En 35 Milímetros ya hablamos con el cineasta canario y docente audiovisual Roberto Chinet en 2017, cuando su cortometraje El gigante y la Sirena ganó el premio a Mejor Proyecto de la Semana del Cortometraje de Madrid. Poniéndonos al día con Chinet, en 2020 estrenó su decimoséptimo cortometraje titulado Atentado. Y en 2022 llegó Preludio, el decimoctavo, un drama romántico que viaja entre dos épocas marcadas por la censura y las prohibiciones sociales.
El cortometraje, rodado hace dos años en varias localizaciones de Tenerife, narra la historia de un amor prohibido entre dos mujeres canarias en 1955, en medio de la dictadura franquista, que viaja en el tiempo hasta el año 2020, en pleno confinamiento. Un secreto que viaja en el tiempo escondido en el estribillo de una canción: Prelude to a kiss.
Hasta ahora el cortometraje ha recibido cinco selecciones en festivales de cine internacionales. El corto se ha visto en varios países, y en las próximas semanas participará en Festival Internacional de Cine LGBT de Extremadura para luego viajar a Ecuador e India. Hace dos semanas, el corto recibió su primera distinción, el premio del público en el Festival Internacional de Cuenca de Salado (Argentina). Y, más recientemente, el corto ha sido seleccionado para participar en la 2ª Muestra de Cine Español de Tenerife.
Sobre Preludio y la importante historia que relata, el director habla de sus claves.
PREGUNTA: ¿Cómo surge Preludio?
ROBERTO CHINET: Utilizando las palabras de Akira Kurosawa: “la raíz de cualquier proyecto de cine es la necesidad interior de querer expresar algo”. “Preludio» surge de dos ideas que germinaron y empezaron a brotar en mi interior: una reflexión personal que tuve en las semanas de confinamiento por la pandemia, que me hizo sentir más empatía hacia los ancianos o enfermos dependientes y sus familiares, que en esos meses de “encarcelamiento” veían como la vida se hacía más insoportable.
Y la otra idea, que fue de la mano, surgió de la necesidad de transformar un antiguo guion que escribí en 2011 inspirado en la canción ‘Prelude to a kiss’ y que por diversas razones tuve que guardar en el cajón esperando el momento adecuado para ser contado. En aquellos días del confinamiento encontré el “cómo” contar esa historia: la historia de amor de Irene y Marcela, la historia de la memoria olvidada que habita una casa, la historia de la dignidad humana que no entiende de confinamientos ni de dictaduras… ‘Preludio’ siempre fue un proyecto que estuvo vivo, que tuvo que sortear muchos obstáculos que se encontró en el camino… un proyecto que siempre vivió una constante transformación que me llevó a lugares insospechados cargados de mucha verdad.
P: ¿Cuál es el mayor reto de este nuevo trabajo?
RC: El mayor reto fue sin duda superar la etapa del confinamiento y todas las restricciones que vinieron después con la pandemia. Fue una etapa muy complicada para todos y, en concreto, para la pequeña industria audiovisual canaria lo fue más. Todas las medidas sanitarias, las restricciones, normas, etc, que surgieron después del confinamiento hacían mucho más complicado organizar un rodaje largo, como en nuestro caso, de una semana con las condiciones presupuestarias de una pequeña productora independiente que hace rodajes de vez en cuando de forma profesional.
Tuvimos que hacer un gran esfuerzo logístico y económico, teniendo en cuenta cuestiones que antes no se tenían para organizar un rodaje. Fue un gran reto, sobre todo en mi caso que además de ser el director también soy el productor ejecutivo del proyecto.
En cierta medida, esos días me sentí como el “padre responsable” de todo el equipo. Esos días era el responsable del bienestar y la salud de las 20 personas que trabajaron en el rodaje, manteniendo las condiciones de prevención sanitaria, las distancias, las mascarillas, la limpieza, etc. Y que todo eso no repercutiera en la calidad de la producción para poder contar una película que se desarrolla en gran medida en lugares cerrados e íntimos. Fue un gran reto… Pero todos esos factores especiales hicieron que el equipo se involucrara al 100%, todos teníamos muchas ganas de volver a rodar y esa motivación extra hizo que el rodaje fuera una preciosa experiencia de cine.
El recuerdo que tengo de aquellos siete días de rodaje es maravilloso. Había una energía positiva y contagiosa, un equipo muy solidario con mucha empatía que disfrutaba de la preparación de cada plano… en cierta forma, recordé ese “aroma” que viví en mis años en la escuela de cine. Realmente tuve mucha suerte de poder contar con un gran equipo humano.
P: ¿Qué fue lo más satisfactorio a la hora de culminar esta obra?
RC: Después del rodaje llegaron los problemas… se cayó una parte importante del plan de financiación, más del 50%, que habíamos diseñado para el proyecto y eso obligó a tener que parar la fase de postproducción con un primer borrador del montaje. El dinero no llegaba para cubrir los últimos tramos de la fase de postproducción, ya que además teníamos que asumir un sobre coste por los royalties de la canción ‘Prelude to a kiss’ propiedad de Universal Music… y desde nuestra pequeña productora ya habíamos hecho un gran esfuerzo económico en el rodaje y no podíamos invertir más capital en la producción, así que tuvimos que reajustar el presupuesto y reinventar nuevamente el plan de financiación.
Buscamos alternativas, contactamos con varias productoras canarias y nacionales para convertir el proyecto en una coproducción pero no llegamos a ningún acuerdo… Y casi un año y medio después de terminar el rodaje decidimos acudir al público directamente: convertir el cortometraje en un proyecto donde el público se pudiera convertir en coproductor a través del micromecenazgo.
Creamos una campaña de crowdfunding a través de la plataforma de verkami y después de cuarenta días intensos logramos alcanzar el objetivo: cubrir los últimos pagos del presupuesto y poder terminar el cortometraje con la calidad necesaria para poderlo distribuir.
Gracias a la aportación de esos 143 mecenas conseguimos terminar el cortometraje y ese fue el momento mas satisfactorio de este viaje titulado ‘Preludio’. Aunque, hace algunas semanas, tuve otro regalo: El 15 de septiembre celebramos un pase privado en los Multicines Tenerife que pudimos compartir con gran parte del equipo de rodaje y muchos mecenas y amigos. Era un día señalado para la producción, ya que justo dos años antes estábamos rodando las últimas secuencias que aparecen en el cortometraje.
Ese día, en medio de la sala de cine, recibí un gran regalo como cineasta: comprobar que la película que había escrito y dirigido había emocionado a todo el público reunido en la sala. Fue un momento emotivo, justo después de encenderse las luces de la
sala al terminar la proyección, en medio de un caluroso aplauso, descubrí las caras emocionadas del público y muchas personas secarse las lágrimas. Ver esa imagen convertía todo el esfuerzo que había supuesto conseguir hacer esta pequeña película en un gran regalo. Para eso hacemos cine, para emocionar al público con nuestras historias.
P: ¿Cómo fue la dirección de actrices?
RC: Una de las cosas que más me gusta del cine es trabajar con los actores. Desde hace años trabajo como coach actoral, una faceta de mi profesión que me permite formar y preparar a muchos artistas que están en crecimiento.
Por tanto, disfruté mucho trabajando con todo el elenco. Ya había trabajado antes con Manolo Acosta, Joel Morales y Rita Rodríguez. Así que el trabajo con ellos sería más sencillo. Pero con Amanda y Sonya nunca había trabajado antes. Por varios motivos no pudimos hacer ningún ensayo con ellas ya que tuvimos que sortear algunos imprevistos que surgieron antes del rodaje: días antes del comenzar el rodaje Amanda Fuentes tuvo un problema de salud grave que la llevó a pasar varios días ingresada en un hospital de La Palma.
Fue un momento complejo, lleno de incertidumbre, porque ya habíamos comenzado el rodaje y realmente no sabía si teníamos que parar el rodaje o no. Finalmente pudo recuperarse y le dieron el alta en el hospital para poder viajar a Tenerife. Todo eso provocó que decidiera cambiar el plan de rodaje y comenzar a rodar las secuencias finales con ellas. Como no había podido ensayar con Sonya y Amanda, tenía que buscar una fórmula para poder llegar a conseguir un vínculo intimo y real entre ellas.
Decidí buscar ese vínculo a través del juego, en las localizaciones exteriores y la verdad que funcionó muy bien. La idea fue construir de forma invertida la historia de amor que vivieron sus personajes, como una especie de rewind amoroso. Hacerlo de esa manera, ayudó para construir la intimidad que debían vivir sus personajes en la casa. Fue un proceso muy hermoso y lo disfrutamos mucho en el rodaje.
P: ¿Alguna anécdota de rodaje?
RC: Muchas. Siempre surgen muchas anécdotas en todos los rodajes… por ejemplo, la historia que narra el corto tenía mucha presencia de lluvia y esa semana de rodaje en septiembre de 2020 tuvimos un sol de justicia casi todos los días… así que tuvimos que crear un sofisticado sistema de lluvia creado por nuestro gaffer.
Daniel Darías que se convirtió en un auténtico rain-man. Pero, por contra, los días de rodaje que no debía llover, en las localizaciones exteriores en San Juan de la Rambla, nos llovió. Así son los caprichos meteorológicos de nuestros microclimas canarios… Y de alguna manera están presentes en la atmósfera del corto.
P: Historias como ‘Preludio’, series como ‘Hierro’ mesturan Canarias en las historias, pero se trata de contexto y no de protagonismo, y está siendo un éxito en pantalla, festivales, etc… ¿Cree que es esta una buena fórmula?
RC: Siempre he creído que los lugares narrativos, las localizaciones, deben ser tratadas como otro personaje más en una película o una serie.
Nuestro archipiélago es uno de los lugares con mayor diversidad y contrastes paisajísticos del mundo, y esa característica es un valor intangible para la industria cinematográfica de Canarias. Algo que los cineastas, guionistas y productores canarios debemos aprovechar para hacer que nuestras historias sean más universales. ¿Por qué nos gusta tanto el cine coreano o iraní? ¿Por qué nos gustan tanto las películas o series gallegas o vascas? Creo que el secreto, además de tener a grandes cineastas detrás de esas películas o series con una mirada particular, está en el uso narrativo de las localizaciones. Yo no iría a ver una película coreana protagonizada por actores americanos ni me gustaría ver series gallegas protagonizadas solo por actores madrileños o catalanes. Tenemos que crear valor en nuestra industria cultural a través de las historias que llevamos a las múltiples pantallas.
Por eso es tan importante seguir apoyando la industria cinematográfica local desde la formación y la creación. Solo así conseguiremos que en un futuro el público en general consuma series o películas canarias en plataformas o cines internacionales.
Lo importante son las historias y sus personajes. Ese debe ser el principio y la finalidad; y el lugar donde se desarrolla esa historia siempre debe estar activado narrativamente. ¿Qué sentido tiene para nuestra industria querer hacer una película en la isla de Fuerteventura sobre una historia que se desarrolla en el desierto de Texas? Por eso es tan importante que existan cineastas como Armando Ravelo, Mercedes Afonso o David Pantaleón, por poner un ejemplo de nuestra industria.
P: ¿Qué anima a Roberto Chinet como director a indagar en la temática
LGTBI+?
RC: El otro día leí una frase de Alejandro González Iñarritu que dice: “El cine es universal, no entiende de fronteras, banderas ni pasaportes”. Indagar en la temática LGTBI+ en alguno de mis cortometrajes es una consecuencia del proceso creativo no una intención previa. Cuando tienes una idea y la conviertes en una semilla narrativa, surge la necesidad de expresar algo: el mundo que te rodea, las historias que escuchas o lees y te sobrecogen, las imágenes que observas y se congelan en tu retina… y luego llegan los personajes y sus conflictos. Y son ellos los que comienzan a crecer en tu interior creativo y se
definen. Siempre he dicho que un guionista debe tener sus sentidos agudos: debes tener buen olfato, buen tacto, buen oído, buen gusto y buena vista para saber contar una buena historia que pueda convertirse en película.
La historia de las protagonistas de Preludio surgió de la necesidad de contar un momento vital de un personaje, un momento que me interesa mucho como cineasta que es ese momento previo a la muerte. Luego, por alguna causalidad, escuché una historia real que guarda cierta relación con la historia que vive Irene en la ficción de ‘Preludio’.
Siempre he sentido proximidad con el mundo LGTBI+, admiro mucho la lucha constante de diferentes colectivos sociales por convertir nuestra sociedad en una sociedad libre y justa en todos los sentidos. El cine siempre sirve para poner luz en las sombras que nos rodean y dar visibilidad a historias como la de Irene y Marcela es un responsabilidad que asumo como cineasta.
P: ¿Cuál es el siguiente paso para ‘Preludio’ y para tu carrera como
director?
RC: Seguir con la distribución del cortometraje que tenemos firmada con Digital 104, con mucha ilusión y agradecimiento. El único deseo es que el cortometraje pueda viajar a muchas pantallas y países, y que la historia que cuenta ‘Preludio’ se haga más universal. En cuanto a mi carrera como cineasta, después de más de quince años haciendo cortometrajes, el siguiente paso debe ser dirigir mi primer largometraje. En mi carrera he tenido varias oportunidades que no fructificaron por varios motivos y creo que ha llegado el momento. Actualmente estoy escribiendo el guion de un largometraje que espero sea mi primer largometraje como director.