Series que son un buen negocio (XX): el ‘Apagón’ ibérico

Si el pasado mes de Junio hablábamos de la serie alemana Apagón (Blackout), basada en un éxito de ventas literario sobre un tema de inquietante actualidad como los problemas de suministro energético que ocasionaría ese hipotético Euro Apagón (más bien centroeuropeo), ahora es el turno de una versión ibérica.

Apagón es la miniserie española de cinco capítulos recientemente estrenada en Movistar+, que por contra se basa en esta ocasión en el podcast El gran apagón.

Sin embargo, hay una evidente similitud en su temática. Como hace un trimestre, el miedo a los efectos sobre la generación de energía sigue siendo de triste actualidad dadas las implicaciones de la guerra ruso-ucraniana. Tal es así que han retirado incluso la pátina de distopía o exageración hiperbólica cinematográfica a series como las comentadas. Casi dejando a la nórdica Occupied que ya alertaba sobre la beligerancia rusa en este sentido, como un documental de ficción.

No pueden haber sido más certeras todas esas inquietudes y vaticinios, así que no deberíamos dejar de observar con intranquilidad, desasosiego y expectación lo que narran estas series. Los aprendizajes van a ser valiosos sin lugar a dudas, por las reflexiones que podemos extraer como espectadores y hasta por cierto efecto de autorreflejo e identificación con algunos de los personajes y sus situaciones.

Si bien cabe puntualizar que el Apagón ibérico comienza motivado por una tormenta solar, no relacionado con el cambio climático ni con la acción directa humana. Quizá todavía más inquietante, pero es lógico pensar que la naturaleza es una fuerza incontrolable. Una muestra más de nuestra vulnerabilidad como vemos en el daño que causan muchos fenómenos meteorológicos.

Sobre la propia serie indicar que lamentablemente ofrece menos de lo que prometía inicialmente. Y eso a pesar de contar con cinco directores relevantes (como Raúl Arévalo y Rodrigo Sorogoyen entre otros). Su primer capítulo esperanzador, dirigido por este último, hacía presagiar una versión patria de la fabulosa El Colapso. Nada más lejos de la realidad.

Desafortunadamente se disipa por ser un totum revolutum de historias, en algunos casos carentes de la fuerza narrativa suficiente. Lástima porque ese primer episodio parecía vislumbrar, con alguna escena sorogoyonesca próxima a la inolvidable Antidisturbios, mucha más tensión

La miniserie nos introduce en lo que el apagón total y su efecto cascada puede provocar: incendios, accidentes, desabastecimiento, pérdida de señales de las telecomunicaciones y datos bancarios… Luis Callejo como gestor de Protección Civil intenta manejar la crisis que se avecina de la mejor manera. Aunque para su desazón, sin el empeño y recursos que mostraban los japoneses de El Hundimiento. Así que, pérdidas económicas incalculables y caos total. Nada funciona sin electricidad, ya lo sabíamos por El colapso y el Apagón germánico.

Fotograma de la serie

Así que dejaremos de lado el resultado algo decepcionante, sobre todo de los capítulos centrales. La pretensión de mostrar una determinada moralidad y humanismo ha entremezclado demasiados temas. Pero al menos deja puntos de vista sobre los que reflexionar: integración social, solidaridad, oda a lo natural y rural, priorizar otros aspectos vitales…

Pero lo que es innegable es que, inintencionadamente, se ponen más bien de manifiesto los principios más básicos de lo que es la Economía. Algo que no sólo resulta útil cuando te pierdes en Marte como Matt Damon, sino también es válido (e imprescindible) para los políticos que viven en la Tierra…

La hecatombe que produce el apagón conduce a los protagonistas a replantearse muchas cosas. No es sino la caída en picado desde lo más alto de la famosa pirámide de Maslow. Vuelta a los instintos primarios y más básicos. Como la supervivencia, el refugio y la protección que procuraba Viggo Mortensen en La carretera. O la alimentación esencial como el Robinson Crusoe moderno de Tom Hanks en Náufrago. Lo hallamos por ejemplo en los capítulos sobre el colectivismo en una urbanización, o de un pastor (Jesús Carroza) protegiendo su rebaño en plena montaña.

No obstante, vamos a encontrar muchos otros conceptos económicos primordiales en el periplo de los personajes de la serie. La imposibilidad de contar con recursos ilimitados y tener que hacer una asignación de los mismos de la manera más racional posible, como bien muestra uno de los capítulos sobre la gestión de un hospital sin energía y con escasez de todo. O como en el caso de los temporeros de una finca rural en el último capítulo. Habrá que tomar decisiones, y muy difíciles: compartir y optimizar al máximo los recursos, organizarse y dividir el trabajo con otros…

Como decíamos al principio, hay otros dilemas morales que pretende plantear la miniserie en su conjunto. Pero no cabe duda que el arte de la vida es saber adaptarse a los cambios, y hacerlo con racionalidad económica.