Título original: The Bear
Año: 2023
Duración: 30 min. (10 episodios)
País: Estados Unidos
Dirección: Christopher Storer (Creador), Joanna Calo, Ramy Youssef
Guion: Christopher Storer, Alex O’Keefe, Karen Joseph Adcock, Sofya Levitsky-Weitz, Joanna Calo, Rene Gube, Catherine Schetina, Alex Russell, Kelly Galuska
Música: Jeffery Qaiyum ‘JAQ’
Fotografía: Andrew Wehde, Adam Newport-Berra
Reparto: Jeremy Allen White, Ebon Moss-Bachrach, Ayo Edebiri, Lionel Byoce, Liza Colon-Zayas, Abby Elliott, Edwin Lee Gibson, Matty Matheson, Jose M. Cervantes, Oliver Platt, Corey Hendrix, Richard Esteras, Chris Witaske
Productora: FX Productions, Super Frog
Distribuidora: FX Network, Hulu
Género: Serie de TV. Comedia | Comedia dramática. Cocina
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La primera temporada de The Bear (Storer, 2022), en palabras de la diosa del periodismo Leila Guerriero, fue algo así como un meteorito clavado en el corazón del streaming. Una obra que, en un panorama absolutamente saturado de propuestas, logró colarse en todos los tops del año pasado (y en los del actual, ya adelantamos, también estará) sin hacer tanto ruido a nivel de prensa o audiencia y que ha encontrado un estilo nuevo, único y radical, tan preciso y contundente en su ejecución como abrumador y volcánico en lo emocional.
The Bear, hagamos memoria, nos introducía hace un año en la piel de Carmy Berzatto (Jeremy Allen White), un cocinero italiano que cambiaba los fogones de los mejores restaurantes del mundo por los del negocio ruinoso y herido de muerte que le legó su hermano en su ciudad natal, Chicago, después de suicidarse. La primera temporada, pues, sentó unas bases claras, entre las que destaca una puesta en escena híper moderna y efectiva, que lo mismo encadena secuencia tras secuencia de montajes rápidos y furiosos, ametrallando cientos de imágenes por minuto al son de R.E.M. o Sufjan Stevens, que acerca la cámara a los actores en primerísimos primeros planos para remarcar el dramatismo, la angustia y la tensión demencial del oficio culinario.
Pero lo mejor, realmente, era cómo toda esta parafernalia y el virtuosismo técnico, en el fondo, lo que hacían era convertir al espectador en un miembro más de esa familia improvisada, urgente y desesperada que era el antiguo Beef. Unos personajes terriblemente rotos y heridos que se aman y se aferran los unos a los otros como a clavos ardiendo, pese a los gritos y las discusiones y el caos, porque, bueno, están heridos. Y que luchan de forma desesperada por el restaurante porque, joder, quizá si son capaces de arreglar el puto desastre que es ese lugar también resolverán el puto desastre que es su vida.
No obstante, tras sacudir nuestras emociones y elevar hasta lo insalubre nuestro ritmo cardíaco con su estreno, la segunda temporada baja las revoluciones para establecer un tono más calmado mientras tiene lugar la remodelación del restaurante. La serie busca así desvincularse de la fórmula original, expandirse de manera horizontal y no vertical, y da en esta ocasión todavía más espacio para desarrollarse a un elenco de secundarios tan brillantes como Sydney (Ayo Edebiri), Marcus (Lionel Byoce) o Richie (Ebon Moss-Bachrach).
En esta ocasión, de hecho, la pregunta que parece plantearse es quién es toda esta gente cuando está fuera de su puesto de trabajo. Inspeccionando con lupa sus vidas -y miedos- e incluso jugando con situaciones primerizas para algunos de ellos, The Bear se olvida momentáneamente de las cocinas y el frenesí del pasado para una primera tanda de capítulos llenos de momentos de genuina ternura y humanidad. Quizá sea por lo inmensos que están todos sus intérpretes, por su excelso guion o por su caligrafía audiovisual honesta y quirúrgica, pero poquísimas historias son capaces de llegar a ese nivel de verdad y sentimiento en pantalla.
Súmale también un buen puñado de cameos de primer nivel del panorama audiovisual norteamericano, además con personajes y papeles increíbles, y que sigue teniendo un gusto exquisito para escoger las canciones de su banda sonora, y tienes la receta para la perfección. La rima musical con Lo Que Esconde Silver Lake (Robert, 2018), vía Strange Currencies, es solo otro de esos momentos de gloria y goce absolutos que atesora The Bear.
Historia de la TV
Aunque, por supuesto, siempre llega el caos. Y cuando lo hace, golpea como un maldito camión. El sexto episodio de esta segunda temporada, Peces, es historia de la televisión. Es una de las horas más alucinadas -y alucinantes- a las que yo me haya enfrentado nunca como espectador en una serie. 66 minutos de puro horror en los que asistirás, impotente, a un miasma gigante y agónico de traumas y heridas por cerrar, pasando por todo el rango de emociones humanas posibles, y puede que incluso descubriendo alguna nueva por el camino.
Todo ello para continuar con Tenedores, preciosa y delicadísima disección de la mente de Richie en la que el primo pendenciero y gritón se desvela finalmente como el MVP de la temporada. Y, quién sabe, quizá como el mejor personaje de la serie. Un binomio, en conjunción con Peces, que supone un auténtico clímax seriéfilo de este 2023 y que eleva a esta obra hasta la estratosfera.
Sin embargo, el último capítulo, que deja abierta la trama con varios cliffhangers, como si ésta fuera una serie normal, palidece en comparación con la impactante y apoteósica catarsis emocional, Radiohead mediante, con la que concluía la primera tanda de episodios. Pero ni siquiera el hecho de que, tras tanto querer y sufrir a estos idiotas, el final deje tantas preguntas por responder para el futuro, impide que The Bear sea una puñetera obra maestra. Un meteorito, decíamos, que impactó con la fuerza de mil megatones en la historia del streaming.
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Lo mejor: Es ya historia de la televisión.
Lo peor: Al final no le favorece venir del clímax de los episodios 6 y 7, ni dejar tanto cabo suelto para el futuro.
Nota: 10/10