Mientras el días se va perdiendo una tarde fría de otoño en Sevilla, público de todas las edades empezó a concentrarse en las puertas del Cartuja Center Cite. En torno a las ocho de la tarde comenzaría el primero de los dos conciertos organizados con motivo de la primera edición de FIMUCS, el Festival Internacional de Música de Cine de Sevilla. Un evento imprescindible tanto para los amantes del séptimo arte como para los admiradores de la música orquestal.
La programación de la tarde estaría centrada en ofrecer un homenaje a uno de los compositores más famosos del mundo. Uno cuyas melodías han hecho viajar a generaciones a través mundos situados más allá de los límites de nuestra imaginación. El reconocido maestro de maestros John Williams. La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, dirigida por Marc Timón, sería la encargada de ofrecer el concierto.
Se recomienda proseguir a partir de aquí la lectura con auriculares, para poder trasladarse, de la forma más parecida posible, a esta recomendada experiencia musical.
La primera parte de la sesión estuvo dedicada a músicos españoles como Arturo Cardelús y el sevillano Pablo Cervantes. La OSS empezó con el misterioso The dark passenger, un tema que le valió al madrileño una nominación al Jerry Goldsmith Award. De Cervantes por su parte se interpretaron Asesinos inocentes (Bendala, 2015) y Tierras solares (Hojman, 2018). El concierto prosiguió con Tabarka, del alicantino Luis Ivars, y dos partituras del francés Pascal Gaigne, Le cou de la girafe y L’Enfant debout.
Tras tocar los temas de la película Extinction (Vivas, 2015) y la serie de televisión Seis hermanas, ambos compuestos por el coruñés Sergio Moure de Oteyza, la orquesta dio paso al plato principal de la noche. El momento que todos los asistentes esperaban.
Las primeras notas de uno de las melodías más conocidas del maestro de maestros empezaron a sonar en el auditorio. El leitmotiv por el que John Williams cimentó su larga y próspera carrera en el cine. Los tambores y trompetas fueron poco a poco aumentando en intensidad al mismo tiempo que una invisible amenaza parecía cernirse irremediablemente sobre el patio de butacas. Por unos instantes, todos los presentes pudieron experimentar la misma tensión que solo aquella mítica escena inicial del filme puede transmitir con su primer visionado. Por un par de minutos, fuimos como esa inocente bañista, incapaces de percibir el terrible destino que el océano le tenía reservado una cálida noche de verano. Sonaba el ‘Main theme’ de Tiburón (Spielberg, 1975).
Tras la tormenta se hizo la calma. Con tan solo cuatro notas el grupo de músicos hizo que el publico se trasladase a otra galaxia. La banda sonora de Star Wars consolidó en 1977 a Williams como narrador de historias a través de la música. En 2015, el inglés regresó a esa galaxia muy muy lejana con El despertar de La Fuerza, y de entre todos los temas que compuso para la tercera trilogía de películas, el elegido para la ocasión fue ‘Rey’s Theme‘. Una brillante y melancolía melodía con la que Williams nos presentó al primer personaje protagonista femenino de la franquicia.
El ‘Scherzo for Motorcycle and Orchestra‘ es una partitura que hace que a cualquiera le entren ganas de colocarse un sombrero, enfundarse una chaqueta de cuero y lanzarse a la aventura. Para muchos, Indiana Jones y la última cruzada (Spielberg, 1989) es la mejor entrega, hasta la fecha, de las películas del arqueólogo más famoso del cine. De repente, podíamos sentirnos como Sean Connery, sentado en un sidecar mientras un grupo de nazis en motocicleta nos perseguían a través de un bosque. Oída en directo por una orquesta es una autentica delicia para los oídos.
Retrocedamos ahora en el tiempo. No mucho. Solo unos 65 millones de años más o menos. Bueno, quizás solo unos 30. La OSS nos da la bienvenida a un mundo perdido y fantástico poblado de antiguos animales que, gracias a la ciencia, han regresado a la vida. Pocas personas pueden no soltar alguna lágrima de emoción, tal como Alan Grant hizo cuando la majestuosidad del Parque Jurásico (Spielberg, 1993) se mostraba en todo su esplendor ante él. Uno de los inolvidables temas con los que la música del maestro hace que regresemos a nuestra infancia.
El concierto prosiguió con tres composiciones quizás no tan conocidas por los oyentes. En primer lugar, el tema principal de Las cenizas de Ángela (Parker, 1999), en segundo, la sutil ‘The chairman’s waltz’ de Memorias de una geisha (Marshall, 2005) y por último, una rareza, ‘The Mission‘, suite orquestal compuesta por Williams en 1985 para la cadena informativa NBC News.
El concierto no terminó aquí. El maestro Timón quiso ofrecer un homenaje al afamado compositor que tanto había influido en su carrera con un tema de su propia cosecha, ‘The beacon‘, el más largo que pudo escucharse en la velada. Y aunque muchos de los más memorables temas de Williams no fueron programados para la ocasión, hubo uno que gracias a la insistencia del publico si pudo resonar entre las paredes del teatro. La impresionante ‘Imperial March‘ de El imperio contraataca (Kershner, 1981), provocó que los asistentes desfilaran bajo el ritmo militar de una de las grandes bandas sonoras del cine.
FIMUCS también ha querido rendir honores con una segunda cita, programada para el día siguiente, al recientemente fallecido Ennio Morricone. Otro de los grandes genios musicales sin los cuales el cine del pasado siglo no se hubiera entendido y escuchado igual. Nos quedamos con la enorme satisfacción de haber disfrutado parte de la obra del británico, pero también con las ganas de regresar al patio de butacas del teatro en una próxima ocasión.