Eligiendo a un protagonista para la Historia

A Hollywood le gusta muy mucho enseñarnos cómo es una buena campaña (de marketing) electoral para vender presidentes. El candidato «perfecto» es un producto totalmente moldeado y estudiado para conseguir conversiones en forma de voto electoral, luego hay que ver en qué forma te llega el producto, pero eso ya es otra cuestión…

Los “americanos”, que en realidad no pasan de estadounidenses o al menos lo son tanto como un mejicano o un brasileño, “no tienen abuela” eso ya lo sabíamos. Durante estos próximos días elegirán a su nuevo presidente o como reza el eslógan: “al nuevo líder político del mundo libre”. Sacha Baron Cohen en El dictador (Larry Charles, 2012) tiene su particular interpretación irónica sobre esta pomposa afirmación:

 

Hay que escoger bien al elegido, alguien debe librarnos y salvarnos de cualquier amenaza extraterrestre o fenómeno astrológico catastrófico: a lo Independence Day (Roland Emmerich, 1996), Armageddon (Michael Bay, 1998) ó 2012 (Roland Emmerich, 2009).

Aunque en realidad Will Smith, Jeff Goldblum, Bruce Willis, Ben Affleck o John Cusack se tuviesen que ocupar in situ del problema y ponerse en plan héroes. Da igual, POTUS (President of the United States) estará siempre ahí para tomar las decisiones oportunas que el planeta Tierra necesite. ¿¡También soluciona pandemias!?, es para un amigo…

Puestos a elegir, el mejor es el prototipo presidencial de Harrison Ford en Air Force One (El avión del presidente) (Wolfgang Petersen, 1997). Él solito como buen héroe de guerra y hombre intrépido que es, se zafa de los secuestradores y terroristas internacionales que intentan secuestrar su avión presidencial. Hasta ahí podíamos llegar…

De cualquier modo, en estos ejemplos no hallamos más que propaganda y aquí lo que resulta interesante analizar es el punto de vista del marketing político y lo importante y determinante que resulta en la carrera hacia el nombramiento definitivo.

Cierto es que la elección de su presidente no es para nada un asunto baladí para la economía mundial. Y que el rumbo de esa potencia sea proteccionista o favorable a la gestión del cambio climático marcará mucho el devenir de los próximos años…

Salvo para unos pocos afortunados como Kiefer Sutherland en Sucesor designado (David Guggenheim, 2016-2018) o Kevin Kline en Presidente por un día (David Reitman, 1993), es altamente improbable que por accidente o casualidad te pueda caer semejante cargo de responsabilidad. Por muy raros o extravagantes que nos parezcan algunos de los que resultaron electos.

Y es que hay mucho de meritorio en todo el proceso, no es apenas el resultado de años de «funcionariado» y pertenencia a la casta política de partitocracia que existe en España. En EEUU, hay que trabajárselo muy pero que muy bien. Además de buenos contactos y relaciones en el mundillo, tener carisma y desparpajo, se necesitan recaudar muchos fondos para llevar a cabo una verdadera campaña de marketing y publicitaria al máximo nivel.

Gracias al marketing, cualquier candidato por desconocido que sea puede tener sus opciones a la carrera presidencial, o al menos a ser el contendiente entre republicanos o demócratas si se cuenta con los asesores adecuados. Aunque si es posible no hace falta ser tan franco y airearlo tanto como Matt Damon en Destino oculto (George Nolfi, 2011). Bueno, era evidente pensar que está todo bajo el escrutinio exhaustivo de los asesores y no se deja nada a la suerte.

 

Asesores, sondeos, encuestas y estudios de todo tipo son primordiales. La ambición de los propios asesores también cuenta y mucho, no en vano la mayoría de ellos aspiran a ganarse un puesto de importancia si el candidato consigue su logro. Esa ambición lleva a muchos a hacer lo que sea como le ocurre a Ryan Gosling cuando asesora al gobernador Morris (George Clooney) en Los idus de Marzo (George Clooney, 2011). Por ello nunca pierden de vista qué dicen los sondeos que publican los medios, minuto a minuto, Estado por Estado…Pero principalmente hay que saber cómo obtener mejores resultados en los sondeos:

 

Estilo y comunicación, pero no sólo la verbalJohn Travolta caracterizado como el ficticio senador candidato pero muy clintoniano Jack Stanton, es objeto de estudio de sus asesores, su comunicación no verbal y su manera de conectar con el público y encadilar al electorado le hace ser un candidato ideal en Primary colors (Mike Nichols, 1988).

 

Ya en la década de los 1970 era así, a Robert Redford lo intentaron convertir en político en El candidato (Michael Ritchie, 1972). Era un buen producto de marketing. Su buena apariencia y los contactos de un padre de mucho linaje político (también cómo no), lo convirtieron en un buen aspirante. Pura imagen y buena presencia a pesar de sus buenas intenciones y su compromiso ideológico. Por eso él mismo terminó por cansarse de tanta palabrería y eslóganes y mensajes políticos vacíos…

 

Muy similar al caso real de Sarah Palin (interpretada por Julianne Moore) en la película estilo telefilm documental que tanto gusta a los de HBO Films, El juego del cambio (Game Change) (Jay Roach, 2012). Narra la experiencia de ésta como vicepresidente candidata en las elecciones de 2008 en las que John McCain (Ed Harris) intentaba vencer a un inédito Barack ObamaPalin es elegida como candidata a vicepresidente a pesar de ser una gran desconocida por una cuestión marketiniana al entender los asesores de McCain que necesitaban una mujer y que impactara en determinada parte del electorado.

Con sus luces y sombras, y su falta de formación y preparación para los grandes asuntos de Estado no resultó ser lo que el asesor principal (Woody Harrelson) esperaba, y complicó en exceso la campaña. La propia Palin se mostró muy molesta por ser tratada como una simple marioneta en manos de los asesores de la campaña, un mero producto sobre el que mejorar estilismo, oratoria y formación teórica. Sin olvidar además la enorme exposición mediática que implica que se analice toda tu vida personal y no sólo la referida al personaje público…

Justo lo que le sucedió a Hugh Jackman interpretando a Gary Hart, rival de Reagan para las elecciones de 1988 en El candidato (Jason Reitman, 2018). Le costó sus (grandes) opciones a la Casa Blanca. El hecho de tratarse de un mujeriego y adúltero arruinó su carrera política ya que tanto rivales políticos como medios de comunicación estaban ansiosos por hallar ese punto débil para explotarlo. Algo parecido al caso del Travolta clintoniano de Primary Colors, aunque este contó con más fortuna y con el «apoyo público» de su esposa Hillary (Emma Thompson).

 

Todo esfuerzo extra cuenta en un proceso en el que incluso unos simples votos de un pequeño condado, y una irrisoria diferencia, puede llegar a decantar el signo político de la votación. En Recuento (Jay Roach, 2008) con Kevin Spacey, otra de esas películas telefilm documental de HBO, se detalla con precisión el increíble pero cierto incidente con el recuento de las papeletas durante las elecciones de 2000 entre Al Gore y George Bush Jr. Menos de dos mil votos de diferencia y seis días de auténtica campaña jurídica y mediática para tratar de conseguir o evitar que un error en el recuento de un pequeño condado de La Florida decantase la balanza finalmente en favor de Bush Jr.

El último voto (Joshua Michael Stern, 2008) de Kevin Costner es un poco más inverosímil, aunque visto lo visto en La Florida…Lo que sí es descriptivo es el modo en el que los dos candidatos persiguen desesperadamente influir en la voluntad de este simple (en el sentido pleno del término) pero determinante votante. En ese aspecto también supera el proceso estadounidense al nuestro, los candidatos han de convencer y hacer inmersión con el electorado visitando fábricas, centros comunitarios e incluso pequeños grupos de electores. No únicamente el baño de masas con fervorosos funcionarios de partido y otra clase de paniaguados correligionarios, jugando en casa en un estadio lleno de tus hinchas y forofos.

En definitiva, puro marketing político. Un buen presidente no es sólo un producto donde la apariencia del candidato sea lo fundamental, hay trabajar bien su imagen de marca y la comunicación que se haga con ella. Hay que transmitir, emocionar y convencer.

Si todo lo anterior no funcionase o si el problema se escapa de las manos, la gestión de la crisis como última solución, ya que siempre hay asesores como Robert DeNiro y Dustin Hoffmann que se encargan de montarte La cortina de humo (Barry Levinson, 1977)...