El corto canario ‘El Gigante y la Sirena»: magia, corazón y mar

Durante el mes de noviembre del año pasado el archipiélago canario, en especial Tenerife y El Hierro, se inundaron de magia gracias al director Roberto Chinet y todo el equipo que creó el universo de “El Gigante y La Sirena”.

“El Gigante y La Sirena” nace como un cortometraje que narra la historia de  Marcos, que en plena madrugada, emprende su aventura: llegar hasta la habitación nº 23 sin que nadie lo vea, con la intención de leer un cuento a una mujer en estado de coma. Pero la misión no será fácil para un paciente de leucemia de ocho años.

Una iniciativa prometedora que estuvo producida por Novilunio Music and Films, JR Producciones y PapayaNaranja. Y es que “El Gigante y La Sirena” ganó el Premio Mejor Proyecto de la Semana del Cortometraje de Madrid, una obra creada con mucha pasión y entusiasmo que no para de crecer.  Tal y como  anunció Chinet en sus redes sociales, el Festival de Cortos Villa de La Orotava (Tenerife)  ha seleccionado el corto en la sección canaria, al igual que el Festival Isla Calavera (Tenerife) -ambos se están celebrando esta semana.

Ante tales noticias, el director, montador y guionista de “El Gigante y La Sirena”, Roberto Chinet nos acerca un poco más al corazón de esta creación.

¿Cómo surge este proyecto?

“El Gigante y la Sirena” nace de la necesidad que tengo como artista de contar historias que aborden un tema que me interesa mucho: la frontera que existe entre la vida y la muerte. Abordar el tema de la muerte desde el realismo mágico se ha convertido en una seña de identidad en parte de filmografía. En este caso, el proyecto está ligado a una experiencia anterior: una película colectiva que se frustró en pleno proceso de creación… La pieza que yo creé para ese proyecto sucedía en Tenerife y fue el origen de “El Gigante y la Sirena”.

¿Qué es lo más mágico de “El Gigante y La Sirena”?

Aunque en todo el corto se percibe esa magia de la historia, creo que el momento más mágico surge en el desenlace. Todos los elementos artísticos que componen el cortometraje confluyen en el giro final creando una atmósfera llena de magia.

Las localizaciones seleccionadas para rodar este cortometraje son los fondos oceánicos de la isla de El Hierro y Tenerife, ¿nos encontraremos con alguna sirena o alguna sorpresa de carácter fantástico?

Eso no te lo puedo contar aquí. Lo tendrá que descubrir el público.

Hubo una campaña de crowdfunding para completar la financiación de “El Gigante y La Sirena”, en la que cada aportación tenía una recompensa solidaria para la  Fundación Alejandro Da Silva – Contra la Leucemia (www.fadas.es). ¿Cómo surge está colaboración y cómo fue el resultado de la campaña?

Realmente la idea que surgió en la preparación de la campaña en la plataforma de verkami. El sistema de pago que tiene se hace de dos formas: directamente por transferencia bancaria o a través de paypal (que te cobraban en cada aportación un porcentaje). Como no me parecía lógico que parte del dinero de una campaña de micro-mecenazgo se lo quedara la empresa americana, decidimos eliminar esta fórmula de pago y destinar ese mismo porcentaje a alguna fundación u obra social que tuviera relación con la historia que cuenta el cortometraje, y pensamos en la asociación canaria contra la leucemia infantil. Así nació la colaboración.

Un mes después de terminar el rodaje, la campaña resultó positiva. Pero el proceso de postproducción fue mucho más caro de lo que habíamos presupuestado, y a pesar de haber conseguido una subvención del Cabildo de Tenerife, el apoyo del Cabildo de El Hierro, los 3 premios de postproducción de la 18º Semana del Cortometraje de Madrid y las aportaciones de los casi 100 mecenas que tiene el cortometraje… No conseguimos completar la financiación del mismo y tuvimos que pedir varios préstamos a entidades bancarias para poder terminarlo. Prestamos que aún continuamos pagando. El próximo año presentaremos el proyecto a las ayudas a cortometraje realizado del ICAA, con la intención de poder cancelar dichos préstamos. En resumen, hacer cine es muy caro y, todavía más, hacerlo en Canarias de forma profesional e independiente. La idea siempre fue hacer un trabajo con buena factura profesional y creo que eso se palpa en el resultado.

El reparto es en su mayoría canario, ¿qué aporta el archipiélago y sus profesionales de la interpretación a tu obra?

Todos los actores que aparecen en el corto son canarios. Ellos aportan muchas cosas a la historia. Por ejemplo, el personaje que interpreta Antonio, lo escribí pensando en él como actor. Por suerte, aquí tenemos estupendos profesionales donde elegir y fue un placer poder trabajar con actores de la talla de Francisco Vera, Aïda Ballmann o Antonio de la Cruz; pero, sobre todo, destacaría el trabajo que hizo Leo Ramal, nuestro protagonista, en su debut como actor. Hizo un gran trabajo, de mucho esfuerzo físico y mental, porque el personaje era complejo y necesitaba de una transformación física que para un niño de ocho años resultaba complicada. Sin duda, Leo tiene un gran futuro por delante en el cine.

¿Alguna anécdota  o secreto que nos puedas descubrir?

Aunque ya ha pasado casi un año, aún quedan recuerdos imborrables de lo que vivimos en un rodaje muy intenso y duro, por las condiciones climáticas adversas que tuvimos muchos días: viento, lluvia, etc. Pero si tuviera que destacar algo, me quedaría con dos cosas: los mágicos arco iris que nos regaló la naturaleza cada día de rodaje y la celebración del 8 cumpleaños de nuestro protagonista en pleno rodaje.

 ¿De qué forma te inspiró “Big Fish” (Tim Burton, 2003) para crear este cortometraje?

“Big Fish” es una de mis películas favoritas y es una clara fuente de inspiración para el corto donde existen muchos espejos: un gigante, un cuento, la muerte vista con otra mirada… Sin duda, la preciosa película de Tim Burton fue fuente de inspiración para este “cuentometraje”: un cuento dentro de un cortometraje.

 


Crítica

El Gigante y La Sirena” se distingue por sus bellísimas localizaciones (Tenerife y El Hierro) y por la profundidad de su argumento. Brilla por aportar la novedad de ser un cuentometraje, pero además la manera en la que se combina la fantasía con un asunto duro, como es la enfermedad y la muerte, es asombrosa. Hay que subrayar también la actuación del joven actor Leo Ramal, que, con ocho años de edad, da vida a Marcos, un niño que padece leucemia. El cambio físico y la caracterización son sublimes. La inocencia, la dulzura y la vivacidad que transmite no se apagan siquiera en esas escenas en las que se recrea el aspecto desolador y fúnebre del hospital. Lo único que se le puede reprochar es que deja al espectador con ganas de conocer más la historia fantástica en la que le envuelve.