La fiebre

Series que son un buen negocio (XLVII): ‘La fiebre’ sociológica

Ziad Doueiri es el creador de esta excelente La fiebre (2024). Una serie francesa que aporta un interesante punto de vista de la actualidad política, y que viene avalada por algunos de sus éxitos precedentes como Recursos Inhumanos o Baron Noir.

En esta ocasión hay una batalla entre dos modos de entender la vida y la realidad política, encarnada por dos excompañeras de trabajo. Dos analistas de sociología política y expertas en comunicación de las que tanto gustan en programas y canales televisivos de Todología. A pesar de contar con una excesiva jerga de sociólogo político, que hará las delicias de académicos complutenses, el nivel intelectual con el que intenta desgranar su visión de la situación sociopolítica actual es de lo más interesante.

Sin duda se trata de un buen análisis sobre las imperfecciones y la búsqueda de comprensión de las tendencias sociales, sea cual sea el sesgo ideológico de los personajes con el que el espectador más se identifique.

Parte de la premisa lógica de que la chispa de la radicalización y el enfrentamiento social está a menos de 35 milímetros. De un mero detalle detonante, como puede ser el ejemplo del argumento de la serie. Un escándalo de lo más mediático, una estrella de fútbol del país galo agrediendo en directo a su entrenador, en pleno evento televisado.

Tratándose de un jugador negro (racializado), surge una controversia alimentada y fagocitada por los clásicos bandos antagonistas de posiciones radicales. «¿Los racializados pueden ser racistas?». Golpear a lo Zidane a su entrenador al grito de «Toubab» (un calificativo peyorativo de ‘blanco’) no es la mejor idea de Thiam Fodé. Unos plantearán la discriminación inversa y otros el racismo sistémico como explicación de los peligros sociales de Francia a partir de este escándalo mediático. Ahí es donde entrará en juego la enriquecedora batalla entre las dos expertas en comunicación y ciencias políticas. Ambas se afanarán en controlar el relato con todo tipo de técnicas, teorías y concienzudos análisis.

Todo un equipo para atajar la crisis mediática y social (Foto: Movistar+)

Samuelle (Nina Meurisse) como asesora de una agencia de crisis mediáticas y gestión de imagen pública, contratada desde el primer minuto por el club de fútbol para apagar el fuego. Y Marie Kinski (Ana Girardot), su némesis, una ‘influencer‘ que busca propagar su ideología a través de este incidente. Una agitadora de masas. La destreza dialéctica de ambas y su capacidad analítica de la situación serán propias de unas auténticas virtuosas de la Sociología y la Comunicación.

El trasfondo principal de la serie es plantear al espectador el contexto en el que se fraguan las batallas, la generación de corrientes de opinión pública. Puro marketing político, que valiéndose de cualquier subterfugio, sirve para que cada facción reinterprete datos estadísticos o sus verdades absolutas con el fin de validar sus argumentos radicalizados.

La propuesta de la serie obviamente evidencia el sesgo ideológico del director, que presenta a Samuelle como una entregada analista ansiosa por conocer la sociedad, cuáles son sus tendencias, y anticipar los cambios que se avecinan. Sobre todo pretende evitar una gran catástrofe. La agorera predicción de una Guerra Civil. Por ello, interpreta a una especie de heroína bienintencionada que navega entre una tormenta entre las embestidas de los activistas indigenistas ‘woke‘ y el influjo mediático de una neoconservadora como Marie Kinski. Gente buscando confrontación continuamente para propagar sus constructos ideológicos.

Pese al exceso de conceptos abstractos y jerga especializada, hay aspectos reflexivos muy notables. Uno de ellos, la importancia del fútbol además de detonante como buen reflejo social. Un subproducto de la batalla y la pasión identitaria que plantean los bandos. Planteando cuestiones respecto de los prejuicios racistas en el fútbol y la animalización de los cuerpos negros.

O por otro lado, la capacidad de infiltrar determinadas ideas radicales en el imaginario de la opinión pública para convertirlas en comunes. Trasgrediendo la teórica Ventana de Overton. La legalización del uso de las armas en Francia, es el tabú social en cuestionamiento.

Fútbol, racismo y mucha política…Una bomba mediática de relojería. (Foto: Movistar+)

Otro aspecto relevante en la serie hace referencia al uso de las redes sociales y la tecnología para difundir ideas y mensajes tendenciosos, controlando el rumbo del debate público. Hay un especialista tecnológico que hace las veces de trol como el protagonista de Hater, aunque más profesional mediante bots y no tan visceral. También se pretende mostrar cómo mediante el uso de técnicas analíticas sofisticadas gracias al efecto viral de las tecnologías, se puede ejercer influencia sobre los ciudadanos. Clara muestra sería el detalle pormenorizado de acciones de los activistas pro Brexit en la película de Benedict Cumberbatch, y que bien aprovecha Marie Kinski. Por ello, Samuelle y sus compañeros de la agencia saben de la importancia de la monitorización y la segmentación en RRSS, sus mensajes (más bien tiktoks), y revisan continuamente el efecto manada en ellas con los hagstags.

Sin olvidar que no habiendo podido quitarle hierro al asunto, no queda otra que ser proactivos y contrarrestar. Además han de garantizar la viabilidad del club Racing de París. Su presidente y propietario (Benjamin Biolay), teme una notable pérdida de valor de mercado, y se cierne la amenaza de un proyecto inmobiliario ambicioso en plena ciudad de París. Clubes de fútbol, poder, y grandes negocios. Por contra, se lleva a cabo el plan de compromiso social e incluso adoptar un sistema de autogestión promulgado por la agencia, como una cooperativa, emulando la Democracia Corinthiana de los 1980. Una propuesta algo ingenua tratándose del mundo de los clubes de fútbol profesionales, una de los grandes industrias de nuestro tiempo.

En definitiva, es una buena serie, muy a la francesa, (hiper)reflexiva. «Al final todo es política». Aun siendo así de conceptual y abstracta, ofrece planteamientos económicos y sociopolíticos que son la base para entender nuestros días. Con referencias recurrentes a El mundo de ayer de Stefan Zweig.