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Pánico, pandemias y catástrofes sanitarias en el cine

A propósito de este fenómeno socioeconómico de rabiosa actualidad, la propagación del coronavirus, veremos algunos ejemplos cinematográficos que resultan bastante descriptivos y que nos aportan interesantes reflexiones para comprender toda esta situación de pánico que estamos viviendo.

Sin el alarmismo de amenazas “zombies” ni cosas similares

Bien cierto es que no se trata de una situación que no se haya producido con anterioridad, por lo que no es algo absolutamente novedoso. Recientemente ya hemos vivido brotes de ébola en el Congo con su expansión más allá de aquellas fronteras, todavía hoy por desgracia lo intentan paliar las autoridades locales e internacionales en la zona origen del foco de infección.

Otros casos también han sido relativamente recientes como por ejemplo el llamado «mal de las vacas locas” o el caso de la gripe aviar. Remontándonos a un periodo histórico más lejano y haciendo uso de novelas y manuales de Historia, incluso recordaríamos los de la mal llamada “gripe española” de 1918, o la peste negra bubónica que asoló la Europa medieval por el siglo XIV.

Pero a decir verdad esta crisis o emergencia sanitaria ocasionada por este tipo de virus hasta ahora desconocido (coronavirus, neumonía de Wuhan o Covid-19) está resultando ser mucho más trascendente de lo esperado o de lo que en un principio tanto las autoridades chinas como internacionales parecían advertir. No sabemos si por exceso de celo en cuanto a la precaución para no generar una contraproducente alarma social, por simple desconocimiento de sus consecuencias o efectos, por pura irresponsabilidad, o todas las anteriores.

El cine siempre ha explotado muy bien el recurso de mostrar sociedades asoladas por pandemias o por estragos del cambio climático.

Sea como fuere, el cine como siempre nos anticipa y retrata la realidad con niveles de dramatización tales que cuando suceden hechos de la magnitud que nos ocupa, uno siempre recuerda películas donde este tipo de situaciones eran el hilo argumental de la trama y puede ajustarse perfectamente al momento actual. Es fantástica esa evocación de la realidad que una película puede generar, y la fidelidad con la que imágenes y frases del guión llegan a ser tan esclarecedoras.

El cine siempre ha recurrido y sigue explotando el recurso de mostrar sociedades asoladas por pandemias o por estragos del cambio climático, que nos reflejan sociedades distópicas e inhabitables a menudo desprovistas de humanidad. A pesar de que no es el objeto de este artículo el presentar tales ejemplos cinematográficos de amenazas zombies ni del cine catastrófico, sí vale la pena mencionar algunos casos útiles como el de Guerra Mundial Z (Marc Forster, 2013).

El motivo de ello es que se aborda en buena parte de la película por un lado la solución militar para la evacuación y aislamiento de la población infectada, y sobre todo por el otro lado la aportación de la ciencia y la industria farmacéutica para encontrar remedios para la cura del mal a combatir. En esta ocasión Brad Pitt se encarga heroicamente de ello, buscando la salvación in extremis mediante un antídoto. Siempre en un ambiente de pánico e incertidumbre generalizado.

 

Encontramos otras referencias parecidas también en Soy leyenda (Francis Lawrence, 2007) con Will Smith investigando sobre un virus particular que lo mantiene viviendo en la más absoluta soledad; u otras como 28 días después (Danny Boyle, 2002), Inferno (Ron Howard, 2016), Infectados (Álex y David Pastor, 2009) donde un virus apocalíptico persigue a todos sus protagonistas. Todas ellas de género similar, y de las que se puede extraer información de cómo la ciencia enfoca las probables soluciones investigando y experimentando con pacientes cero y poniendo a prueba la inmunología de otros pacientes que resisten el envite de la enfermedad, además de reflejarnos cómo reacciona la sociedad ante tal amenaza a la supervivencia y la propia existencia humana.

Como un ejemplo claro de la situación actual de este coronavirus

No obstante dicho todo lo anterior, Contagio (Steven Soderbergh, 2011) es la película por excelencia para un momento como el actual por su enorme similitud con los hechos que están acaeciendo, tratándose casi de una especie de documental trepidante. Resulta muy acertada la exposición del tema en la misma por su fidelidad y su pertinencia con respecto a los hechos que estamos viviendo. Y es que, basada en una experiencia real reciente, se describe a la perfección tanto el origen del virus como todas las fases de la propagación del mismo y sus consecuencias sociales e incluso económicas.

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«No hables con nadie, no toques a nadie, no te acerques a nadie», le dice Matt Damon a su hija en ‘Contagio’

El origen del problema parecería evidente (o no) que se produzca a consecuencia de una serie de circunstancias determinadas a modo de tormenta perfecta sociosanitaria: la falta de unas mínimas condiciones fitosanitarias en la industria alimentaria y la elevada densidad de población en algunas zonas del mundo como en este caso de la región asiática, que aceleran el proceso de propagación.

Por ello, la participación de las autoridades internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) es inevitable y absolutamente imprescindible. No en vano a causa de la globalización y el comercio internacional, tanto personas como mercancías se trasladan de un lugar a otro frente a la incapacidad real de ser controlados al máximo nivel de detalle y conseguir neutralizar un virus de ese tipo. Siendo una de las razones por la cual el pánico se propaga a velocidades superiores que el propio virus.

La prioridad de las autoridades es identificar el origen del problema, ese paciente cero, para poder trazar un rastro del virus y evitar que se propague de manera exponencial.

 

El enfoque de la película, como se ha mencionado antes, resulta didáctico y expone conceptos muy claros de cómo se produce todo el proceso desde el foco de infección hasta su propagación.

El siguiente vídeo es claramente explicativo y contiene extractos de la película que pueden revelar buena parte del hilo argumental y su desenlace final, por lo que puede considerarse como destripe o “spoiler” para aquellos que no hayan tenido la posibilidad de visionarla aún.

 

Otro concepto interesante que se trata en la película hace referencia al uso oportunista de parte del sector de la industria farmacéutica y del conflicto que se genera ante la escasez de vacunas para tratar la enfermedad, planteando el hecho de que acabe en manos de países y personas más poderosos dejando la zona realmente afectada desprovista de material sanitario.

Si en lugar de vacuna pensamos en otro tipo de medicamento o incluso en las famosas mascarillas nos encontraremos ante una situación factible de ese tipo de conflicto. A falta de que se descubra la solución médica por parte de la industria, parece evidente que la producción de la misma no cubrirá el exceso de demanda ni las expectativas de aquellos con mayor riesgo de exposición. La oferta con probabilidad acabará acaparada, paradójicamente, por aquellos que menos la necesiten y que por pánico deseen consumirla aún no encontrándose en zonas de alto riesgo sino en países occidentales. En la película ocurre con vacunas «francesas» que son intercambiadas por la propia Marion Cotillard a un grupo de chinos que la tenían secuestrada con ese botín de por medio.

En la actualidad ya se están dando esos casos de aumentos de precio ante la escasez de las socorridas mascarillas, o el incremento en la cotización bursátil de algunas empresas farmacéuticas y de investigación biológica que han experimentado algún tipo de avance en relación a este virus.

El miedo por desinformación: bulos y oportunismo mediático

Dado que “nadie es inmune al miedo”, la incertidumbre genera pánico en los mercados con caídas de valores e índices bursátiles, salvo en los casos comentados en líneas anteriores que se deben a la escasez de oferta y exceso de demanda, y esas expectativas positivas de paliar la amenaza.

No en vano, además de en la economía financiera también en la economía real o productiva se ha suspendido la actividad productiva e industrial en algunas regiones de China, lo cual conlleva una repercusión directa en el comercio internacional al producirse una reducción de importaciones desde Asia, unido a restricciones de tráfico aéreo y cierre de algunas fronteras.

En los últimos días además, se ha conocido el caso del norte de Italia (en un núcleo tan poblado e industrializado como Milán y alrededores) y su expansión en España, con lo que la sensación de riesgo evidente para el crecimiento de la economía mundial es ya palpable. Pensemos en la repercusión que puede tener en la producción industrial o en el propio turismo mundial: con cancelaciones de festividades como el Carnaval de Venecia, congresos como el Mobile World Congress, las vacaciones de miles de turistas nacionales y extranjeros en las Fallas, la Semana Santa o incluso el verano en España, etc.

 

En todo ello es donde surge la relevancia de las fuentes autorizadas de información. Pero la información a pesar de que hoy día parece abundante gracias a las tecnologías y su difusión por Internet y redes sociales, continúa siendo asimétrica. No todos disponemos de la misma información, pero sobre todo aún disponiendo de ella debemos plantearnos si es veraz.

¿Ayudan los medios de comunicación a reflejar el verdadero escenario en el que nos encontramos? Como infodemia se ha bautizado ese fenómeno por el cual los medios exageran o generan un agravamiento del problema en su afán de sacar rédito en forma de audiencia y crear expectación como si de un espectáculo se tratase.

En el ejemplo cinematográfico propuesto, Jude Law es un periodista sin escrúpulos que aprovecha toda esta situación para beneficiarse tanto en notoriedad pública como económicamente al difundir toda clase de información infundada a través de bulos y noticias falsas, además de promocionar una medicación milagrosa.

Este es el otro gran riesgo, el uso desmesurado de la información alarmando innecesariamente, y que puede generar un clima de pánico tanto social como económico agravando la situación y el clima de incertidumbre. Mucho más allá de los efectos biológicos que pueda ocasionar el virus, como vimos en pandemias recientes. Afortunadamente tanto la tasa de mortalidad como su propagación no es todo lo apocalíptico que uno puede llegar a temer ante tanta exposición y repercusión mediática (o cinematográfica, aunque al menos el espectador aquí es más consciente de la dramatización), aunque sí revista de mucha más gravedad que crisis anteriores.

Quedaría mucho hasta la situación más drástica de todas, esa hollywoodiense intervención militar

Aunque a medio camino entre la línea de las películas de apocalipsis zombie o catástrofe climática y la propuesta, podríamos revisar otra película como Estallido (Wolfgang Petersen, 1995) que viene a recrear la expansión de un virus muy similar al del ébola por territorio estadounidense a través de un pequeño mono que es introducido en el país como mercancía para ser comercializado como mascota. Algo bastante plausible por otra parte. Este pobre animalito que es portador del virus, origina todo un despliegue militar y de la Guardia Nacional forzando al aislamiento de una zona con el fin de dar con él.

Para Morgan Freeman y Dustin Hoffman surgen todo tipo de dilemas éticos y morales en relación a cómo atajar el problema. Está la solución más humanitaria y científica apoyada en la esperanza de resolverlo todo mediante la medicina y la biología, y por el otro lado la de eliminar el problema a la manera estadounidense, esto es a base de fuerza militar y munición en grandes dosis.

 

Recientemente tuve la ocasión de visionar una película surcoreana que trataba sobre el tema, Virus (Kim Sung-su, 2013), que resulta también muy interesante ya que se desarrolla en países asiáticos. Los asiáticos evidentemente aportan la visión más aproximada de la situación, ya que por aquellos lares están desgraciadamente habituados a la propagación de este tipo de enfermedades y a lidiar con ellas, dados todos los condicionantes indicados anteriormente.

Igualmente nos encontramos ante los dilemas anteriores de cómo proceder ante cuarentenas, acuartelamientos y otras medidas drásticas.

Desafortunadamente, a día de hoy el coronavirus ya no es un virus con una letalidad limitada a un ámbito muy concreto como pareciera hace unas semanas. Por las informaciones que hay al respecto, se ha propagado por prácticamente todo el globo y habrá que estar expectantes a sus estragos.

Asimismo, el pánico y la incertidumbre que genera, magnifica aún más los efectos tanto en los medios como en los mercados financieros y en la actividad económica real, y es ahí donde ahora mismo existe un inquietante desconocimiento sobre cuáles podrían ser sus efectos. Principalmente sus efectos prolongados en el tiempo resulta de lo más preocupante, hasta cuándo puede afectar a la economía, una vez se pueda alcanzar la prioridad de mitigar y eliminar su mortalidad.