Tras haber dado cierre, en este serial, al cine de terror estadounidense, nos toca hablar del cine de terror de sus vecinos de continente: Latinoamérica. Es cierto que el cine de terror latinoamericano da para mucho y se debería analizar país por país, cosa que no rechazamos hacer en un futuro. Se ha decidido desarrollarlo en general para hablar un poco de sus títulos más destacados. También se analizarán los elementos sobrenaturales que más predominan en su narrativa.
No sé si estáis familiarizados con la cartelera de terror latinoamericano. En mi caso, he consumido bastantes títulos, en especial, de Netflix. La gran mayoría de películas de la plataforma tratan sobre la pérdida de la fe y la brujería. En muchos de los casos fusionan ambos conceptos, creando historias de terror relacionadas con el paganismo. Más allá de estos conceptos, que en un principio pueden llamar, la ejecución de estos títulos no son del todo adecuadas. A mi parecer, se aproximan más a la búsqueda de lo grotesco que a lo sobrenatural y al misterioso.
Además de esa predominancia de los temas religiosos o de brujería, en Latinoamérica, al igual que en España, tratan muchos temas desde la psique humana. El sentimiento que más exteriorizan es la culpa, donde el personaje está afligido por ese concepto y toma acciones en base a ello.
Otro factor común que se ha encontrado en un alto porcentaje de títulos de este calibre, es la predominancia del papel de la mujer como foco de lo maligno o como víctima del pecado. Concepto que recuerda un tanto a los inicios del cine slasher que se mencionaron en su momento.
Más allá de estos conceptos, basándome en los títulos calificados como los más destacables del continente, he encontrado dos elementos claves adicionales que sostienen la narrativa de terror latinoamericano: las casas y las leyendas.
Las casas es un concepto muy amplio, ya que, a fin de cuentas, es un espacio como otro cualquiera que puede sostener una historia. Cuando hago referencia a las casas, lo hago desde la perspectiva de que ellas también cumplen un papel importante para la historia, son un personaje más. En casos de películas como La casa lobo (Cociña, León, 2018), ese edificio es donde ocurre toda la historia. En el caso de este título, nos encontramos con una película muy diferente. Para empezar, toda la historia se cuenta como si fuese una historieta o cuento para niños. Después tenemos lo visual, que fusiona diferentes estilos artísticos con diferentes modos de animación. La principal intención de esta obra es la de adaptar el concepto que todos tenemos interiorizado sobre el cuento de los tres cerditos y adoptarlo a una crítica política.
Como tal, La casa lobo no es una película de terror, no hay fantasmas ni sustos por doquier, pero todo el conjunto hace que sea tenso, buscando llamar la atención del espectador desde diferentes vías.
Siguiendo con los títulos relacionados con casas, tenemos La casa del fin de los tiempos (Hidalgo, 2013), una historia sobre una casa maldita que secuestra al hijo de la dueña. Al principio se presenta como una historia un tanto cliché con elementos que ya hemos visto en otros títulos de casas encantadas. Afortunadamente, todo se queda en eso, en la sensación de cliché. La historia está muy bien conducida y los giros dramáticos están muy bien hilados, conduciendo a todos y cada uno de los eventos de forma coherente. Durante toda la película te hacen ver que la casa es el antagonista, cuando en realidad es la aliada. Tiene algunos ramalazos que me recuerdan a la película citada en el serial del terror español: La habitación del niño.
Otro título a destacar es La casa muda (Hernández, 2010), donde nada es lo que parece. Un padre y una hija se mudan a una casa vendida por un amigo de la familia. Este amigo le presenta la casa y les dice que no vayan a la planta de arriba si no quieren que les pase cosas malas. Ahí ya te están presentando la incógnita sobrenatural. Lo interesante de esta película es cómo saben mantener esa incógnita, presentándote una premisa de casa encantada que para nada lo es. Generan bastante bien la tensión desde la ignorancia, sosteniendo el gran grueso de la película y tensión a través de la ausencia de grandes cantidades de diálogo.
Algo en común que se aprecia en estas películas con títulos de “casa”, es que, aunque la casa es un pilar importante desde el desarrollo de la historia, no es un ente maligno ni algo sobrenatural, es el contenedor y un espacio cerrado para sostener la historia. Y este espacio está muy bien aprovechado de cara a plantear todas las posibles incógnitas que puedan rodearle.
Los siguientes títulos no tienen a las casas como un pilar de su narrativa, pero sí que hablamos de edificios contenedores que influyen en el desarrollo. Es por ello que aprovecharemos el recorrido de lo ya mencionado para citar los siguientes títulos.
El primero que debe ser mencionado es No dormirás (Hernández, 2018), dirigida el mismo realizador de La casa muda. En esta película, que colabora con la industria cinematográfica española, se habla sobre el experimento del sueño. Muchas teorías e imaginarios hablan del cerebro humano y la capacidad de sugestión tras varios días sin conciliar el sueño. En el caso de esta película, aprovechan este concepto para realizar un teatro alternativo. En este teatro, los actores son capaces de encarnar a personas que vivían en un psiquiátrico antes de su abandono. A través de esta ausencia de sueño y conexión con los fantasmas del pasado, nos adentraremos en una historia cargada de misterios y, por fin, de elementos sobrenaturales.
En segundo lugar, tenemos Sobrenatural (Gruener, 1995), una película que habla de encierros, lutos y malas brujerías. La protagonista de esta película presencia como su amiga fallece por motivos desconocidos, haciendo que acabe paranoica con todo lo que rodea a su hogar. Con esta película se recalca ese concepto hablado anteriormente, el de que las mujeres somos las malas y se plantea ese concepto de la perfección y purismo femenino. A través de la tensión, se tratan temas de vodoo, celos e incógnitas que podrían rozar lo sobrenatural.
Para cerrar con el contenido más común del terror latinoamericano, tenemos ese cine que se basa en mitos y leyendas de cada territorio y que los representan como es debido. Aunque quiero mencionar dos títulos que aprovechan las leyendas para contar historias que representan el presente de cada país.
Quiero comenzar hablando de México Bárbaro (2014), una antología de ocho relatos basados en leyendas mexicanas. La forma de narrar los eventos es desde lo grotesco y el gore. La suciedad, la sangre y los seres sobrenaturales de aspecto grotescto están a la orden de todos y cada uno de los relatos. Cabe indicar que está sobrecargado de sexualidad y, en especial, sexualización del cuerpo femenino, donde no hay relato donde no aparezca una mujer desnuda o satisfaciendo a algún hombre sexualmente. Aparentemente, la adaptación de las leyendas fue interesante y la película tuvo buena acogida pero, personalmente, visualizar esta película ha sido una experiencia horrible. Pero bueno, para gustos, los colores.
Otro título a destacar es el caso de La Llorona (Bustamante, 2020). Y no, no es la película estadounidense en la que sale ese fantasma que quiere secuestrar al hijo de la protagonista de la película. Es un título en el que aprovecha el concepto y la lectura de la leyenda de ‘La Llorona’, para adaptarla a una situación real y más próxima a lo cotidiano. En este caso, ‘La Llorona’ es un ente que busca venganza ante una injusticia ocurrida en su país. Años atrás del presente de la película, un militar participa en un genocidio contra una población de Guatemala. Tras la absolución de sus crímenes, los resquicios de venganza de esa población aparecerán en forma de ‘La Llorona’, exteriorizando de una forma más humana todos los eventos del mito.
Para finalizar, no se puede hablar del cine de terror latinoamericano sin hablar de la figura de Guillermo del Toro, el maestro del terror fantástico. Su ópera prima Cronos (1993) marcó un precedente en su cine, creando esa seña de identidad que tanto representa al autor. La película habla sobre un aparatejo creado por un alquimista que se alimenta de sangre, a cambio, proporciona la juventud eterna. “Oficialmente”, es la única película propiamente latinoamericana, ya que el resto de títulos han sido realizados en Estados Unidos o en España, como es el caso de El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006). Aun así, es importante destacar su figura y cómo a día de hoy sigue reivindicando la importancia del cine de su país, México.
Y con esto damos fin al cine de terror latinoamericano. Hay muchos títulos que se han quedado sin mencionar, pero la esencia que define a su cine ha sido mencionada. El concepto de la familia, el hogar y la fe son las palabras claves para escribir cine de terror en este lugar. ¿Algún título adicional que quieras comentar?