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Un cartel de serie que no puede ser más elocuente

Series que son un buen negocio (II): atención a lo último desde Francia

Como hemos visto también en el anterior episodio de este serial sobre series filmeconómicas, hay propuestas argumentales de lo más interesantes y de rabiosa actualidad. En este caso no deberíamos dejar pasar esta buenísima selección de series (en formato mini o series cortas), y que vienen del país vecino con una magnífica calidad y con muy buen fondo de reflexión crítico.

Y es que la cinematografía francesa siempre ofrece temáticas muy interesantes, más allá del estilo de la Nueva Ola (‘Nouvelle Vague‘) que tanto gusta a los cinéfilos de salón. Recientemente hemos visto cómo su cine se centra en concienciar sobre temas socioeconómicos muy relevantes, de ahí las numerosas películas que abordan asuntos relacionados con la cultura, el mundo literario y la educación; o el multiculturalismo, la integración social y los problemas de las periferias (‘les banlieues‘)…

En este sentido, las series propuestas aquí abordan temáticas igualmente atractivas a las citadas o a las que ya vimos en el episodio 1: corrupción política y económica, cambio climático y crisis, y el mundo tóxico de las grandes corporaciones y los recursos humanos.

Por ello, sin duda estas cuatro series francesas de reciente producción deberían tener toda nuestra atención:

4. Marseille (Dan Franck, T1 2016 y T2 2018)

Aunque a priori se trate de un tema recurrente, la corrupción política y económica, ya hemos visto que está siempre de triste actualidad. Al menos la industria cinematográfica se está esmerando para ofrecernos producciones muy atractivas y de mucho interés, reflejando críticamente esta externalidad negativa de gran coste económico. Algo que no es exclusivo de Francia y que ya hemos podido constatar en los últimos años con series y películas sin ir más lejos en nuestro país, y de muy buena calidad.

El duelo entre dos grandísimos actores de Francia como Gérard Depardieu y Benoît Magimel es genial y suficiente como para interesarse por la serie. Dos temporadas que se hacen breves ante tanta trama y nivel de maquiavelismo. Lo que sea con tal de alcanzar el poder y sobre todo mantenerse en él: pura realidad política. Con las tentadoras opciones de enriquecerse y jugar (con fuego) a ser dioses que siempre tienen los políticos influyentes.

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Una intensa relación amor-odio de Benoît Magimel y Gérard Depardieu en ‘Marseille’

El aliciente de la serie además del duelo entre ambos, y a pesar de las relaciones familiares y políticas que conforman una historia algo enrevesada, reside en un escenario tan multicultural e históricamente propicio como la ciudad de Marsella. Óptima para todo este tipo de tramas delictivas vinculadas a la mafia, el narcotráfico y la delincuencia organizada.

Por ese motivo, su alcalde no puede quedar al margen de todos los trapicheos que se dan en la ciudad: los de la ‘french connection‘ de siempre, el equipo de fútbol de la ciudad… Y por supuestísimo el gran proyecto inmobiliario de todo político que se precie, ese pelotazo urbanístico enmascarado en forma de legado o patrimonio: un Casino lujoso en la mejor zona de la ciudad.

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3. Lupin, Parte 1 (George Kay, 2021)

Recordarán muchos el manga japonés Lupin III de este pícaro e intrépido personaje que emitía la televisión en los 1990. Es una  especie de Sherlock Holmes a la francesa basado en una serie de novelas de principios de siglo XX, aunque este caballero tenga la particularidad de ser un ladrón de guante blanco.

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Romain Duris, Omar Sy y el manga japonés son los Lupin más contemporáneos

Esta versión contemporánea en formato serie (habrá Parte 2 en breve), es más puro entretenimiento. Destaca por una muy buena acción e intriga, con todo tipo de trucos en unos cinco capítulos que trascurren rapidísimos.

Sin duda la principal atracción es la transformación digital del personaje, que hace uso de la tecnología y las redes sociales para llevar a cabo su venganza personal contra la trama de corrupción política y económica que tanto ha afectado a su vida. En realidad no es más que un aventajado imitador y fervoroso seguidor del personaje literario de Arsène Lupin. Omar Sy está genial en esta particular adaptación, y vuelve a brillar como en Samba o Intocable.

La combinación de las tecnologías con el escapismo y la picaresca hacen que Omar Sy sea un más que digno representante de su álter ego Lupin.

Además de la trama económica que implica el robo del collar y conspiraciones varias, hay puro espectáculo: engaño, entretenimiento, prestidigitación, ilusionismo, mentalismo… Hará las delicias de los amantes del subgénero de películas como El truco final (El prestigio), El ilusionista o Luces rojas. No en vano cuenta con asesoramiento de los creadores de Ahora me ves.

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2. Recursos Inhumanos (Ziad Doueiri, 2020)

Otras interesantes temáticas y bien tratadas por la industria francesa son la cultura tóxica en las corporaciones y las complejidades del mercado laboral. Esta serie combina ambas siguiendo la estela de muy buenas películas como la Arcadia (Costa-Gavras, 2005) de José García con esa competencia voraz por un ansiado puesto de directivo, o de la cultura tóxica corporativa vista en el caso real de France Télécom en Corporate (Nicolas Silhol, 2017).

Como ya pudimos comprobar, los procesos de selección se pueden (y los pueden) convertir en un esfuerzo titánico e increíblemente surrealista tanto por las altas exigencias del mercado, el desfase entre demandantes y ofertas de empleo, y la ‘creatividad y empatía’ de los gestores de RRHH.

Este es uno de esos casos, un afable padre de familia interpretado por un sorprendente Eric Cantona (exfutbolista reconvertido a actor) que se ve obligado a transformarse en una reencarnación del último Liam Neeson de acción. Desesperado por cambiar su suerte se predispone para cualquier cosa con tal de obtener su objetivo final: ser contratado y dejar atrás microempleos y precariedad.

La mezcla de conspiración corporativa, la técnica desmadrada de RRHH del juego y simulación de roles (‘role playing‘) y la acción que proporciona Eric Cantona son unos ingredientes perfectos.

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1. El colapso (Jérémy Bernard, 2019)

Y por último, la mejor de todas ellas. La serie que contenta a todos: a los puristas por su técnica de filmación, a los que buscan entretenimiento del bueno, y por supuesto a los que reciben con agrado reflexiones y miradas críticas.

El título no lleva a equívoco ninguno. A pesar de los avisos de parte de la comunidad científica y activistas sobre las consecuencias del cambio climático, llega el fatídico día en el que se produce un giro inesperado. ¿¡Qué pasaría si todo a lo que estás acostumbrado dejase de funcionar!?

En ocho breves capítulos de entre unos quince y veinte minutos se narran diversas situaciones en las que se nos expone de forma trepidante en qué se convierte ese «sálvese quien pueda». De repente hay que pasar de las necesidades más superfluas y artificiales a las más básicas necesidades de supervivencia como el alimento y refugio. Una caída en picado desde lo alto de la pirámide de Maslow.

Que sean situaciones independientes entre sí en cada capítulo, sin personajes protagonistas ni interrelacionados, no implica que no haya un arco argumental. Ya sea la falta de suministro de combustible en una estación de servicio, el desabastecimiento de un supermercado o una evacuación; siempre subyace el planteamiento de ¿¿cómo nos comportaríamos en situaciones anómalas??

Rodado todo en el mitificado plano secuencia (y más después de la reciente carrerita del protagonista de 1917), la vivacidad y tensión es elevada. Es de una acción vibrante, creando ansiedad en el espectador por la desesperación que hay en los personajes con los que nos podríamos identificar perfectamente.

Su enfoque intenta poner en valor la necesidad de replantear tanto el modelo de producción como el de consumo actual, y que aboca a ese tan temido efecto catastrófico de un calentamiento global sin freno. Acertadamente en mi opinión se caricaturiza a los negacionistas o escépticos.

 

Aunque es evidente que los colectivos de supervivencialistas o «colapsólogos» son algo histriónicos, y las prevenciones que toman ante la hipotética crisis social, colapso económico o catástrofe climática se antojan algo exageradas y tremendistas. Ello puede dar a lugar a esa falta de su credibilidad de buena parte de la opinión pública.

No falta el cliché más habitual del cine catastrofista, el científico ignorado y hasta ridiculizado por políticos y periodistas desinformados o descreídos.

 

Rodea siempre un ambiente similar al de una película canadiense con la que comparte ciertos puntos de vista, El declive (Patrice Laliberté, 2020). Ésta muestra a estos grupos de activistas como una suerte de paramilitares en plena preparación para el trueque, la autosuficiencia energética, y con planes de seguridad y defensa llegado ese fatídico día. Visto así parecería una especie de secta religiosa esperando el apocalíptico Fin de los Días.

En cualquier caso, los recientes acontecimientos de la pandemia de la Covid-19 o los fenómenos extremos en el clima con los Filomena o DANA de turno son más que un claro indicador de que la senda actual no es la más apropiada. Así que todas las situaciones de crisis social, colapso económico y catástrofe climática de la serie son de lo más relevantes, esperemos que no terminen por ser también instructivas como ha sucedido con la película Contagio y otras tantas del subgénero de hecatombes y crisis sanitarias.

Está disponible para visionar actualmente en el canal AMC de Movistar+ o en Filmin.

El resto de las citadas son de la plataforma Netflix.