Título original: Marco
Año: 2024
Género: Drama / Thriller / Biográfico / Holocausto
Duración: 98 minutos
País: España
Dirección: Jon Garaño y Aitor Arregi
Guion: Jon Garaño, Aitor Arregi, José Mari Goenaga y Jorge Gil Munárriz
Reparto: Eduard Fernández, Nathalie Poza, Daniela Brown, Chani Martín, Sonia Almarcha, Fermí Reixach, Vicente Vergara…
Fotografía: Javier Agirre Erauso
Música: Aránzazu Calleja
Llego tarde a escribir sobre esta maravilla dirigida por dos inteligentes hombres, pues entre mis exámenes cuyas asignaturas aborrezco (informática, no sé que hago ahí) y, desafortunadamente, la DANA en mi ciudad, no he sido capaz de hacer mucho y tampoco veía el momento perfecto para reivindicar la lectura de mis tediosos y ridículos textos. Es curioso, porque pude verla semana y media antes del estreno, y no fui capaz de escribir antes de estas dos ocurrencias, algo me ocurrió, una impotencia cuya notoriedad nunca se manifestó hasta ahora. Y por muy necio que parezca, el refrán me ha dado una buena hostia en la cara: «No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy». Soy gilipollas, lo sé, y me encanta.
Esta nueva película —aunque no sé si llamarla película, verdad o mentira—, que entró en la sección Orizzonti en el 81 Festival de Venecia y compitió con Segundo Premio y La estrella azul para representar a España para los próximos Oscar 2025, dirigida por dos hombres que, juntos, han creado merecidas exitosas obras como Handia, La trinchera infinita y Cristóbal Balenciaga. Llevaban desde 2006 dándole vueltas a esta idea de un ser que no sabría jamás cómo describir: Enric Marco Batlle. Alguien que no sé si admirar positiva o negativamente, pero admirar seguro. Por su manera de haber inventado una vida tan falsa sobre una gran verdad tras numerosos años mientras era alabado hasta que, en 2005, el historiador Benito Bermejo, encontró sus mentiras, e intentó que Marco dejara su falsa vida desde las sombras para que no le afectara públicamente, pero el narcisismo de este mentiroso hacía evitar al historiador mientras seguía justificándose y buscando coartadas. Llegó hasta ese punto. El punto de él mismo creerse su propia fantasía. Le estaba degradando el hecho de sentirse importante, querido, idolatrado. Y no alguien más que, simplemente, funciona en el mundo.
Y en realidad, existe cierta confusión interesante en esta historia. Enric Marco fue Secretario General de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y se convirtió en el presidente de la Amical de Mauthausen de España mientras impartía sus cínicas charlas a tan ingenuos como escépticos jóvenes y mucha más gente sobre su supervivencia en un campo de concentración nazi, en Flossenbürg. Los dejaba alucinados. Sin embargo, he aquí lo confuso, su carisma relatando su «experiencia» dio visibilidad a los afectados de la II Guerra Mundial. Era CAPAZ de informar de los supuestos hechos cuyos verdaderos afectados eran totalmente INCAPACES, porque esas pesadillas volvían, mientras que las del impostor ni existían. (Javier Cercas escribió El Impostor.) Eso era carne fresca para el personaje que decía que <<todo era por una buena causa>>. Unos dicen que sí vale la pena, otros la niegan completamente. Yo me encuentro en un callejón sin salida sobre tal pregunta.
Y siento que eso es lo que buscan los siempre geniales Aitor Arregi y Jon Garaño. No juzgan nada ni a nadie. Utilizan la primera escena para enseñar el claque. Así avisar de la mentira en la que uno se adentra al experimentar tal historia, de lo que es realidad y lo que es ficción. No se interponen en un opinión absoluta sobre Marco (eliminaron una escena donde el protagonista rompe a llorar al final de la película, porque incidía en el típico victimismo que manipula al espectador), que encarna un descomunal Eduard Fernández, merecedor de premios. Es la fuerza más magnética de la película gracias a la humanidad y locura con la que maneja al personaje. La gestualidad. La VOZ. La mirada sombría. Es y está despampanante.
En Marco, su narrativa me confunde. A veces pienso que es lineal, otras no lineal. Pero, de todas formas, toda su historia se puede experimentar aquí. Se cuenta todo con atractiva perturbación, magnetismo y se encamina desde un drama personal hasta un thriller agradable. Existe estupefacción e hilaridad gracias a las contradicciones del protagonista. Todo se forma y complementa satisfactoriamente, incluso poniendo en duda y reflexión a la persona, contando su intimidad y sus relaciones familiares y públicas. No es una copia sino una reconstrucción desde el espejo de un ser que fabuló su vida con la mentira y la memoria a través de la verdad.