Título original: Une vie rêvée
Año: 2024
Duración: 97 min.
País: Francia
Dirección: Morgan Simon
Guión: Morgan Simon
Reparto: Valeria Bruni Tedeschi, Félix Lefebvre, Lubna Azabal, Dylan Guedj, Gédéon Ekay, François De Brauer, Antonia Buresi, Tya Deslauriers.
Música: David Chalmin
Fotografía: Sylvain Verdet
Compañías: Frakas Productions, Trois Brigands Productions, Wild Bunch
Género: Comedia, Drama
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«Es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo», es la frase atribuida al filósofo Mark Fisher – aunque también a Slavok Zizek – en relación a su análisis y reflexión del mundo contemporáneo que encontramos en su libro Realismo capitalista (2009).
Precisamente, Una vida soñada o Une vie rêvée -título original-, la nueva película del director francés Morgan Simon distribuida en Argentina por Mirada Distribution, pone en tela de juicio algunos aspectos cliché de la modernidad consensuada hasta hace algunas décadas y que, a pesar de todo, siguen calando profundo en el inconsciente colectivo de muchas sociedades con algunos conceptos tales como la familia tipo (padre, madre e hijos/as), las fiestas en familia, la heteronorma, las masculinidades insensibles y el macho proveedor, por citar sólo algunas.
Nicole (Valeria Bruni), es una madre de 52 años, que ha perdido su trabajo y vive en los suburbios de Francia junto a Serge (Félix Lefebvre), su joven hijo estudiante de Biología. Con una mezcla de tragedia y comedia, se entera, yendo al banco, que su economía financiera está en quiebra (adeuda 40.000 euros). Frustrada por esta situación, y por ser rechazada en empleos por ser «mayor» de edad o vivir alejada del centro de París, Nicole decide pasar la Navidad en su pequeño y humilde departamento junto a su hijo.
Una fuerte discusión entre ellos los lleva a distanciarse por prácticamente una semana, cuando Serge decide irse a lo de su nueva novia. Este intervalo, resulta ser indispensable para el desarrollo de la historia. A partir de aquí, se desencadenan una serie de hechos que generan otro pensar en la protagonista, surgiendo ese momento ¡Eureka! o de revelación respecto de cómo replantear su vida, qué es lo que realmente quiere hacer con ella (lo más difícil de saber) con quiénes relacionarse y cómo.
Podrá resultar un poco cliché decir que los momentos de crisis son, asimismo, momentos de otras oportunidades, pero, no podemos hacernos los distraídos porque realmente, es así. Es en estas situaciones en las cuales podemos re-preguntarnos sobre nuestra realidad, gracias a la detención, permitiéndonos acercarnos a lo que queremos, buscando otras miradas, otras perspectivas de las cosas a partir de las contingencias y a partir de otro pensar.
Y así es que Nicole, en medio de una depresión ligada a su crisis financiera y la ausencia de su hijo, dirige su mirada hacia el otro; Norah, ese otro, la dueña de una cafetería frente a su edificio, le ofrece cobijo en su local, invitándola a cafés, fiestas y, lo más importante, ofreciéndole un espacio para hablar, y replantearse su presente, casi como una sesión de psicoanálisis. Del mismo modo, su mirada se dirige también a sus vecinos, personajes que, antes de conocerlos, resultaban marginales para ella, sólo por prejuicio (por su aspecto estético, sobre todo).

Aquí, entendemos que el director nos lleva hacia una lectura política del film, un poco dando cuenta del contexto social, político y económico no sólo de Francia sino del mundo entero (por ejemplo, el auge de las extremas derechas, la precarización laboral, las brechas sociales). En la obnubilación de la cotidianeidad Nicole no había podido prestar atención a su realidad cotidiana (su hijo -¿tal vez?-, sus vecinos, su vecina Nora).
Es sólo a partir de este pivoteo en su vida que lo hace. De esta manera, damos cuenta de cómo el prejuicio inherente en todos/as por el sólo hecho de no conocer a ese/a otro/a, nos lleva a a dibujar una realidad inexistente, generando ambientes y entornos hostiles y discriminatorios. La relación con Norah se intensifica; ella le brinda un refugio, amabilidad y una relación amorosa que, pareciera, nunca antes haber experimentado.
Una vida soñada -que bien podría titularse, al fin y al cabo, Una vida replanteada– es una de esas películas francesas simples y complejas a la vez, que nos traen lo vivo, lo posible y lo real de la vida con un cierto dejo de moraleja final -aunque sin ser moralizantes- y que siempre nos agrada ver en el cine.