Hoy cenamos en ‘Kismet diner’: comunicación, accesibilidad y mucha humanidad

¿A qué viene esto? La explicación es sencilla, me encuentro cursado el Máster en Comunicación Social de la Investigación Científica en la Universidad Internacional de Valencia (España), actualmente, estoy cursando la asignatura Espacios y recursos de promoción de la cultura científica (museos, actividades, educación), para una actividad dentro de esta me han pedido que vea este cortometraje de Mark Nunneley, , una pieza creada para la marca de helados Corneto.

Tras verlo tenía que reflexionar sobre lo que me había enseñado este acerca de divulgar la comunicación científica con eficacia y no fallar en el intento. Así que aquí estoy, reflexionando más allá del límite de palabras que tenía en el foro de la asignatura. Claro está que, si quieres entender lo que escribo debes ver el vídeo antes.

Me planteo la misma cuestión que me plantearon en el máster… y es que tras ver el cortometraje ‘Kismet diner’ me he dado cuenta de cómo el audiovisual aún es un recurso que falta por explotar a la hora de divulgar ciencia, estamos ante una narrativa fresca, muy bien producida, que arranca una sonrisa, se trata de un producto cálido, con una connotación social muy importante.

Nos muestra la importancia de conocer todas las partes de la historia, de indagar, en el caso del periodismo científico, en nuestros contenidos, y acercarlos a la sociedad. Considero fundamental innovar en ese puente tan necesario que une a la comunidad científica con la ciudadanía de a pie, si existe ese estereotipo de que entender y acercarnos a la ciencia y a la tecnología es algo muy complejo, para un público muy determinado, algo solo para “eruditos”, a través de esta pieza audiovisual nos damos cuenta de que la ciencia, la tecnología, las matemáticas, la ingeniería, la hacen las personas para las personas, ¿se nos ocurre algo más humano?

El cine es una herramienta útil para derrocar los prejuicios.

Ciertamente, esa línea clara y rígida entre las ciencias de la salud y la rama tecnológica y sus contrarias, las ciencias sociales y las artes y las humanidades, en la actualidad queda absolutamente difuminada, todas y cada una de ellas aportan un valor incalculable a la sociedad, y la transferencia de sus descubrimientos y avances son merecedoras del mismo espacio y de la misma relevancia social y científica.  Esto no es algo nuevo, pero ‘Kisnet diner’ nos enseña la importancia de que todos sumemos y de la importancia de la comunicación y de que esta sea bidireccional y accesible para cada persona.

Asimismo, se nos plantea, extrapolándolo a la divulgación científica, la accesibilidad al conocimiento, y como Laura (Ilinca Rae), la protagonista, tuvo que esforzarse y aprender la lengua de signos inglesa para poder comunicarse con el cliente misterioso al que le ha echado el ojo, y que resulta ser sordo (Matt Kyle). Laura bien podría ser una periodista científica, una divulgadora, que “interpreta” a alguien que no entiende la jerga común de la ciencia, esto es, a la sociedad, lo que está sucediendo, las novedades tecnocientíficos, los resultados de una investigación o el comienzo de un proyecto.

Además de esto, y volviendo a lo que transcurre en el anuncio, me parece interesante como especialización periodística que se potencie el interés de los profesionales de la comunicación y la información en aprender la lengua de signos, existen muchísimas personas sordas que tienen historias sumamente interesantes que contar, y no solo en la Academia o en el laboratorio, de forma general, creo que sería maravilloso, a pesar de que muchas estas personas disponen de intérpretes, que podamos comunicar lo que nos tienen que decir y sepamos cómo hacerlo.

No es nada sorprendente que esta pieza se alzara con los galardones en el Manhattan Short Festival, en el año 2013, y del León de Plata de Cannes, la fotografía templada de Daniel Landin, a pesar de ambientarnos en el invierno, según la cámara nos introduce en el restaurante sentimos la calidez de los personas y del lugar, además, a pesar de ser una obra creada 6 años ha envejecido muy bien, recordando el estilo audiovisual al conocido Pop’s de Riverdale. 

Ciertamente, la cinematografía como elemento narrador nos deja sin palabras y nos enseña a escuchar y a llevar su enseñanza, que es camaleónica, adecuándose a cada espectador, a cualquier campo, con suerte, al mejor de todos: el de la vida.