Al Pacino contra nazis. La premisa con la que se construye Hunters, la nueva serie de Amazon Prime, ofrece un cebo irresistible, jugoso y prometedor. La idea es tan sencilla como eficaz: conformar un grupo de justicieros y de pirados, meterlos en una bat-cueva y ponerlos a perseguir y cazar nazis conspiranoicos y ocultos en la sociedad estadounidense de finales de los 70. ¿Qué puede fallar?
Que la serie no sabe muy bien qué quiere ser. Porque uno no espera que de una premisa tan deliciosamente descabellada acabe desembocando en afluentes tan distintos y contrarios entre sí. La mezcla de tonos, mensajes, temas y motivaciones es extraña. Cada una de las partes de esa extraña mezcla funciona de maravilla, pero esas piezas no encajan del todo en su conjunto, y queda el producto a medio hacer, incompleto.
Que no se malinterprete. Hunters es tremendamente disfrutable. En Amazon parecen saber construir historias de digestión ligera, pero que, al contrario que su rival Netflix, eso no quita brillo al producto. Su afán por enganchar no hace cojear la calidad de la historia en demasía. Con Hunters eso se ve claramente, aunque haya algún matiz que convenga comentar.
Hay que volver a hablar de esa extraña mezcla de tonos, de esas piezas provenientes de distintos puzles. La serie recuerda en sus peores momentos – y esta relación es inesperada – a Underworld (sí, esa saga que parece que nunca existió). A la mínima abstracción en los diálogos de Hunters uno acaba viendo de nuevo el añejo enfrentamiento entre dos razas milenarias, como si de una lejana leyenda se tratase, como si en lugar de nazis y judíos uno viese hombres lobo y vampiros.
Esa extrañísima relación es mal síntoma de que la originalidad en el conflicto brilla por su ausencia – y por su complejidad -. La serie parece huir despavorida de lo sutil, de las medias tintas. Sí hacen un buen trabajo con Logan Lerman y su personaje, introduciendo dudas y contradicciones notablemente colocadas. Pero no va mucho más allá.
Por el contrario, en sus mejores momentos Hunters recuerda a The Boys – aunque carezca de su acidez – y eso es siempre una buena noticia. Si acogiese con más autenticidad el tono de está recién adaptada -también por Amazon- serie de locos superhéroes estaríamos ante una maravillosa historia.
Donde más y mejor reluce Hunters es precisamente cuando es consciente de lo absurdo de su premisa, de lo descabellado de tener una monja con pistolas y a Josh Randor de seductor desfasado. Es en esos momentos, cuando la propia serie se mira a sí misma y reconoce que, ya que los nazis han sido los grandes villanos en la ficción occidental en las últimas décadas, lo mejor será darle un enfoque socarrón.
Al final, obras como Jojo Rabbit (2019) o Malditos bastardos (2009) funcionan porque saben que el espectador tiene estudios de Máster en nazis en la gran pantalla y aprovecha ese filón. Pero la serie duda. ¿En thriller? ¿Es comedia? ¿Es drama? Todo y nada a la vez. Y eso es bueno y malo a la vez. ¿Es Fargo o Escuadrón Suicida?
Hunters es una serie cuyo mayor pecado es quizá tomarse demasiado en serio a sí misma. Si asumiera la sencillez de su concepto con más orgullo se convertiría en una serie rebosante de incisiva sátira que maquillarían mejor sus carencias de originalidad. Con todo, es una serie que da sin pedir nada a cambio, y se disfruta. Al Pacino cazando nazis. ¿Qué más quieres?