Título original: Madre sólo hay dos
Año: 2021
Duración: 38 min.
País: México
Dirección: Carolina Rivera (Creador), Fernando Sariñana (Creador), Kenya Márquez, Sebastián Sariñana, Carlos González Sariñana, Fernando Sariñana
Guion: Carolina Rivera, Fernando Sariñana
Música: Ximena Sariñana, Dan Zlotnik, Camilo Froideval
Fotografía: Mario Gallegos
Reparto: Ludwika Paleta, Paulina Goto, Martín Altomaro, Liz Gallardo, Javier Ponce, Oka Giner, Dalexa Meneses, Emilio Beltrán, Zaide Silvia Gutiérrez, Roy Verdiguel, Samantha Orozco
Productora: Perro Azul. Distribuidora: Netflix
Género: Tragicomedia
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El año 2021 empezó con un rayo de esperanza en forma de vacuna y vestido de ciencia y progreso. En el apartado audiovisual, los creadores Carolina Rivera y Fernando Sariñana nos sacaron una carcajada con el estreno en Netflix de ‘Madre solo hay dos’, una comedia donde el feminismo y la diversidad pintan mucho.
Desafortunadamente para quien redacta estas líneas, descubrí la dramedia mexicana en junio, sin embargo, la polarización de las dos protagonistas y sus conexas y caóticas historias surtieron su efecto: unas horas de risa y reflexión a través de una historia sencillamente enrevesada.
Ludwika Paleta y Paulina Goto dan vida a Ana y Mariana, dos mujeres absolutamente diferentes descubren que sus bebés fueron accidentalmente cambiados al nacer. No obstante, si esta situación no fuera ya de por si compleja, surgen las subtramas de otros personajes secundarios que se conecta con la historia de las protagonistas.
Cabe resaltar que ‘Madre no hay más que dos’ aprovecha la ironía y la vida cotidiana de Ana y Mariana, que salvo en embrollo de cambio de hijas al nacer y la correlación amoroso sexual de otros integrantes de la familia, bien pudiera parecer “corriente” para hablar de maternidad, sobre las expectativas sobre las mujeres durante el parto y después de este, la amistad entre hombres y mujeres, la fluctuación de la orientación sexual, las controversias sobre la edad de las mujeres: demasiado mayores o demasiado jóvenes, y también, uno de los temas estrella: la conciliación.
Temas actuales, necesarios de visibilizar, y que el reparto de ‘Madre solo hay dos’, al que se suman Martín Altomaro, Liz Gallardo, Javier Ponce, Oka Giner, Dalexa Meneses, Emilio Beltrán, Zaide Silvia Gutiérrez, Roy Verdiguel y Samantha Orozco, sentencia a través del humor y la extravagancia de las telenovelas; cuyas bondades el equipo de esta serie ha sabido exprimir manteniendo en todo momento la intriga y el melodrama que se conjugan con pinceladas verídicas con la que la espectadora y el espectador pueden identificarse.
De todos los asuntos que abre esta ficción señalaría, por un lado, la relación entre hombres y mujeres, especialmente los intentos de amistad a medias entre Mariana y el padre de su hija, y por otro lado, las presiones sobre las mujeres referidas a la maternidad que a grandes rasgos se manifiestas en cada capítulo y que son razones de oro por las que ver ‘Madre solo hay dos’.
En primer lugar, a la expareja de Mariana, Pablo, se la presenta como un hombre inmaduro, joven, al cual la responsabilidad de ser padre le da miedo y huye, hasta que recapacita justo antes de dar a luz ella. Mariana, que durante este período sale con otra mujer, deja claro al padre de su hija que mantendrá una relación cordial con él y podrán disfrutar ambos del bebé. La situación comienza a torcerse cuando este desea ir más allá y sus buenas intenciones como padre camuflan a su vez el deseo de volver a retomar su relación con Mariana.
A pesar de conocer la justificada respuesta de que esta dramedia, que transpira los giros rocambolescos de la telenovela, me lleva a pensar, la falta de tacto del personaje masculino al insistir en varias ocasiones en la reconquista de Mariana, a la cual entendemos como bisexual en la trama, a pesar de que nunca se la etiqueta.
Un punto muy positivo de esta serie y de la trama de Mariana es presentarla con los miedos e inseguridades de una madre primeriza y una mujer que recobra su normalidad tras la dureza de un parto, retomar las relaciones sexuales o trabajar ese efecto retrogrado “antisexy” de las madres.
Es más, confiando en Pablo, Mariana retoma su actividad su sexual: una decisión de guion interesante donde se ve que para mantener una relación sexual no debe haber solo hay atracción entre los personajes sino una relación de confianza y comunicación que, en el caso de Mariana le aporta una seguridad clave para retomar su vida sexual, a pesar de que luego esta acción confunda el acuerdo inicial de mantener una relación cordial entre padres.
Esas inseguridades dadas por la falta de experiencia las solventa Ana, madre por tercera vez, y que enfrenta la conciliación desde un punto de vista salvaje: empeñarse en continuar con su pasión, esto es, su trabajo o ceder ante las presiones familiares y labores de quedarse en casa y dedicarse en exclusiva a la crianza.
Ana se mantiene firme ante su decisión y la serie nos regala en su empresa escenas hilarantes con sus jefes, unos señores a los que una buena dosis de feminismo les abre a la fuerza los ojos. El personaje de Ana también habla de la hiperproductividad y de los matrimonios que se apagan con los años y unas y unos se acomodan. También habla del deseo y de salir de la rutina.
Y es que la polarización de la trama le da una riqueza muy creativa a ‘Madre solo hay dos’, y es cierto que la serie mexicana no revoluciona el género, pero si acentúa temas sociales muy importantes. Sus artimañas y enredos de guion bajan la temperatura en los momentos más tensos, pero es cierto que las actrices principales, Paleta y Goto, defienden el tono en cada instante.
Y si interpretativamente hay que poner en valor el trabajo del reparto, aunque sin duda brillan de forma coral, hay que apuntar el carisma con el que tejen Ana y Mariana su relación totalmente irreconocible en el primer y último capítulo.
La química entre las actrices es notable y esto lo saben perfectamente sus guionistas, ya que como cierre de temporada nos introducen un giro muy interesante en la relación que existe entre ambas.
Ahora bien, esta nueva puerta que se abre, si bien sería un acierto explorarla, espero que no sea un anzuelo para la comunidad cinéfila LGTBIQ+, agotada de ver como se retuercen y maltratan las relaciones entre los personajes visibles en televisión.
Además, sin incidir en el spoiler, una segunda temporada donde se añadiera otro tema candente como explorar la relación de dos mujeres en diferentes puntos de vida profesional y personal debido a una diferencia de edad podría dar también mucho juego.
Esta primera temporada ha estado a la altura en todos los sentidos, es por ello, que la segunda temporada, ya confirmada, de ‘Madre solo hay dos’ puede traernos muchas alegrías, necesarias reivindicaciones y un buen puñado de carcajadas.
La serie habla de muchas cuestiones relevantes, pero lo principal es que habla del amor, del amor entre personas sin importar su género, orientación sexual o cualquier característica a considerar. se resumen entrañable que hace el espectador que finaliza la temporada con ansias de una segunda ronda es lo que me lleva a recomendar esta ficción.
A la cual la música de Ximena Sariñana, Dan Zlotnik y Camilo Froideval da un toque maestro para conjugar ‘Madre solo hay dos’, una comedia donde el feminismo y la diversidad pintan mucho.
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Lo mejor: una comedia divertida que introduce novedades en cuanto a la construcción de personajes
Lo peor: no presenta un concepto nuevo dentro del género
Nota: 7/10