El vecino, la nueva serie de Nacho Vigalondo para Netflix es el costumbrismo superheroico que queremos ver
El cine español está de celebración estas semanas: en unos días será la ceremonia de entrega de los Premios Goya, y justo ayer, con las nominaciones de los Oscar, la magistral Dolor y gloria de Pedro Almodóvar fue nominada a Mejor Película Extranjera, y su protagonista, Antonio Banderas, que interpreta a un álter ego de uno de los directores más laureados de nuestro país, recibió una nominación a Mejor Actor Protagonista. Por su parte, Klaus, la película de animación que ha producido Netflix y dirigido Sergio Pablos, recibió la nominación en la categoría de Mejor Película Animada, junto a pesos pesados como la tercera entrega de la saga Cómo entrenar a tu dragón o el vehículo de Disney de la temporada, Toy Story 4.
Con esta euforia colectiva que nos ha invadido, es fácil olvidarse de los éxitos pasados, pero también de los presentes; y me apetece destacar esta semana una serie que me ha traído de vuelta algunas de las cosas que más (y que menos) me gustan de nuestro país. Hablo de El vecino, la producción de Netflix con la que Nacho Vigalondo vuelve después de su genial Colosal (y breves encuentros con los videoclips y episodios sueltos de televisión).
El vecino trata sobre un chaval normal de Madrid, Javi (Quim Gutiérrez) que tiene problemas con su novia periodista Lola (Clara Lago), con su único amigo y jefe Alfonso, con sus vecinos y ahora, además de todos ellos, un extraterrestre le ha hecho una visita rápida y le ha dejado un traje de superhéroe y una pistola con la que consigue regeneración, superfuerza y la posibilidad de volar.
Javi no está preparado para ser un superhéroe. Con un poco de ayuda de José Ramón, su nuevo vecino, va a tener que aprender qué se supone que tiene que hacer un superhéroe, pero no va a aceptar la idea común que tenemos. Viene siendo un tema habitual en la filmografía de Vigalondo, especialmente con películas como Extraterrestrial o Colosal, el utilizar las “movidas extraterrestres/superheroicas” para hablar de los problemas más íntimos de una persona.
La plaga de las casas de apuestas, el karma, el vecino camello, los cantantes de reggaetón y trap que están todas partes, la precariedad en el periodismo, nuestra obsesión por la imagen y sobre todo por los perritos, especialmente si los perritos llevan rueditas porque no pueden andar bien. Todo está en El vecino, y sirve a Vigalondo para explorar la psique de unos personajes cercanos al espectador medio, para los que los superpoderes son más un problema que una responsabilidad.