Las series de adolescentes y los mensajes que dejan en ellos.

¿Quién nunca ha disfrutado viendo los amores y desamores de las series de adolescentes? Ya seas de la generación de Compañeros, de la de Física o Química  o la de Élite, todos, alguna vez que otra, hemos pecado. Y es que, ¿a quién no le va a gustar ver a unos chavales enrollarse entre ellos y liarla parda?

Ahora bien, el salseo, los cotilleos, el “anda mira quien se ha liado con el profe”… Está bien, y más si tienes esa vena maruja que te posee cuando estás de Netflix and Chill. Pero, ¿qué mensaje recibimos de ellas? ¿Enróllate con todo Dios? ¿Valora a los amiguis del insti? ¿Estudia? Bueno, esto último te aseguro que no.

Cada serie está metida dentro de un universo, y cada una se quiere centrar en un ámbito y en una serie de rasgos de personaje. Es un constante drama y es que a estos pobres chavales les están pasando como que mil cosas turbias de las que nadie habla. Que sí, que como objeto de consumo, es lo que vende. Y si todo es happy flower, pues no gusta, lo pillo. Pero ahora, pensemos en cómo esa cantidad de conflicto puede llegar a ser una combinación explosiva con los cambios que están viviendo este público adolescente. Vamos, que sí o sí acaban siendo influenciados por lo que ven.

Más allá de todo este entretenimiento y diversión, nos encontramos ante una serie de temas que se tratan, que pueden llegar a ser problemáticos desde la perspectiva del consumo y la forma de interpretarlo por parte de los adolescentes:

El primer gran pilar es el sexo. Y no, no me voy a poner en modo puritana “no, el sexo es pecado, no debe ser mostrado”, para nada. A lo que me refiero es al tipo de sexo que se representa. En la gran mayoría de estas series, cuando hay sexo, se sexualiza mogollón a las chicas, que, ficcionalmente son menores. Los mensajes del consentimiento, la protección y todo ese universo que conlleva practicar este acto, a veces, se diluye. Que sí, que yo entiendo que ponerse a soltar esos discursos, rompe el ritmo guay de tu serie y deja de ser visual. Pero si no lo haces, vas a tener a un alto porcentaje de adolescentes sin tomar precauciones porque total, como el personaje este no lo hace, para qué lo van a hacer ellos.

Series adolescentes
Escena de Élite.

Luego tenemos el pilar de las drogas, donde se ve a los chavales meterse de todo, vendiéndolo como algo mega guay y divertido. Al igual con el alcohol. Derivando así la necesidad a los espectadores de consumir, porque si lo hacen, acabarán siendo tan chulos como los pijitos de Élite o los chavalines de las americanadas de turno.

Que los adolescentes beban es algo que todo el mundo sabe, pero no por ello no vas alertar de las consecuencias que pueden tener, que los comas etílicos están ahí, al igual que las dependencias y adicciones a posteriori. Lo ideal es que simplemente, se sea consecuente y se muestre un poco más la realidad. Y que no decidas poner de malas a estas sustancias cuando dramáticamente te viene estupendo que tu personaje acabe hospitalizado.

Ya hemos hablado del sexo, de las drogas, ¿y ahora del rock and roll? No, estas series no son de ese rollo. Pero, ¿sabéis de cuál sí que son? El de romantizar las relaciones tóxicas. No hay cosa que le guste más a un guionista que meter a la típica pareja del malote con traumas del pasado que seduce a la empollona de turno. Qué pasa con este tipo de dinámicas de pareja, pues que en pantalla queda muy guay ver como la chica sacrifica su perfección para sacar del pozo a su novio descarriado, pero luego en la vida real…

La cantidad de chicas, incluidas yo, que hemos romantizado ese tipo de parejas y hemos anhelado tener una tal y como la de nuestra serie favorita. Lo malo es, que la serie no te enseña el después, no, no te enseña esa carga psicológica que te ha dejado por intentar salvar a la otra persona hundiéndote por el camino. Así que por favor, dejad de poner de héroe al tóxico maltratador.

Series de adolescentes
Parejas en Riverdale.

Como último pilar, tenemos el tema delicado de las autolesiones, donde cada vez más se está visibilizando. Este asunto me tiene en debate continúo: Por una parte pienso que está bien que se hable de estos temas porque las personas que están pasando por esta fase van a agradecer ver que no están solas.

Pero por otra, creo que la forma de expresarlo, no es la correcta. El ejemplo que siempre pongo cuando planteo este debate es Por trece razones. Esta serie fue un arma de doble filo. Tenemos a gente que había pasado por situaciones similares a la de Hannah y que se atrevieron a dar el paso y a buscar ayuda. Pero también tenemos a otras personas que malinterpretaron la intención de la serie y empezaron a intentar imitar las acciones de esta chica. Muchos entendieron el mensaje de la serie como «véngate» o «llama la atención», incluso en personas que ni siquiera sufrieron acoso, sino que eran las que acosaban.

Ante todo lo reflexionado, quiero pedir a los creadores de contenido para adolescentes que sean empáticos. Que piensen en las consecuencias de este «enriquecimiento narrativo». Y que, aunque en pantalla se pueda ver muy bien,  luego en la mente del espectador lo que hace es generarle ansiedades y unas expectativas ante una vida que no tiene. Un adulto puede consumir esto perfectamente sin que le afecte demasiado. Pero la gran mayoría de los chavales siguen sin ser conscientes de que es ficción y creen que deben repetir los comportamientos que ven en pantalla.

Y antes de finalizar, me gustaría decir que, por mucha crítica que haya hecho, las series de adolescentes son un gran objeto de entretenimiento y no por lo mencionado hay que rechazarlas. Además hay una larga lista de títulos que son positivos y que tratan la adolescencia desde un plano más real, como puede ser Merlí, Yo nunca, Todo es una mierda... Hay que encontrar el equilibrio entre una buena trama y realismo positivo.  Porque ninguna serie o película te tiene que influir en ser como eres ni en quién quieres ser.