Málaga se viste de gala una vez más para recibir su Festival de Cine Español. El certamen, que celebra este 2022 sus cuarto de siglo sigue consolidado como uno de los eventos cinematográficos más importantes del país ofreciéndonos en esta ocasión una cuidada selección de películas que darán bastante que hablar a lo largo del presente año.
En esta ocasión, el festival cuenta con nombres como realizadores ya conocidos como Carla Simón, Dani de la Orden o Daniel Guzmán, pero también con nuevos talentos con los que comparten cartelera como Alauda Ruíz de Azua, y los últimos trabajos de directores andaluces como Juan Miguel del Castillo o Jota Linares. Una variada Sección Oficial de cintas que cubren desde el drama social hasta la comedia más desenfadada.
En este artículo, recopilamos algunas de las críticas más destacadas de las películas proyectadas en el evento.
- Código emperador (Jorge Coira)
Jorge Guerricaechevarría es uno de los mejores guionistas de este país, por no decir el mejor. El laureado con dos Premios Goya por sus adaptaciones a la pantalla grande de Celda 211 (2009) y Las Leyes de la frontera (2022), se sumerge esta vez en la mente de un hacker de la policía que nada entre dos aguas: el deber y la moral y su propia felicidad. Se encarga de la dirección Jorge Coira de manera solvente, aunque es extraño verlo fuera de la televisión para dirigir una película.
La película tiene tintes del cine policíaco de Sorogoyen, e incluso resuena a El reino (2018) cuando se desarrolla la trama sobre la corrupción. Sin duda, Código Emperador es una película recomendable para los amantes del género o de Luis Tosar.
- Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa)
Cinco Lobitos está contada a las mil maravillas, manejando el tempo narrativo como muy pocos cineastas han logrado. Si le dijeses a alguien que Cinco Lobitos es la obra cumbre de la maduración cinematográfica de una cineasta de renombre, ese alguien se lo creería sin dudar. Es una película que emociona desde lo vital y encandila desde lo cinematográfico. Presenta una serie de preguntas que harán reflexionar a todos sus espectadores y se quedará en la retina de todo el que lo vea.
Sin alardes actorales o momentos para lucirse en exceso, Susi Sánchez y Laia Costa firman el dueto protagonista más acertado, cohesivo y emocionante de nuestra cinematografía reciente. Sus respectivos maridos ficticios, Ramón Barea y Mikel Bustamente, equilibran a la maravilla la presencia y potencia de ambas, siendo una maravillosa personificación de esa ineptitud general masculina en temas como la paternidad o las responsabilidades domésticas.
- La cima (Ibor Cormenzana)
Como si de una milagrosa bombona de oxígeno se tratase, La Cima tratar de dar las fuerzas necesarias a sus dos protagonistas para sobrevivir ante las vicisitudes de la escalada, metafórica y real al mismo tiempo, a una de las montañas más míticas del mundo, el Annapurna. El guion de Nerea Castro cuenta en muy poco tiempo , a través de muy pocos personajes y en muy pocas aunque espectaculares localizaciones, una historia gigantesca de dolor y superación en una de las montañas más altas del mundo.
Dicho esto, cabe destacar una de las principales razones por las que vale la pena ver La Cima, su dueto actoral. En un registro en el que nunca habíamos visto ni a Javier Rey ni a Patricia López Arnaiz, la película se construye a partir de dos de las actuaciones más destacadas de nuestro cine en los últimos meses. Exigidos tanto en lo físico como en lo emocional.
- La voluntaria (Nely Reguera)
Al ser la segunda película de Nelly Reguera, es inevitable compararla con su primera obra, María (y los demás). Ambas se sirven de la presencia constante en todas las secuencias del personaje protagonista, de una gran actriz, en este caso Carmen Machi. La trama es la de una médico jubilada que tiene unos hijos mayores que han hecho sus vidas alejados de ella. De ahí su interés por seguir sintiéndose útil convirtiéndose en voluntaria.
Si en su anterior trabajo la fórmula le funcionó es porque la historia es buena, es un drama, es la vida, tiene su gracia y sus tristezas. Pero en La voluntaria, deberían haber optado por un formato trágico, en sentido estricto. Es decir, que la protagonista intentase luchar contra el destino conociendo sus consecuencias y que, por luchar contra ello, se acabase cumpliendo.
- Mi vacío y yo (Adrián Silvestre)
Mi vacío y yo, el nuevo largometraje de Adrián Silvestre, fue construido a la par y bajo las mismas intenciones de realismo que su documental Sedimentos (2021), sobre las experiencias de algunas mujeres trans. La película consigue sorprender con un relato personal, realista y agradable, que no nos aleja de cierta crudeza pero que tampoco nos sumerge en el drama absoluto.
Este es un relato muy personal sobre lo que significa sentirse completo, o por el contrario, vacío. Su clave reside en ofrecer una visión precisa sobre los procesos de transformación y aceptación, en un mundo que no siempre lo acepta todo. Podemos interpretarla en una doble vertiente: por un lado, representa la realidad trans de una forma muy acertada; por otro, nos habla de lo que supone la búsqueda de uno mismo.
- Alcarràs (Carla Simón) – FUERA DE CONCURSO
Estiu 1993, la primera película de Carla Simón, consiguió elevar la calidad de los estrenos del cine español del 2017 gracias a un minucioso retrato sobre su niñez. Con Alcarràs con la que consigue consagrarse como una de las mejores directoras de nuestro país del nuevo siglo.
Una familia payesa propietaria de un campo repleto de melocotoneros en Lleida, perfectamente interpretada por actores y actrices noveles, tendrá que mantenerse unida ante el inminente final de una tierra que injustamente dejará de ser suya. Y aquí, en la última cosecha, es donde la directora nos muestra la vida de cada uno de los componentes de los Solé sin dejar a ninguno de ellos en el olvido a la hora de construir una historia totalmente coral. En definitiva, la empatía de Carla Simón es hacer sentir como nuestro un problema que algunos no conocemos.