Exacto, el episodio piloto se encarga de poner en marcha las ficciones televisivas. El ‘piloto’ no es otra cosa que el primer capítulo de una serie y a decir verdad, es un concepto afianzado a la televisión americana. En las series españolas – para poner un ejemplo – no se le da tanta trascendencia a ese primer episodio. En cambio, en Estados Unidos, en numerosas ocasiones, ese primer episodio se denomina directamente piloto, sin ponerle un título en especial. ¿Su función? Ser el primer capítulo de la primera temporada, sí. Pero también comprobar la respuesta de la crítica y la viabilidad en antena después de los pertinentes cuarenta o noventa minutos de emisión.
¿Qué necesita ese primer episodio? Vender, tener un gancho. Ese capítulo tiene que rebozar determinación y ser un poco arriesgado. Es decir, nada de medias tintas. Nos guste más o menos, hay cierto tiempo o cierto margen para ir a medio gas a mediados de temporada. ¿Pero qué sentido tiene no poner toda la carne en el asador cuándo te estás intentando vender a aquellos que quizá, en unas semanas, serán tus seguidores? Personalmente, quizá no es esencial que te dejen con la boca abierta (aunque no está nada mal). Ese elemento de sorpresa, cliffhanger serio y nervio siempre lo he asociado más a la season finale. El inicio, el primer capítulo necesita un gancho. Aquel pequeñísimo detalle o aquellas grandes aportaciones que te motiven para ver el capítulo dos.
Cuándo ves los primeros planos de esa nueva serie, la que sea, cómo es lógico, no conoces a nada ni a nadie. Por lo tanto, por lo menos en mí caso, es de agradecer un capítulo dinámico, claro y sencillo. Si el espectador aún no ha tenido tiempo de acomodarse a las tramas, ¿qué sentido tiene complicarle la vida? ¿Hacerle difícil que siga tu propia serie? Si luego ya tienes unos 20 capítulos más para complicar la trama.
El ‘piloto’ debe (o para mí, debería cumplir) cumplir, en parte, esa función de introductorio, de presentar (algunas) de tus cartas – sin llegar a ser un somnífero y lento episodio, ya que sin conocer a nada ni nadie, poco interesa. Aunque claro, si a la serie le interesa vender esa ‘calma’, eso, ya es otro tema. Es por eso que nunca me han acabado de gustar los pilotos ‘especiales’ de 90 minutos. Encuentro más lógico alargar la season finale, cuándo el espectador ya está familiarizado con la serie y las tramas están por cerrarse o acabar en cliffhanger. Pero como primera impresión, puede resultar un tanto complicado ver 90 minutos seguidos de una serie que no conoces, a no ser que su temática o su director te abrume para bien.
Claro que también interesa ver otras cosas, cómo por ejemplo, originalidad, una trama, un personaje o un destello que sea rompedor. Entiendo que depende de qué serie es más difícil romper esta barrera de la originalidad, sobretodo si hablamos, por ejemplo, de un procedimental (aunque hay maneras, claro está). Pero si no puedes ser innovador cómo tal, siempre queda el recurso de resaltar un personaje durante el episodio, hacerlo más interesante que al resto, o más amigable o más conectado con el público… y entonces, quizá, será el gancho que necesita la serie.