Gonzalo Validiez sintió la llamada de la interpretación y decidió ingresar en la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla (ESAD) en el año 2018. Hoy, se prepara para su segundo año consecutivo en el Festival de Teatro Clásico de Mérida. En esta ocasión, el actor interpreta al protagonista de la obra clásica Prometeo Encadenado, dirigida por Raquel Bazo. Además, compagina este proyecto con Las Aves, de la compañía Teatro del Velador. Esta versión de la obra de Aristófanes, dirigida por Juan Dolores Caballero, volverá a rotar por los teatros de España en febrero del próximo año.
Pregunta: La pregunta obligada en estos tiempos, ¿cómo has vivido la cuarentena?
Gonzalo Validiez: Pues ha sido una etapa dura, pero dentro de los altibajos, tengo que reconocer que bien. He estado tranquilo, he recuperado lecturas, he visto mucho cine. Afortunadamente nadie de mi gente ha pillado el bicho. Pero bueno, ha sido difícil, se ha tenido que dejar de ensayar, de trabajar… En fin, complicado, tanto en el sentido personal como en el profesional.
P: Antes de aceptar que tu vocación era la interpretación estudiabas una carrera más tradicional, ¿cómo encontraste la fuerza para cambiar y dedicarte a una profesión tan sacrificada como es la del actor?
GV: Yo es que tengo la sensación de que no me queda otra opción que hacer esto. La interpretación es algo que tenía dentro desde siempre, pero hasta ese momento no sabía bien qué era. En cuanto le supe poner nombre, no dudé ni un momento en perseguir lo que me gustaba. Yo lo tengo bastante claro, no siento que sea una muestra de valentía, ni mucho menos. Quizás es un punto de inconsciencia, pero no pienso tanto en la precariedad como para equilibrar la balanza a ver si me compensa o no. Es verdad que es una profesión muy difícil, pero es lo que me hace feliz. Entonces no me cabe en la cabeza hacer otra cosa. Yo ya tengo la sensación de estar donde tengo que estar, ya “he ganado” al estar donde quiero estar. Entonces, todo lo que venga a partir de ahora, va a ser genial.
P: El actor, ¿se nace o se hace?
GV: Yo siento que he nacido actor. No por talento, sino porque es lo que me hace feliz. Aquí es donde quiero estar, y no se me ocurriría qué otra cosa hacer. No es una cuestión intelectual, sino que es algo que nace de las tripas. Ahora pienso en muchas cosas que he jugado de pequeño, mi forma de ver el mundo, mi forma de relacionarme, mi forma de imaginar… A eso que sientes tienes que ponerle nombre y, al menos en mi caso, asumirlo, porque no me queda otra. Es una cuestión muy vocacional, y además está todo lo que tú tienes que aprender para darle forma. Leer, exponerte a la cultura, ver teatro, ver cine, etc. A mí todavía me queda mucho, y siendo como soy no creo que vaya a parar de aprender nunca.
P: ¿Se puede vivir de la carrera de actor o es necesario complementarla con otro tipo de proyectos?
GV: Hombre, yo no vivo ni muchísimo menos de ser actor. Estoy formándome todavía, y voy ganando algún dinerillo con los trabajos que van saliendo. Pero, por supuesto, no podría vivir solo de esto. Entonces, pues, voy haciendo cosillas paralelas que me permitan disfrutar de la interpretación. Pero siempre teniendo el foco aquí, y el resto, que sean cuestiones alimenticias.
P: ¿Consideras que es un mundo cerrado?
GV: Yo no creo que sea un mundo cerrado. Sí que, como todas partes, si conoces a gente tienes esa ventaja. De que te puedan invitar a ver un ensayo, de que puedan contar contigo para trabajar. Pero al final, yo creo que es cuestión de currar mucho. Al menos tengo esa imagen del profesional que quiero llegar a ser, aunque todavía me queda mucho.
P: Desarrollas tu trabajo principalmente en teatro, ¿te gustaría dedicarte al audiovisual o te sientes más atraído hacia el espectáculo en vivo?
GV: Estoy en un momento muy temprano de mi formación y de mi desarrollo profesional. Soy muy joven, entonces no me siento instalado en ningún sitio. Sí que es cierto que el teatro es lo que me apasiona, lo que me ha traído hasta aquí. Por lo que intuyo que nuestra relación va a ser perenne. El teatro va a estar en mi vida siempre porque es algo que me apasiona. Hay algo del contacto directo con el público, de los niveles de adrenalina tan fuertes que se alcanzan al desarrollar un personaje ‘aquí y ahora’, que hace impagable al teatro. Pero me encantaría actuar también en audiovisual. La cámara me fascina, entonces el poder compaginarlo sería fantástico.
P: Con Prometeo Encadenado, dirigido por Raquel Bazo, será tu segundo año consecutivo en el Off Festival de Teatro Clásico de Mérida. ¿Crees que hay alguna diferencia entre interpretar obras clásicas y obras contemporáneas?
GV: A priori no tiene por qué, todo depende del lenguaje que el director quiera utilizar y del código en el que se trabaje la obra. Es verdad que hay ciertas cosas establecidas en lo clásico, pero no te pones un chip distinto para actuar en una obra clásica y una obra contemporánea. Fundamentalmente, hay un personaje que tiene un conflicto, unas circunstancias dadas, un objetivo, etc. Los componentes son los mismos, aunque el lenguaje utilizado pueda ser diferente. Aunque hay propuestas que precisamente buscan romper con eso. Con Prometeo Encadenado estamos trabajando la tragedia desde lo épico, siendo muy fieles al texto original, por lo que la obra comparte esos códigos con la tragedia clásica. Me siento muy afortunado y agradecido de trabajar aquí. Mérida es una ciudad hermosa, donde la gente vive y ama el teatro de una forma alucinante y preciosa. Se respira teatro, y me encanta. Solo puedo dar gracias, gracias, gracias.
P: Formas parte de la compañía del Teatro del Velador, activa con la adaptación de Juan Dolores Caballero de la obra Las Aves. ¿Cómo se vive un proyecto de este nivel?
GV: Es una suerte haber podido entrar en esta compañía y trabajar con unos profesionales y compañeros maravillosos, a las órdenes de un director muy guay. El ambiente es una pasada. A mí me encanta representar la obra en distintos lugares, conectar con distintos públicos y convivir con los compañeros en carretera. Los ensayos me encantan, mucha búsqueda, exploración… Y compartirlo con ellos es maravilloso, son como mi familia. Este fue mi primer trabajo, entonces es un proyecto que estoy disfrutando y espero que dure mucho.
P: ¿Cómo te preparas para tus nuevos proyectos? ¿Sigues algún método?
GV: Como estoy en un momento muy temprano de mi formación, no tengo tanta experiencia como para tener algún método fijado. Voy probando, intento poner en práctica aquello que voy aprendiendo. También depende del trabajo y de lo que quiera el director. Trato de seguir lo que me dicen los poquitos directores con los que he trabajado, de ir empapándome de su forma de pensar y de trabajar. Pruebo lo que veo que le funciona a gente que admiro. Por ejemplo, últimamente estoy pensando mucho en el vestuario del personaje, los zapatos que usa, etc. Todo lo que lleva por fuera ya te coloca el cuerpo en un sitio, y ya te sale diferente hasta la voz.
P: ¿Cómo conseguiste meter la cabeza en tus primeros proyectos?
GV: El motor son las ganas de trabajar, de aprender y de seguir formándome. Me muevo mucho y procuro estar siempre en todas partes, apuntándome a todo lo que puedo. Si me invitan a un ensayo, o puedo colaborar en lo que sea, lo hago. Y he tenido la fortuna de que eso se ha convertido en trabajo. Yo creo que el trabajo llama al trabajo.
P: Empezaste en el teatro como ayudante de dirección. ¿Qué te ha aportado esa experiencia a la hora de actuar?
GV: Soy muy culo inquieto, me gusta mucho moverme y aprender. Creo que, como actor, todo suma y te nutre. Entonces, fue mi forma de meter la cabeza en el mundo profesional, de trabajar al lado de un muy buen director y de ver trabajar a un muy buen equipo. Simplemente viendo se aprende mucho. Entonces, me ha aportado mucho contacto con lo profesional, y lo disfruté mucho. No es a lo que me quiero dedicar, pero sí que lo hacía con la aspiración de aprender como actor, viento a otros compañeros y a un director trabajar. Fue muy gratificante, y una experiencia maravillosa. Me parece una muy buena forma de empezar.
P: Entonces, ¿no te ves adaptando y dirigiendo en un futuro?
GV: Quién sabe, ¿no? Lo que me ha traído hasta aquí es el jugar encima del escenario, el trabajo del actor. Entonces, es lo que soy, y quiero seguir siéndolo mientras pueda. Pero sí me gustaría, dentro del hecho escénico y del teatro, acercarme al teatro desde todos los lugares posibles. También creo que de ahí puedo aprender como intérprete, pero siento que mi centro es ser actor, y todo lo que pueda complementar eso, maravilloso será. Me encantaría vivirlo.
P: ¿Cómo te gustaría que evolucionara tu carrera?
GV: A mí me encantaría dedicarme toda la vida a la actuación. Con eso yo ya sería feliz. Me encantaría tener 80 años y ser un actor, ya está. Un actor arrugado, viejo y “más quemao’ que la pipa de un indio”. Subirme a un escenario, a jugar y a poner el cuerpo, hasta que éste me lo permita. Siento que quiero hacer teatro toda mi vida, y si encima lo puedo compaginar con audiovisual, pues sería fantástico. Y, por supuesto, parecerme a los grandes actores que admiro. Trabajar con todo el que pudiera, para enfrentarme a distintas formas de trabajo, a distintas formas de dirigirme, a distintos lenguajes, a distintos códigos… Tocar toda la variedad posible, porque creo que eso me va a hacer crecer mucho. Simplemente quiero que mi carrera evolucione. Quiero actuar, ya está.
P: ¿Qué consejo le darías a las personas que quieren dedicarse a la interpretación?
GV: No me siento en lugar de darle consejos a nadie. Pero, si a mí alguien me dijera que quiere dedicarse a la interpretación, pues yo le diría ‘hazlo’. Ya está. El otro día leí una cosa que escribió Pablo Messiez, que es un director que me encanta, y decía algo así como ‘yo no le daría ni un consejo a un actor, porque el actor lo es por la necesidad de serlo’. Como tienes la necesidad, lo haces y punto. Entonces, si a alguien le gusta esto, adelante. Prueba y lánzate, que vida solo hay una.
Prometeo Encadenado, en el Off del Festival de Teatro Clásico de Mérida los días 28, 29, 30 y 31 de julio. Dirigido por Raquel Bazo y protagonizado por Gonzalo Validiez y Carmen da Silva, entre otros.