Series que son un buen negocio (XXIV): puro humo digital

Es lógico que la nueva economía, la economía digital, esté llena de luces y sombras. No en vano es como el nuevo Maná. Un cajón de sastre en el que tienen cabida todos los oportunistas, descarados y desvergonzados arribistas que ávidos de dinero y reputación encuentran el nicho perfecto en lo desconocido (para el común de los mortales). En ese limbo pueden desarrollar las malas artes del engaño y lo monetizan todo a través de los subterfugios de siempre.

Esta Mal negocio (King of Stonks) es una comedia bastante ácida y gamberra sobre esta nueva forma de capitalismo, por el 4.0 debe andar ya. Con buena dosis de estafa financiera y avaricia. Es toda una visión satírica del mundo financiero en lo que respecta al nuevo juguete: las ‘startup‘ tipo ‘fintech’. Empresas emergentes de carácter tecnológico y con aplicaciones financieras.

Funciona como una divertida serie, deslenguada. Presentándose como una historia (ficticia) de la mayor estafa de Alemania, que sin embargo no puede parecer descabellada dada su inspiración en hechos reales. Cablecash es una compañía inventada que podría emular a cualquier caso de tecnoestafa conocida que pueda venirnos a la mente.

Como miniserie de seis episodios arranca con un tono bastante desenfadado. Presagia un estilo grotesco y juguetón como el que vimos en la serie bursátil de estética ochentera de Black Monday. Pero desgraciadamente, se difumina en su ecuador ya con un ritmo un poco más anodino. Eso sí, no exento de interés por lo que trasciende dentro de esa ‘fintech‘ ubicada en la moderna ciudad alemana de Düsseldorf.

Si bien arranca con un ritmo hilarante y fulgurante, termina por enfrascarse como no puede ser de otra manera en lo financiero, ininteligible y a veces tedioso. La pretensión de los profesionales del sector es la de que nadie consiga entender nada.

Igual que ocurría en Bad Banks, en Alemania serán muy formales y estrictos en la metodología pero al final en todas partes hay desalmados con ganas de pegar el gran pelotazo. La fiebre del ladrillo es otro claro exponente germánico de que ni siquiera los propios alemanes tienen esa visión de si mismos en lo relativo a su fiabilidad y ética empresarial.

Siempre en la cuerda floja, atrapados en una gran mentira

La miniserie no cesa en recurrir a las referencias y chascarrillos sobre las vinculaciones de multinacionales empresariales alemanas con el régimen nazi. Caso por ejemplo de la villana Deutsche Bank de la que rehúyen nuestros protagonistas por ser el gran rival y dominante del mercado financiero teutón.

«Ninguna empresa alemana ha conseguido llegar a la cima, sin un pasado dudoso…», justifica Félix, el informático convertido en COO y protagonista de esta disparatada historia.

Los gamberros protagonistas han sido dos ‘outsiders, marginados en sus empresas por los elitistas directivos de la vieja escuela. Magnus (CEO) y Félix (aspirante eterno a co-CEO) son los impulsores de la ‘startup‘ de pagos online, un proveedor de pagos, que forjan su venganza a lo grande.

«No eres lo suficientemente gilipollas para ser jefe». Magnus sí lo es… Es un Pedro Sánchez (o el político de turno) del emprendimiento digital. Sin capacidades para nada pero maestros de los subterfugios con tal de escalar y mantenerse en lo más alto, engañando a todos. Una especie de líder carismático, como si de una secta se tratase con tal de embaucar y manipular a todos y todo a su antojo. El fin está claro, perpetrar todo tipo de engaños y escándalos financieros.

Llegar a CEO de una ‘startup‘, ¿qué más se puede pedir para un tímido informático y un comercial de tercera categoría? El paradigma del éxito de cualquier ‘boomer‘ o ‘millenial‘. Una buena banalización y visión satírica del mundo de las empresas digitalizadas.

A veces esotéricos, extravagantes y peculiares. Están al mando de empresas al borde de su salida a Bolsa capitalizando sumas impensables. La Titulitis inservible sin moral, ética ni valores. Por ello, no pueden faltar los CEO, COO, CFO, CTO… nombres estrafalarios para enmascarar auténticos vendedores de humo.

Lo más propicio de la serie es el rasgo común en todos estos casos de grandes fraudes financieros y estafas: la avaricia y la codicia. Los nuevos ‘yuppies‘ ahora pueden vestir ‘casual’ y jugar al ping-pong en la oficina mientras se las ingenian para defraudar y fingir lo que sea necesario con tal de vender una idea. Hay que crear valor artificial mediante procesos de ingeniería financiera y puro marketing, para captar y gestionar inmensos recursos.

Dos vendehumos sin frenos

La gran burbuja de nuestros tiempos, las múltiples empresas emergentes con altas expectativas de valor que seducen a inversores y personas impresionables ante los nuevos desafíos y el atractivo mundo digitalizado. Todo bajo esa aparente pátina de vanguardia tecnológica.

«O jodes al capitalismo, o él te jode a ti». Negociolandia de lo digital. Marketing puro y duro. Lo más interesante a destacar es sin duda unos brillantes y desafiantes diálogos que invitan a reflexionar sobre la codicia como rasgo (¿sólo?) alemán. Y sin olvidar cómo está narrada. En ocasiones con un estilo didáctico similar al de The Big Short, La gran apuesta. Empleando varios vídeos explicativos de las ventas en corto y otras lindeces como el blanqueo de capitales digital (pornografía, apuestas, mafia,….).

Todo ello con un entorno de ridiculización del hombre hetero blanco, rico y empresario, mostrados como fantoches arribistas. Edulcorado con mucho desfase y fiestas a lo Lobo de Wall Street. No falta el compadreo y sentimiento de pertenencia a un colectivo (un clásico de sectas, grupos mafiosos y algunas empresas) donde hay traiciones y lealtades porque una vez dentro del círculo vicioso, ya no hay posible escapatoria.

Curioso ver cómo es esa improbable huida siempre hacia adelante, la estafa piramidal de estos desalmados y sinvergüenzas, tiene que llegar en algún momento a su fin. Tienen un lema claro «si quieres tener éxito no puedes ceñirte a las reglas».

La cuestión esencial no es si mientes, sino si consigues que te crean…