la piel del volcán

Crítica – ‘La piel del volcán’

Título original: La piel del volcán

Año: 2021

Duración: 90 minutos

País: España

Dirección: Armando Ravelo

Guion: Armando Ravelo y Nira Cabrera

Fotografía: Mario Blanco

Sonido: Manolo Tricás

Música original: Navid Hejazi

Dirección de arte: Pablo Ravelo y Mari Carmen Hernández

Edición: Armando Ravelo

Productoras: Las Hormigas Negras, Proyecto Bentejuí y Doble Diez Televisión

Sitio web oficial de la película

El último trabajo del cineasta grancanario Armando Ravelo llega como un soplo de aire fresco para el archipiélago canario, justo en el momento adecuado, cuando parece que todo empieza a recolocarse y la esperanza asoma por la ventana de una sociedad que espera reencontrarse con la vida y, permítanme la comparativa, con el cine.

La piel del volcán llega a los cines canarios el día 21 de mayo y es de esas películas que el espectador necesitará ver dos veces para poder apreciar cada detalle y la excelente dirección de fotografía con la que Mario Blanco nos adentra en el patrimonio natural e histórico de Gran Canaria.

La piel del volcán
Fotograma de ‘La piel del volcán’

Ravelo presenta en esta cinta la historia de Raquel (Yanely Hernández), una arqueóloga, que está a punto de presentar en una rueda de prensa el hallazgo de un yacimiento arqueológico único: dos cuerpos de distintas épocas, el siglo XV y el año 941, han aparecido en un mismo enterramiento en el municipio de Valsequillo. A partir de este descubrimiento el espectador irá conociendo la vida que esconden esos huesos que explican cómo han llegado hasta ese lugar.

Así se inicia la trama, tres historias entrelazadas donde el amor conduce y conecta cada una de ellas. No obstante, analizar La piel del volcán es ir más allá de esa conexión tan bien urdida que realiza Nira Cabrera junto al director y editor del filme, Armando Ravelo, en un guion ágil y bien estructurado que permite, a pesar de la complejidad de unir tres escenarios y personajes totalmente diferentes, que cada pieza encaje perfectamente y lo más importante: que la persona que la ve no se desenganche en ningún momento.

Y es que La piel del volcán impresiona no solo por su fotografía y dirección de arte, sino que también por un montaje dinámico que no deja acomodar al espectador en la historia y, por lo tanto, lo mantiene activo sintiendo con los aborígenes la traición y la derrota de su pueblo en 1483 o la angustia de Segismundo (Mingo Ruano) cuando mira a la cara de su hermana Salvadora para no contarle la verdad sobre su marido Roberto (Maykol Hernández) en 1941.

No es la primera vez que Armando Ravelo defiende en su cine la identidad canaria, sin embargo, con La piel del volcán la dignifica y ofrece una historia donde se habla de las tradiciones y de la historia con elegancia, integrando elementos tanto en escena como en guion con naturalidad, elementos que son y están y permiten seguir desarrollando esta ficción.

Como bien se ha adelantado, en La piel del volcán todo está conectado y el peso de este vínculo lo llevan sus tres actores principales: Yanely Hernández, que interpreta a Thiya, Salvadora y Raquel, Ruano que da vida a Ik, Segismundo y Ramón, y Maykol Hernández que encarna a Usem, Roberto y Diego.

La piel del volcán
Maykol Hernández como Usem

Tres personajes por cada actor, un reto. Y es que nos plantamos en la Conquista de Gran Canaria cuando el ejército castellano ha conseguido doblegar a la población indígena a través del asesinato, la violación, la esclavitud y la evangelización. En esta época cabe resaltar el trabajo de Maykol Hernández, donde la fuerza y la aflicción de Usem al entender, en el fondo, que su territorio y su cultura están condenados marcan la intensidad de las secuencias, especialmente cuando se produce un punto de inflexión en esta historia donde un sacerdote hace añico el ídolo de Tara, una figura aborigen identificada con el culto a la fertilidad y con el papel social de la mujer, y con este hecho explota la ira y la pena, que Hernández manifiesta con rigurosidad.

Saltamos hasta la posguerra en Canarias, donde muchos luchan clandestinamente por la libertad y son perseguidos, encarcelados y asesinados, un escenario marcado por la represión y la escasez. Y aquí los hermanos Segismundo (Ruano) y Salvadora (Hernández) conforman un tándem brutal, ambos nos acercan a las dos caras de la época, a la doble moral y a la resignación desde distintos ángulos: la reticencia al cambio, lo hombría entendida de aquella manera, las expectativas sobre las mujeres y las tradiciones calladas, donde el director aprovecha para guiñar un ojo a los seguidores de otro de sus trabajos anteriores, La cueva de las mujeres, donde la brujería y el poder que otorga el conocimiento a las mujeres determina el ritmo de la historia, siempre en la sombra.

Yanely Hernández como Thiya, Salvadora y Raquel

Esa determinación y coraje la expresa Salvadora y también Raquel, dos personajes con intervenciones precisas y que gracias a la destreza de Yanely Hernández a la hora de transmitir con la mirada y, en definitiva, con la expresión no verbal que maneja, aunque haya un silencio pautado en guion, la actriz impregna de vida cada instante que cubre en pantalla. ¿Alguna vez se ha planteado el espectador como se dibuja la traición, la ternura o la decepción? En La piel del volcán Yanely Hernández dará una clase magistral de todo ello.

Y viajamos también a la actualidad, al 2021, donde la democracia se ha instaurado y se observa un periodismo crítico que le cuenta a los jóvenes canarios, la generación más formada de la historia de las Islas, sobre sus raíces, su historia y su pasado.

En 2021, en La piel del volcán se resuelve el enigma que tantos siglos lleva rodeando la vida de los personajes y, de pronto, la música de Navid Hejazi despierta al espectador, que se da cuenta de que lleva disfrutando de una gran historia durante una hora y media.

No existe mejor conclusión que aquella que define la película, tras ver La piel del volcán uno sale del cine con la sonrisa de aire, corazón con raíces y la mente llena de frutos.

Lo mejor: las interpretaciones y la estructura de la historia.

Lo peor: nada a destacar.

Nota: 10/10

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