Nigeria es uno de los países con más posibilidades de crecimiento social y económico de entre los llamados países en vías de desarrollo, si el efecto tan negativo que está teniendo la pandemia de la Covid-19 no lo empaña en demasía.
Como resultado de ello, su industria cinematográfica acuñada bajo el término de ‘Nollywood’ en analogía a la otras dos grandes industrias ‘H’ y ‘B’, está de enhorabuena. Son múltiples las producciones que reflejan ese crecimiento, siendo la segunda industria más prolífica del mundo tras la bollywoodiana de la India. Pero no es sólo cantidad sino que el salto cualitativo es apreciable.
África es excesivamente grande como para generalizar, por eso conviene matizar la clara dualidad de ‘emergencias’ en el continente.
La emergencia más conocida es la del subdesarrollo: la miseria, la hambruna y la emigración masiva. Problemas siempre aparejados al control de recursos, las guerras tribales y la geopolítica de las grandes potencias con intereses en la zona. De ello hemos visto grandes producciones e imprescindibles películas para profundizar en la problemática de este gran continente. Para ello serían muy recomendables las contemporáneas Diamantes de sangre, Lágrimas del sol, El último Rey de Escocia, Beasts of No Nation, Palmeras en la nieve, Cuaderno de Sara, Adú, Jardinero fiel, Hotel Ruanda, Disparando a perros o Invictus con África como telón de fondo.
Aunque en este artículo vamos a centrarnos exclusivamente en la producción de Nollywood para conocer una realidad diferente a la que muestran esas grandes producciones estadounidenses u occidentales sobre el continente, y que ya se abordará próximamente en otro artículo más específico.
Tampoco debemos olvidarnos de que en otros países de África también se está haciendo buen cine como el caso de Sudáfrica, en otra realidad a la de la mayoría de sus vecinos incluso con cintas futuristas como Chappie. Otros casos interesantes son la maliense Bamako, la ghanesa Azali o la senegalesa Atlantique, por citar algunas.
De lo que está claro es que la visión de todos los títulos que se van a reseñar a continuación en este artículo van más allá de la perspectiva del colonialismo de las grandes producciones de la Metro Goldwyn Mayer o la Paramount, entre otras. Es el caso de grandes clásicos del cine como Mogambo, Zulú, La reina de África, Las nieves del Kilimanjaro, Memorias de África… Éstas nos muestran un contexto previo al fin del colonialismo y con el dominio del hombre blanco muy presente.
La otra ‘emergencia’ se debe al resurgir de países con características comunes: una estabilidad política y social relativamente aceptables, con democracias y sistemas económicos bastante fiables. Hablamos de países como Sudáfrica, Kenia y Nigeria principalmente. Éste último país ha desarrollado toda esta enorme industria del cine de la cual Netflix se ha encargado de impulsar a través de su plataforma, y gracias a ello nos brinda la posibilidad de conocer nuevas realidades y ahondar más en el tránsito de muchos ciudadanos africanos hacia una vida más próspera.
Dicho lo cual, vale la pena sumergirse en el catálogo de la plataforma y profundizar más en el conocimiento de historias de primera mano, no contadas por directores o productoras extranjeras, sino a través de un elenco de directores y actores africanos.
Es cierto que no es un cine de demanda social en principio, al estilo de Ken Loach o Costa-Gavras ni nada similar, y una de las lagunas del sector es que no posee muchas (todavía) películas críticas o reflexivas acerca de los problemas y la amenaza del terrorismo (Boko Haram), o la corrupción política y las revueltas sociales contra la crisis y el gobierno. Por lo general es un cine más enfocado al entretenimiento de masas, una masa de 200 millones de personas sólo en Nigeria y casi más exportable que el petróleo nigeriano ahora en horas bajas. Aún así hay pocos pero muy interesantes títulos con temáticas relacionadas con la salud pública, la corrupción (4ª República) y dramas sociales como la trata de blancas y la prostitución (Òlòturé).
Comúnmente las temáticas suelen ser atractivas, a excepción de las comedias más simples y facilonas de turno como The wedding party, Perdidos en Londres o Trip to Jamaica. Ello no implica que no diviertan o tengan su valor como en su día tuvieron otras del estilo como El príncipe de Zamunda o Los dioses deben estar locos.
Uno de los aspectos que pueden chocar más al espectador europeo inicialmente es la interpretación de los actores. Excesivamente histriónicos y teatrales en algunos casos, con un elevado tono de voz y una vehemencia más allá de la idiosincrasia de los africanos a la hora de expresarse. Sucede a veces con el cine coreano con algunas interpretaciones bobaliconas y más propias de piezas de teatro cómicas. Pero no se trata de películas sobre folclore o costumbrismo tampoco, a pesar de que obviamente forma parte del atractivo que puede generar ‘Nollywood’: colorido, vestimentas de telas suntuosas y los personajes derrochan alegría y humor generalmente. Y por supuesto ese respeto reverencial por las personas con más experiencia y sabiduría.
No es apto para los no amantes de la versión original subtitulada. VOS en casi todos los casos, y algunas sin leyendas en español (VOSE). Otro aspecto a subrayar es la duración excesiva de las películas que se destacan a continuación: a veces superan las dos horas llegando hasta las casi tres, no siendo tan necesario para la historia narrada.
Dicho lo cual, es una más que interesante industria esta de Nollywood y con temáticas muy apetecibles.
En estas películas africanas de nuevo cuño, se nos hace un retrato de una nueva clase social, la media-alta como en otros lugares como América Latina o Asia, en contraposición con los más pobres. Los nuevos ricos y ultrarricos se muestran con sus virtudes y defectos como un grupo de población cada vez más numeroso. Empresarios, profesionales cualificados que han ido prosperando sin ser necesariamente fruto de la corrupción o el vínculo con las élites y políticos autoritarios de antaño…
También hallamos muchas películas sobre el papel cada vez más preponderante de la mujer en la sociedad y su emancipación de roles sociales menos deseables. Un feminismo creciente, por ello vemos a muchas mujeres en el centro de la acción y como protagonistas de la vida socioeconómica de Nigeria, y por supuesto de sus películas.
A continuación, una selección de algunas de las películas visionadas y más destacadas en lo filmeconómico sobre Nigeria. El tan socorrido «listado de las ocho películas de Nollywood que deberías ver»:
Con menos interés que una similar en esta misma lista, trata sobre una pareja de amantes y socios de una pujante empresa de software. El emprendedurismo y las nuevas oportunidades están muy presentes en Nollywood.
Toda la acción se centra en un acto de conciliación previo a un posible juicio por acoso sexual y violación, se descubren las tres versiones: «la del acusado, la de la acusadora y la verdad».
En este caso la motivación es puramente económica y societaria, tanto por el despecho de ella (Adesua Etomi) como por la desvergüenza y actitud de macho alfa de él (O.C. Ukeje), que desencadenan todo el conflicto entre ambos.
Genevieve Nnaji es una joven mujer (JASP: joven aunque sobradamente preparada) que a su regreso de una etapa académica en EEUU pretende llevar las riendas y asumir la sucesión en la empresa familiar. El liderazgo de su padre y su tío comienzan siendo una barrera al tratarse de dos jerarcas con un marcado perfil de jefe tribal, pero su buen hacer en la organización de las tareas y un proyecto de fusión con una empresa de transportes con muchas sinergias termina por consolidarla como una perfecta candidata a directora general.
Es una de las más mediáticas, sobre todo a causa de la polémica que generó su exclusión a la candidatura a los Oscar como ‘Mejor Película de Habla Extranjera’, por ese nuevo criterio de selección de la Academia que no considera a las que están rodadas en su mayoría en inglés.
6. Al ritmo de la vida (Lara and the Beat) (2018)
Como muchas otras, es una especie de culebrón romántico. En este caso rodada con un estilo muy de videoclip musical, y con una pareja de actores músicos.
La protagonista es una Paris Hilton (Seyi Shay) que desea abrirse hueco en la industria musical con la ayuda inesperada de su chófer (Vector Ogunmefun ‘the Viper‘), de su inteligente hermana (Somkele Iyamah-Idhalama), y cómo no del poder de las redes sociales y la promoción digital.
Además del romance musical, ambas hermanas tienen que ingeniárselas para recuperar el control societario de la gran corporación heredada de sus difuntos padres, y que una artimaña de terceros les ha arrebatado.
Aunque es una comedia de apariencia burda, va de menos a más, sobre todo por tratar la relevancia de las redes sociales y la exposición de los candidatos para una campaña a la presidencia de Nigeria. No en vano, un multimillonario socarrón y aparentemente poco preparado para asumir el cargo (Akin Lewis) se convierte gracias a la explotación de la redes sociales en el favorito, pese a ser ridiculizado y ser objeto de mofa de periodistas y otros políticos.
¿Suena, verdad? Un Donald Trump nigeriano, al que él mismo empieza idolatrando aunque finalmente reconozca estar más próximo a Obama. Uno de sus contendientes (Deyemi Okanlawon) es una especie de Kennedy, un donjuán con buenas maneras y preparación. Entre medias, todo tipo de líos con formato de telenovela cómica.
Se deja ver por el efecto de las RRSS en la vida política y pública de las personas: con influenciadoras de Instagram y un rapero estilo Kanye West envuelto en la campaña a su manera.
Unas jornadas en un complejo vacacional entre cinco ejecutivos que optan al codiciado puesto de Director General (CEO: Chief Executive Officer para los modernos). Hablamos de una multinacional importante del sector de las telecomunicaciones del ámbito panafricano, ahí es donde reside la gracia del asunto. Un elenco de candidatos que bajo un curso de liderazgo deben mostrar sus capacidades a una peculiar ‘coach’ (Angélique Kidjo).
Dos mujeres (una marroquí y una marfileña) y tres hombres (dos negros y un blanco, keniatas y sudafricano, entre ellos Wale Ojo). Toda una declaración de intenciones, una propuesta de una África sin fronteras y acceso de la mujer a puestos relevantes en la empresa y en la sociedad.
Por supuesto, no falta la influencia del poder ascendente que tiene China sobre el continente, y en el desenlace de esta película queda de manifiesto.
3. El culto (Living in bondage) (2019)
Un emprendedor y publicista (Jide Kene Achufusi) con mucha ambición por triunfar en el sector se deja seducir por los planes de un emblemático y enigmático multimillonario (Ramsey Nouah).
Es una curiosa y entretenida mezcla entre un inocente Charlie Sheen de Wall Street y Keanu Reeves de Pactar con el diablo, que se deja engatusar para terminar envuelto en un sangriento ritualismo con vudús y asesinatos de un grupo de ricos jugando a lo Eyes Wide Shut.
El tránsito de un chico del ámbito rural de clase baja hacia la riqueza y el éxito profesional, aunque sea vendiendo su alma al mismísimo diablo, como muestra de las enormes oportunidades que ofrece un país emergente de rápido crecimiento como Nigeria.
Un diplomático de Liberia entra en Lagos, la capital de Nigeria con más de 20 millones de habitantes, con síntomas de haberse contagiado de ébola…
Un caso real basado en el brote de 2014 que sufrió el país, y que con la ayuda de expertos epidemiólogos y una organización bastante correcta a pesar de contar con recursos muy limitados, permitió que no se extendiese más allá de un foco localizado y minimizando su propagación.
El éxito llega cuando los expertos en la materia son los que toman el control (Bimbo Akintola), en lugar de políticos desinformados e ineptos.
Decae un poco al final, pero es interesante ver un caso de éxito en momentos como el actual. Como curiosidad tenemos a Danny Glover interpretando al doctor jefe de la clínica privada que recibe a este paciente cero.
Quizá la mejor de cuantas películas nigerianas haya podido visionar, buen drama judicial, aunque sea excesivamente larga (2h31). En un entorno de excelencia académica con prometedores estudiantes, se pone de relevancia la importancia de estudiar las Relaciones Internacionales y la Geopolítica que envuelve a los asuntos africanos.
Aunque la temática principal es una crítica al abuso de poder y el acoso sexual que sufren las alumnas por parte de un prestigioso profesor (Jimmy Jean-Louis). Rompe con la visión de la cultura machista de las sociedades africanas, y muestra a la protagonista (Temi Otedola) como una mujer decidida y con independencia. Un tabú social que veremos que se aborda en muchas películas para ensalzar el papel de la mujer en la vida social y profesional.
Además de esta buena perspectiva de la mujer moderna africana, en lo que respecta a lo económico nos enseña el capital humano e intelectual que se está desarrollando en las universidades con alumnos de todo el continente gracias a una especie de Erasmus africano en las universidades.
En definitiva, y aunque la lista podría completarse con muchas otras películas dada esa producción tan prolija, con esta decena de recomendaciones haremos una buena aproximación a lo que es este nuevo Nollywood. Contemporáneo pero conservando la esencia de lo sincrético entre lo africano y lo inevitablemente occidental a consecuencia de la globalización. Personalmente, recomiendo y animo a conocer este cine.