¿No os ha pasado alguna vez que habéis leído la crítica de algún aficionado al cine y os preguntasteis cuál es su propósito? A mí me pasa eso casi de forma constante, y aún teniendo claro cuál es el mío, en ocasiones sigo cuestionándomelo. La figura del crítico no es sólo la del tipo que va a ver una película a “ponerla a parir” -y donde pongo película, podéis poner lo que os de la gana-. No es tampoco quien ensalza todo como si la cartelera actual estuviese repleta de obras maestras. No es quien adereza ambos estilos de crítica con un mogollón de metáforas pedantes, palabrejas rebuscadas y frases interminables o incomprensibles que provocan en el lector la sensación de que faltan verbos en ellas. O al menos, no debería serlo.
De entrada voy a aprovechar y me voy a vender un poco, o al menos, voy a explicaros qué demonios quiero hacer cuando subo críticas a esta web. Quiero ir más allá del visionado superficial de una película e intentar entender tanto a quien la dirige/escribe/realiza, como a lo que estos nos presentan. ¿Cómo hago esto? Pues aplicando en la medida de lo posible alguno de los aspectos que haya estudiado en la carrera y que de la coincidencia de que aparecen en lo que estoy viendo. Pero hombre, ¿y esto de qué me sirve a mí, que te estoy leyendo, pedazo de pedantillo? Pues quiero pensar que pueden ser útiles para entender ciertos aspectos del cine que o bien no se comprenden, o lo son, pero de forma muy superficial. ¿De verdad nadie se ha dado cuenta de la moda cansina esta de “qué fotografía más bonita tiene tal peli” o el más reciente “qué ritmo más lento”?
Aprender. Eso es lo que yo busco como lector, no sólo de críticas. Y qué leches, no sólo como lector, como persona. Todos hemos padecido el Síndrome de Qué Fotografía Tan Bonita™, pero confío en que se puede superar, es posible comentar la imagen sin mencionar la fotografía. Hay que aprender a valorar las películas por uno mismo, siendo crítico realmente, para lo bueno y para lo malo, sin ser víctima del Oscarismo y hacer juicios de valor en función de unos premios que dan otros señores que están untadísimos y buscan vender, o lo que es peor, juzgar sin ver. O juzgar habiéndose salido de la sala en plena proyección. Si, Boyero, te señalo a ti con profunda ira.
Pero como espectadores cometemos el error de leer las críticas antes de ver la película y condicionar nuestro pensamiento. A veces hasta nos encontramos gente que se ha empapado de esas opiniones ajenas y las vomita delante de todo el que se cruza. Así uno no aprende, ni a pensar por sí mismo ni a entender el cine. Tampoco se debe imponer la opinión como verdad universal y se ha de escuchar las de los demás, mientras estén justificadas. Porque aquí se llega a otro punto: se debe justificar siempre. Sea una obra maestra o un pestiño que sólo sería concebido por Ulli Lommel.
Los críticos no son seres superiores de inconmensurable talento que todo lo saben, ni mucho menos. Y los personajes de turno que se lo creen sólo desmerecen el cine y la inteligencia de sus lectores, y eso es algo terrible. Hay que terminar con el elitismo en el sector de la crítica, y en este se tendrían que aplicar algunas reglas básicas de las películas que tanto adulan o ponen verdes: si no hace falta contarlo, no lo cuentes, no rellenes de forma innecesaria. ¿Qué pensáis vosotros?