The Gentlemen

Series que son un buen negocio (XXXVI): ‘The Gentlemen’

Guy Ritchie regresa con otro festival de economía sumergida y delincuencia. En esta ocasión, con la serie The Gentlemen, que aborda la adaptación de su película homónima de 2019.

El formato miniserie de ocho episodios le ha permitido sin duda, y para su regocijo, desarrollar con mayor profundidad aquella historia. Resultando en una animosa exposición de todos los clichés, personajes y temáticas del universo delincuencial con su tan característico estilo. Como no puede ser de otra manera, sobre los bajos fondos de Londres.

De ahí que sea tan abundante en ingeniosos diálogos, con una acción incesante y abusando del humor negro, en The Gentlemen no faltan las situaciones tensas e incómodas. La verborrea es mordaz, intercalando párrafos bien elaborados al modo esnob, con exabruptos barriobajeros. Siempre es divertido ver cómo hasta el criminal más macarra es capaz de articular ingeniosas exposiciones de sus actividades o su filosofía delincuencial.

El protagonista es Edward Horniman (Theo James), el hijo no primogénito de un aristócrata venido a menos, que termina por heredar no sólo su Ducado y enorme finca familiar. Recibe toda una herencia envenenada, eso sí, de 600 años de linaje. En realidad, tiene que afrontar el complejo panorama de un coste de mantenimiento y un impuesto de Sucesiones elevadísimos, sin olvidar otras ingentes deudas. Ni Hacienda ni los Bancos perdonan un penique.

«Rico en activos y pobre en metálico». En realidad están arruinados. Pura fachada. Una clara crítica al juego de apariencias y a las capas sociales británicas tradicionales. Por ello, incide en las medidas desesperadas de las familias históricamente adineradas por mantener su posición. Una velada exposición de la delgada línea de conexión entre la aristocracia y los bajos fondos: «ellos viven en un zoo, mientras que nosotros vivimos en una jungla». Son varios los diálogos exponiendo la naturaleza extractiva de las élites, tan reprobable como la delincuencia más común.

 

Sin embargo, hay otra carga todavía peor que la de tener que soportar las estupideces y meteduras de pata de su hermano mayor (Daniel Ings). Todo el patrimonio familiar se sostiene gracias a un pacto de negocio de su difunto padre con una organización criminal. Un arrendamiento muy lucrativo, pero involucrando a todo tipo de narcotraficantes y macarras de los bajos fondos y de los cultivos ilegales de marihuana. Una élite social muy petulante con mucho ornamento y sofisticación, pero que tiene que recurrir al Plantaciones Bobby Glass SA de turno en sus fincas latifundistas de herencia centenaria para salir del atolladero.

Por cierto, unas organizaciones criminales de lo más eficientes en cuanto a procedimientos y operativa. Hay planes de expansión, análisis de competencia, todo bien planificado. «Profesional, muy profesional» como diría Manuel Manquiña en su papel en Airbag. Algo muy patente en Susie Glass (Kaya Scodelario), una especie de directora ejecutiva de la banda que fundó su padre, que dirige todo con suma diligencia y firmes tomas de decisión. «Matar es malo para el negocio, pero si es necesario…» Como si de una multinacional se tratase.

The Gentlemen
Kaya Scodelario y Theo James protagonizan la serie ‘The Gentlemen’ (Fotograma: Netflix)

Hace un tándem ideal con Edward en esa cúpula directiva y estratégica, ya que éste sabe manejarse perfectamente en los círculos de la alta sociedad británica. Y también consigue salir airoso de múltiples inconveniencias y situaciones embarazosas. A veces ayudando a Susie, y otras valiéndose de ella. Mucha resiliencia, capacidad de resolución y adaptación al cambio…Todos esos conceptos abstractos que tanto gustan en los procesos de selección corporativos.

La serie atrapa desde el primer minuto. Gracias a su trama adictiva, y sus particulares personajes que recuerdan el estilo de otras películas de Guy Ritchie. Mafiosos chinos, albaneses, rusos, ucranianos. Gitanos irlandeses y boxeo ilegal. Negocios tapadera. Concesionarios de automóviles de lujo. Matones, limpiaescenarios, conseguidores. Todo con una música sugerente. Y por supuestísimo, una estética muy llamativa. Un impecable toque retro con mucho estilo british de pata de gallo, traje a medida y gafotas fashion de sol. Sin olvidarse de una ambientación londinense muy lograda para marcar esos contrastes muy claros entre el Londres urbano barriobajero y la campiña aristocrática, de casas solariegas tipo museo de Bellas Artes.

Una serie muy recomendable no sólo para los seguidores de Guy Ritchie y del cine de acción en general. Incluso se podría tomar como referencia para un curso de Introducción a la Economía sumergida, con casos prácticos expuestos por los mejores profesionales del ramo…