
Una conversación puede salvarte la vida, o llenarla de la ilusión que hace falta para vivirla. Miocardio versa sobre esto, pero también sobre la imperfección inherente a la condición humana y de nuestra estupidez, que a veces desemboca en insospechada genialidad. José Manuel Carrasco se inspira en la estructura de la clásica Atrapado en el tiempo (Ramis, 1993) para sanar las heridas e intentar dar luz al espectador. Se sirve de dos actores en estado de gracia para lograr una película que se queda en la retina por su aparente sencillez y la universalidad del mensaje.
Vitor Sanz, nominado a mejor actor en los próximos Premios Goya por su interpretación en Volveréis (Trueba, 2024), es Pablo, que en la mañana en la que piensa suicidarse, recibe la llamada de Ana, su novia de los 20 años, encarnada por la magnética Marina Salas, que el pasado año también nos ha deslumbrado con la miniserie Yo, adicto (Giner, Gabilondo, 2024). Ese mismo día quedan para hablar del pasado, de sus rencores personales, de un amor aun latente, pero siempre destinado al fracaso. Aun así, el bucle temporal en el que se encuentran hace que cada vez Pablo esté más cerca de desentrañar cómo alcanzar el corazón de su antigua pareja.
En el pasado Festival de Sevilla entrevistamos a los dos actores protagonistas y al director de Miocardio, la llamada a ser una de las películas españolas indies del año.

Durante la película habláis recurrentemente de la auto-ficción. ¿Lo es en parte Miocardio?
José Manuel Carrasco: ¿Me preguntas si soy el protagonista de la película? Has abierto un buen melón. Un poquito. Lo comentaba antes. Yo creo que toda obra de creación tiene algo de autobiográfico, algo personal. Hay elementos que son míos, pero creo que estoy más cerca de la ficción que de la autobiografía.
Hay temas de los que quería hablar, y sí que hay estados emocionales del personaje de Vitor en los que me he podido encontrar o sentir. Hay más ironía que autobiografía.
Vitor Sanz: Yo creo que eso es lo bonito de las historias. Que haya ficción, pero que también las construyas a partir de una experiencia vital, de tu realidad.
Por lo menos, yo trabajo así como actor. Construyo la ficción a través de verdades mías. Yo creo que es el objetivo. No entiendo la creación si no es desde uno.
JMC: Sí, claro. Yo puedo contar historias totalmente ajenas a mí, pero será siempre desde mi punto de vista y mi sensibilidad. Y esto sin olvidar nunca que hay que hacer una obra que tiene que llegar al público, porque hay veces que te emborrachas de ti mismo, y no conectas.
Aunque hay más personajes, la mayor parte de la película están en escena Vitor y Marina demostrando una gran química como pareja. ¿Cómo habéis trabajado esto?
VS. Marina es bastante complicada trabajando, pero bueno yo soy muy generoso e intento crear puentes, en vez de destruirlos. (Se ríen todos) Conozco a Marina desde hace mucho tiempo y la admiro mucho. Hay según qué actrices con las que te sientas y ya está, porque tienes construida la relación a nivel personal. Por ejemplo, a Carrasco no lo conocía de nada y tuvimos que trabajar por entendernos, aunque fue todo muy rápido porque conecté de inmediato con su manera de plantear la historia, su sensibilidad.
Marina Salas. Yo a José sí lo conocía desde hace un montón, hemos trabajado juntos muchas veces, pero nunca lo doy por hecho. Siempre es una nueva aventura. También había trabajado con Vito como él dice, así que me sentí muy en familia.
Además, José nos dio mucha libertad. Su forma de dirigir es muy precisa, rigurosa y con mucho sentido, sabiendo de lo lúdico que tiene la actuación. Por eso, me sentí muy cómoda en el rodaje, como parte de la misma camada.

La estructura de la película es bastante peculiar, recordando al clásico Atrapado en el tiempo. ¿Cómo fue el rodaje?
VS. Fue curioso. Obviamente del tirón no se grabó. Lo ideal hubiera sido rodar por bloques determinados por lo que la historia marcaba, pero esta no es una película con un gran presupuesto. Había un handicap técnico y es que los actores debíamos llegar con el trabajo interpretativo hecho y sabiendo ubicarnos dentro de la historia. Al final, rodábamos por espacios de luz.
JMC. El rodaje fue maravilloso, pero había que tener una concentración brutal. Sabíamos que el guion era sencillo aparentemente, pero luego llevarlo a cabo fue complejo. Me di cuenta cuando fuimos a rodarlo y luego en la sala de montaje, porque era un verdadero puzzle.
Nos encontrábamos rodando momentos del primer bucle, seguidos del dos y el tres. Cada uno con un tono diferente. Por mi parte requería mucha concentración también, sobre todo por la confianza que depositaban en mí Vito y Marina.
MS. Es verdad que hay momentos en los que como actor te pierdes en todo esto, pero cuando tienes a una persona a tu lado que te da seguridad, quita estrés de todo nuestro trabajo.
JMC. Pasó una cosa muy graciosa con Luis Calleja. Cuando vio la película, me dijo que le había gustado mucho, que estaba muy emocionado, pero que en el rodaje, no tenía muy claro lo que estaba haciendo. Me decía que él hacía lo que yo le decía, pero no sabía lo que estaba pasando. Aunque todo cobró sentido con el montaje final.
Como creo que es uno de los temas de la película, me gustaría que dijeseis cada uno que le diríais a vuestro yo de 20 años.
MS. Yo le diría, sin duda, que confiara más en ella y en la vida.
JMC. Yo le diría que se lo pasase mejor, que disfrutara mucho y que se perdonase.
VS. Yo también le comentaría que no se comiese tanto la cabeza, que es el momento de disfrutar de la vida y no de estar preocupado por pequeñas minucias, que hay veces que se hace una bola gigante y no sirve de nada.