‘Intimidad’, contra el acoso laboral, social y digital

Título original: Intimidad

Año: 2022

Duración: 48 min. (cada uno de los 8 episodios)

País: España

Dirección: Laura Sarmiento y Verónica Fernández (como creadoras), Jorge Torregrosa, Koldo Almandoz, Ben Gutteridge, Marta Font

Guión: Laura Sarmiento, Verónica Fernández

Música: Aitor Etxebarria

Reparto: Itziar Ituño, Verónica Echegui, Emma Suárez, Ana Wagener, Patricia López Arnaiz, Yune Nogueiras, Daniel Barea Cabrera, Eduardo Lloveras, Miguel Garcés, Elisabeth Larena

Productora: Txintxua Films, Netflix España

Distribuidora: Netflix

Género: Drama | Redes sociales | Política

Ficha en Filmaffinity

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«Lo primero que tienes que saber es que no es tu culpa. Que pasa mucho más de lo que crees, y que es delito.»

Intimidad es la miniserie dramática española que visibiliza el problema de la violación de la privacidad en las voraces redes sociales.

Está narrada desde el punto de vista de unas mujeres que han de sufrir esas vivencias personales, compartiendo sus penurias con otras víctimas colaterales. Cada una de ellas se expondrá de diferente manera ante los prejuicios y el delito del que son objeto. Sus diversos modos de afrontar este asunto son fruto de la personalidad, posición social y laboral, y edad de cada una de ellas.

Es excepcional, y también atractiva visualmente. Son fantásticos los planos de la arquitectura bilbaína, una acción de marketing turístico magnífico que dan verdaderas ganas de visitar la ciudad. Además, el resto de las ambientaciones son de lo más apropiadas para los personajes y cada una de las situaciones.

No obstante, lo verdaderamente interesante de la serie es que aborda situaciones que no son para nada descabelladas. De hecho, parecen bien inspiradas en casos reales que ya fueron tristemente de actualidad. A veces por la enorme repercusión que suelen acaparar este tipo de situaciones embarazosas, y otras por sus consecuencias tan indeseables.

La vulneración de la intimidad, el acoso laboral y social y otros aspectos morales son el núcleo central de esta magnífica serie. Reivindica la necesidad de evitar a toda costa la culpabilización de la víctima cuando hablamos de esta clase de delitos. Desafortunadamente, el efecto amplificador de las redes sociales hace todavía más necesario este tipo de contenidos reivindicativos. Si bien no es suficiente como efecto terapéutico, esta miniserie de ocho episodios es de lo más oportuna para dar visibilidad a esta problemática social. Y lo hace desde una acertada visión feminista, y con un activismo racional y sincero. Como el de Patricia López Arnaiz (Ane, y la serie Apagón en versión española), hermana de una de las víctimas y reconvertida en activista.

Otro elemento de la intriga es la conspiración política que alimenta el escándalo de Malen Zubiri (Itziar Ituño, La casa de papel), la candidata a la alcaldía de la ciudad de Bilbao. Una de las involuntarias protagonistas de la historia. Gracias a su carácter y a la ayuda de su entorno familiar, se enfrentará a la opinión pública y sus rivales políticos con determinación. Aunque evidentemente sufrirá todo un calvario ya que no es plato de buen gusto el que aireen vídeos de naturaleza sexual sobre tu persona. Lógicamente la intención es la de torpedear su prominente carrera política. El primer ministro de aquel fulgurante primer capítulo de Black Mirror ya nos enseñaba el camino sobre la crueldad mediática 2.0 y cómo socavar aspiraciones políticas. Antiguamente «bastaba» con airear la vida privada «inmoral» a juicio de la prensa. Algo de lo que Hugh Jackman se lamentaba en El candidato.

Desgraciadamente otras víctimas corren mucha peor suerte. De hecho toda la trama gira en torno al desenlace más trágico. El suicidio de Verónica Echegui (La niebla y la doncella, Yo soy la Juani), incapaz de soportar el juicio moral y el acoso laboral. Todo a consecuencia de la venganza (digitalizada) de un maltratador psicológico y psicópata de manual.

Fotograma de la serie con Itziar Ituño

Emma Suárez es una asesora política de Malen, aparentemente de carácter todavía más fuerte que ésta pero que esconde tras de si una experiencia igualmente desagradable al respecto del acoso. Incluso la hija de Malen (Yune Nogueiras) vivirá el desagravio en redes sociales y en su entorno escolar y amistades. A consecuencia del escándalo al que someten a su madre. Aunque independientemente de ello es objetivo potencial como cualquier otra adolescente. Con el injustificado motivo que encuentren los infractores y las amenazas de difundir contenido privado o difamaciones varias.

La propia inspectora policial (Ana Wagener, Las niñas de cristal) involucrada en el caso para investigar estos delitos de naturaleza tecnológica, es una persona con sus propios temores ante los prejuicios morales y sociales por su orientación sexual.

Y es que la serie ahonda sobre todo en la citada violación de intimidad de las víctimas, pero visibiliza otros problemas como la violencia y discriminación de la homosexualidad, el acoso escolar, el techo de cristal, o una dudosa moralidad imperante (y machista) que impide a las personas vivir en paz y llevar una vida sin tormentos.

Por ello, resulta moralmente insuperable por los dilemas que afrontan las protagonistas, y por las reflexiones que extraen (extraemos). Algo que no es novedoso, salvo por la vertiente viral que sobreexpone a las víctimas. Por suerte, como vimos en C U Soon o Searching, también es posible valerse de las redes sociales y de la tecnología para perseguir a los delincuentes y otros indeseables.

En definitiva, aporta unas valiosas conclusiones acerca del escarnio social de las víctimas, pero sobre todo liberándolas de toda culpa. No así como a todos aquellos partícipes culpables, y sus cómplices pasivos. Acertadamente, se pone el dedo en la llaga sobre la desvergonzada moralidad por la que se juzga en ocasiones con más dureza a las propias víctimas que a sus verdugos.

Intimidad se encuentra disponible en la plataforma Netflix desde el pasado 10 de junio.

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Lo mejor: funciona como crítica social de la violación de la privacidad y el acoso. Exponiendo además diferentes tipos de víctimas.

Lo peor: es tal la alta concentración de temas sociales en la miniserie, que se impide profundizar más en ellos.

Nota: 8/10