchicheos en su localidad natal. Tanto por su premio en la lotería como por su adicción al alcohol y que demuestra el giro dramático en la vida de este personaje real. Claramente el dinero empeoró su vida.

Ese es otro de los aspectos importantes, si la Diosa Fortuna termina por sonreírte, tienes que saber de la fiscalidad que te espera, y tener buenos conceptos de educación financiera. Al parecer un enorme porcentaje de personas agraciadas al cabo de un periodo no muy largo de tiempo, incluso empeora su situación financiera y personal previa al golpe de suerte. Malgasto, malas inversiones, fiscalidad imposible de sostener… Es un caso muy similar al de Leonardo Sbaraglia ganador de un premio televisivo en Concursante o al de los deportistas profesionales.

Como se trata de un juego de socialización, plantea grandes dilemas en cuanto a qué hacer con tan suculento botín. En las películas podemos observar muchas situaciones aparentemente rocambolescas. Pero que pueden tener semejanza curiosa con casos reales derivados de giros vitales tan radicales. Sobre todo son curiosos aquellos que plantean dilemas morales y éticos sobre si compartir el premio o no. Cooperar o competir.

En Última jugada (Finder’s Fee) (2001),  encontrar un billete de lotería premiado, es una gran tentación incluso para ocultársela a tu cuadrilla de amigos, y más cuando tienen costumbre de apostar boletos mientras juegan al póquer en sus reuniones semanales de amigotes. La moralidad y la tentación de hacer el bien o mal por 6 millones de dudas.

Obviamente la mirada no siempre tiene que ser tan amarga a pesar de los grandes aprendizajes de esos dramas. Hay ejemplos más amables y más inspiradores como el de los habitantes de ese pueblecito irlandés de la entretenida Despertando a Ned Devine (1998). Una conspiración de toda una pedanía para cobrar el boleto ganador de un anciano vecino sin descendientes que ha fallecido sin posibilidad de cobrarlo. Para que se lo quede todo Hacienda, mejor cooperar…

 

Es algo muy semejante a lo que sucede con el polifacético Nicolas Cage y Bridget Fonda en Te puede pasar a ti (1994). En esta comedia romanticona, un policía excesivamente honesto se reparte un premio con una camarera a la que no pudo dejar propina (algo tan estadounidense). Desencadenando la furia de su novia Rosie Pérez y otras reflexiones acerca de la vida y el dinero.

 

Por cierto, qué importante es el anonimato si llega el momento de ser agraciado. Es mucho mejor volverse invisible que aparecer en la típica escena televisiva del día 22 en TVE descorchando champán y haciendo la lista de tus próximas compras…Una innecesaria exposición pública del nuevo rico. En Lottery ticket (2010) su joven protagonista no consigue ocultarlo y se convierte en objeto de deseo de todos en su barrio en busca de ‘su parte’.

En definitiva, visto lo visto, salvo que te encuentres el almanaque de resultados deportivos como Michael J.Fox en Regreso al futuro (1985) o seas uno de los viajeros del tiempo en Bienvenidos al ayer (Project Almanac) (2015), cuentas con una probabilidad infinitesimal de averiguar el número ganador. Dediquémonos más a progresar trabajando duro y cuidar de nuestra economía.

Por supuesto, cada cual es libre de gastar las cantidades que quiera en boletos, décimos y participaciones, pero jugando con responsabilidad. Dicho todo esto, en el hipotético caso de que jugase a algún número y en el más que improbable de que resultase ganador, ¿me jubilaría de esta sección y de todas mis ocupaciones? Mejor no tentar a la suerte, y mantenerse tan afortunado como en ‘el ahora’, siguiendo el razonamiento de Ben Kingsley en El Caso Slevin (2006) con Josh Garnett: