Laura Jou sorprende con El año del relevo, un documental que se ha convertido en una pieza clave para entender el desafío del relevo generacional rural en España. La película, estrenada el 14 de noviembre, aborda con una sensibilidad única y una mirada humana un tema que, aunque esencial, a menudo pasa desapercibido: el abandono del campo por parte de las nuevas generaciones y sus consecuencias.
Conocida por su capacidad para capturar emociones complejas y reflejar realidades de forma íntima, Jou logra en esta obra un equilibrio entre la observación más sincera sobre la parte más humana de este conflicto. El año del relevo no solo visibiliza, sino que lo hace desde una perspectiva esperanzadora y llena de matices, explorando historias de jóvenes que deciden, enfrentándose a sus propios dilemas y al peso de la tradición.
Tras una gran carrera y trabajar con conocidos actores, Jou se sumerge aquí en un mundo donde los protagonistas no son intérpretes, sino personas reales, una autenticidad que conecta de forma inmediata con el espectador.
PREGUNTA: Quería preguntarte sobre El año del relevo. Este proyecto aborda un tema que actualmente resulta muy delicado: el relevo generacional en los sectores primarios, tanto el agrario como el ganadero. Me parece muy interesante porque, quizá, es un tema que no se trata lo suficiente hoy en día. ¿Qué te impulsó a contar esta historia?
LAURA JOU: Me encargaron un documental sobre el sector porcino en España. Durante mi trabajo de campo, me di cuenta de varios temas preocupantes. Por ejemplo, en unos años, la mitad de los ganaderos se habrán jubilado, y muchos no cuentan con un relevo generacional. Entonces, ¿de dónde saldrán los cerdos? Por otro lado, también observé que muchos jóvenes que se mudan a la ciudad en busca de oportunidades terminan en ambientes contaminados, con trabajos precarios y poca calidad de vida. Me preguntaba por qué no aprovechar ese relevo generacional para quedarse en el campo, donde la calidad de vida es mucho mejor.
Además, hay un gran desconocimiento sobre las ventajas que ofrece el mundo rural hoy en día. España es puntera en tecnología agropecuaria: puedes gestionar una granja desde tu móvil y disfrutar de unas condiciones de vida excelentes. Sorprende que los jóvenes que deciden quedarse en el campo sean tan emprendedores y sólidos, aunque necesiten ayuda. Tenía muchas ganas de mostrar esta realidad.
P: También me parecieron muy interesantes las historias de Pau y las hermanas Sentill, porque representan distintos puntos de vista sobre el relevo generacional y esta tradición de la que hablas, especialmente por la voluntad de los jóvenes de asumir ese papel. ¿Por qué elegiste a estas dos familias como protagonistas?
LJ: Me resultó interesante el contraste en sus enfoques. En Pau vemos una cierta pasividad y una búsqueda de otras profesiones, mientras que las hermanas Sentill muestran mucha más voluntad de asumir ese rol. Pau tiene una vocación de actor, aunque, como él mismo dice, «no ha dado el pelotazo». Aun así, vive en el campo con una relación maravillosa con sus padres, quienes no lo obligan a quedarse, pero sí lo animan a que contribuya con algo personal, para que no sienta que solo debe heredar.
El padre de Pau me impresionó especialmente. Tiene una inteligencia emocional destacable, algo que no esperaba encontrar en el entorno rural. Llegué con prejuicios, pensando que encontraría personas más duras, pero me sorprendió la sensibilidad y el respeto con el que tratan a sus hijos. Esto me emocionó profundamente, especialmente al ver la relación entre Pau y su padre.
P: En el caso de Pau, hay un tema muy interesante relacionado con la «herencia emocional». Este cambio de roles y mayor inteligencia emocional, ¿cómo crees que influye en su decisión de quedarse o no con el negocio familiar?
LJ: Pau siente una conexión con el trato directo con la gente en el mercado, pero está en un dilema: si deja de intentar ser actor, siente que fracasa en su sueño; pero, por otro lado, sabe que el negocio familiar le iría muy bien económicamente. Los ganaderos, en general, tienen buenos ingresos. Creo que Pau representa un fenómeno contemporáneo: la prioridad de los deseos personales frente al deber de continuar con una herencia familiar.
Este conflicto es histórico: seguir los propios impulsos o continuar con el legado familiar construido con esfuerzo. También creo que está influido por esa idea «americana» de que puedes lograr cualquier cosa si te lo propones. Esto, a veces, nos hace perder de vista la importancia de valorar lo que ya tenemos y sacar provecho de ello sin necesidad de perseguir ideales de éxito que no siempre son realistas.
P: Tu documental refleja un gran intimismo. ¿Cómo te aproximaste a la filmación de los espacios y la vida rural para lograrlo?
LJ: Me planteé dos posibilidades: hacer entrevistas, lo que habría sido más cercano a un reportaje, o usar una cámara observacional para captar su día a día. Elegí la segunda opción. No tenía muchos días de rodaje, pero preferí meter la cámara en su cotidianidad, observar y decidir en el momento qué destacar. Intenté que los personajes no se sintieran cohibidos ni desconfiados. Fue un proceso muy orgánico.
P: Como directora, y con tu experiencia trabajando con actores, ¿cómo fue la experiencia de trabajar con un elenco no formado, salvo Pau?
LJ: Fue complicado, porque no puedes pedirles que repitan algo o que sigan un guion. Muchas veces, lo que queríamos no salía a la primera, y repetir era tedioso para ellos, porque sentían que estaban actuando. Como directora de ficción, esto es frustrante, porque siempre puedes insistir hasta lograr lo que buscas, pero aquí debía adaptarme a lo que había. Ya era mucho que nos abrieran las puertas de su casa y nos permitieran rodar.
P: Volviendo al público, ¿crees que conectarán con la experiencia de vida de estos jóvenes, a pesar de que se aleja de las temáticas contemporáneas más habituales?
LJ: Sí, porque hay algo universal en las relaciones familiares. Aunque yo soy de Barcelona y vengo de generaciones urbanas, las preocupaciones y las dinámicas en las comidas familiares no son tan diferentes. Además, creo que los padres con negocios, ya sean rurales o de otro tipo, que quieren que sus hijos los hereden sin obligarlos, se sentirán identificados.
P: Para concluir, ¿qué esperas que el público saque de este documental?
LJ: Me gustaría que se sensibilizaran con el trabajo rural y que rompieran los estereotipos que tenemos sobre este sector. Como dice una veterinaria en el documental: «No vamos con boina y bastón, ni los cerdos están solo en un corral». Hay jóvenes muy modernos, inteligentes y emprendedores en el campo. Espero que este documental sirva para ofrecer una mirada más realista y motivadora sobre el mundo rural.