Título original: Le monde d’hier
Año: 2022
Duración: 89 min.
País: Francia
Dirección: Diastème
Guión: Diastème (adaptando la novela de Stefan Zweig)
Fotografía: Philippe Guilbert
Música: Valentine Duteil
Reparto: Léa Drucker, Denis Podalydès, Alban Lenoir, Benjamin Biolay, Emma de Caunes
Productora: Fin Août Productions
Distribuidora: ADSO Films
Género: Drama | Política
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Una visión de la política que atormenta. De igual manera al director como al novelista de la obra literaria de idéntico título en la cual se inspira esta historia.
Pesimismo sobre el destino de nuestras vidas, en manos de una política abocada irremediablemente a repetir errores del pasado. Por ello, se imbuye ciertamente del espíritu fatalista y derrotista de Stefan Zweig. Un autor con una vida trágica de exilio y suicidio, ante la pérdida de expectativas vitales. Por cierto, unos últimos años de vida narrados en Stefan Zweig, adiós a Europa. El nazismo y las guerras, la imposibilidad de una coexistencia pacífica en el mundo le llevó a tales determinaciones.
El mundo de ayer como película, es de lo más oportuna en el tiempo y forma en la que se estrena. Aprovecha perfectamente la coyuntura de las recientes elecciones presidenciales francesas. Después de un nuevo auge de la extrema derecha de Le Pen. Como resultado ha vuelto a acariciar la victoria, cada vez con mayores posibilidades en estas segundas vueltas de infarto.
Un aspecto de gran relevancia en Francia. Como bien indica uno de los personajes (Denis Podalydès), ya está ocurriendo en otros muchos países como Turquía, Brasil, Hungría,… Partidos extremistas en el gobierno, de derechas o de izquierdas (Cuba, Venezuela, Corea del Norte). Un mundo cada vez más polarizado y radicalizado que resulta inquietante. Un gran elemento desestabilizador de la Unión Europea y de las democracias, con una Rusia agitadora activa de todas esas tensiones.
En la trama se dan situaciones extremas en las que de modo maquiavélico, los oponentes se valen de cualquier tipo de artimaña para lograr sus ansias de poder.
Pese a esa loable pretensión de crítica de las altas esferas políticas, se usa un enfoque excesivamente dramático. Hay demasiada teatralidad. Su protagonista se muestra como una especie de diva o actriz de tragedia griega, la presidente de Francia encarnada por Léa Drucker. Asimismo, la música clásica que acompaña la acción, busca embriagar las escenas con una solemnidad y dramatismo que termina por ser histriónico.
Particularmente, a pesar de menos sutiles aunque igual de abyectos, son más recomendables los políticos de series como Marseille de cara a mostrar esa falta de escrúpulos.
Lamentablemente, ese esteticismo acaba por prevalecer en el transcurso de la película languideciendo los tejemanejes de la sucia política. La visión crítica y censura de ese poder absoluto y el funcionamiento de la política se ensombrece. La propuesta técnica no permite culminar sino en una intriga política algo insípida y demasiado preocupada en lo preciosista y planos artísticos.
De cualquier modo, la idea que subyace es potente y sirve para poner de manifiesto que seguimos estando en manos de políticos capaces de hacer «lo que sea necesario».
Como ya parecía advertir El hombre del sótano, deja un planteamiento interesante sobre si es justificable ser permisivos con los más radicales. O si por contra, es necesario combatirles con todos los medios al alcance por ilegales o poco éticos que resulten. Un auténtico círculo vicioso.
El mundo de ayer se estrena en cines este 29 de abril.
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Lo mejor: la censura de comportamientos y planteamientos políticos nada éticos.
Lo peor: el enfoque tan artístico limita el potencial de generar más intriga.
Nota: 5,5/10