The Affair, la bruma de la memoria


The Affair nos presenta una historia que nos introduce en la bruma engañosa de la memoria.

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Los que vamos al día con la segunda temporada estamos con los nervios de punta. Hablo de The Affair, la serie que me atrevo a decir que fue la revelación de 2014. Aunque, como no me quiero pillar los dedos, lo dejaremos en que se me reveló a mí. Se me presentó como un trozo del mejor pastel, de los que saboreas poco a poco y cuyo sabor te persigue durante días. Bueno, ¡qué narices!, los Globos de Oro me avalan: mejor serie de drama, mejor actriz de drama y nominación a mejor actor de drama (hacerle sombra al inmoral Frank Underwood de House of Cards era tarea difícil). Habrá que esperar para ver el palmarés que cosecha en la segunda temporada.

Sí, puede que el título sea poco prometedor. Cuando vi el cartel con un hombre y una mujer tomando un baño en actitud de «culpabilidad post coito prohibido» la descarté por completo. Tiene pinta de drama pasteloso. Además, yo identificaba a  Ruth Wilson con su papel en la Jane Eyre de la BBC, un drama decimonónico de los de pañuelo en mano. «Nada de melodramas, por favor», pensé. Unas semanas más tarde, un profesor, explicando nada más y nada menos que la polifonía en El ruido y la furia de William Faulkner (o «Fulner», como diría el entrañable cabo Guitiérrez en Amanece que no es poco), nos describió esta técnica narrativa poniendo de ejemplo esta serie. ¿Cómo no hacerle caso a la gran eminencia en teoría de la narración? Me obligó a darle al play.

«Sink back into the ocean», nos dice la canción del brumoso opening, donde solo se ven olas en retroceso. Sí, un resumen perfecto de lo que es The Affair: la bruma de la memoria. La memoria es líquida, es cambiante, nunca recordamos nada tal y como sucedió porque nuestra mente está programada para ir hacia delante, como las olas del mar.

Una mujer, Alison (Ruth Wilson), y un hombre, Noah (Dominic West), declaran ante un policía por algún motivo que el espectador desconocerá hasta los últimos capítulos de la primera temporada. Vuelven atrás en el tiempo y nos cuentan lo que sucedió el verano que se conocieron en Montauk. Ella casada, él casado; ella, camarera con una vida aparentemente miserable y deprimente; él, profesor y escritor frustrado con una vida aparentemente feliz y apacible. La química entre ambos surgirá desde el primer momento, pero ninguno de los dos estará de acuerdo en cómo surgió. Polifonía.

La polifonía se produce cuando una misma historia es contada por dos o más personajes distintos, dos narradores más bien, no tienen por qué ser personajes. No obstante una historia con diferentes narradores omniscientes sería algo raro. Me imagino a Zeus y Odín peleándose por imponer su versión de la historia. Porque eso es lo que es un narrador omnisciente, ¿no? Casi una deidad que todo lo sabe y todo lo ve. Paro, que me voy por las ramas. La cosa es que cuando dos personajes cuentan un mismo hecho, lo están haciendo con su filtro de realidad. Y, si, encima, sabemos que lo que estamos viendo es una declaración ante la policía, podemos intuir que, además de recordar de manera distinta, puede que estén mintiendo. ¿Quién es Alison? ¿La que ella dice que es o la que Noah ve? Y lo mismo con Noah y con todos los personajes que pululan alrededor de los protagonistas. Dos versiones de la historia nos dan más datos, pero no nos hacen saber más. Al contrario, nos generan más dudas. Caemos todos juntos en medio de la bruma, donde nada es lo que parece.

 

Me llamo Ruth Wilson, y vengo a ocupar el lugar que me corresponde

Ruth Wilson con su Globo de Oro a mejor actriz de drama.
Ruth Wilson con su Globo de Oro a mejor actriz de drama.

Siempre ha estado ahí, pero no nos habíamos dado cuenta. Siempre eficiente, siempre correcta, el público británico la conoce ya muy bien, pero aún no había caído en sus manos el papel que la hiciera deslumbrar, hasta que llegó Alison, hasta que llegaron las dos Alison, más bien. Y es que, como todos los actores de la serie, Ruth interpreta a dos personajes: el que ella cree y/o dice que es y el que Noah cree y/o declara que es. Es Alison el más cambiante de los personajes en las dos versiones contrapuestas. En sus recuerdos, siempre tintados por un filtro grisáceo, se nos muestra a una mujer derrotada, introvertida, compulsiva, nerviosa, depresiva y solitaria. Alison se ve a sí misma (o se presenta a sí misma) como poco más que un fantasma. Para Noah, «Alison es el sexo hecho mujer». Y no lo digo yo, lo dice él. En las visiones de él, ella es alegre, provocativa, atrevida y divertida. Se puede ver un rastro de tristeza y de compulsividad, pero nada más. Ruth interpreta a estos dos personajes que son y no son la misma persona, un reto digno de su Globo de Oro.