Encontramos múltiples y diferentes ejemplos de películas en los que identificar y caracterizar la figura del llamado ‘coach‘, un concepto muy en boga en los últimos tiempos.
Es más que notorio el auge que han tenido en los últimos años los términos marketinianos de ‘coach‘ o ‘coaching‘. Convertidos ya en muchos casos en un fenómeno relacionado con la formación y el espectáculo, a modo de evento al más puro estilo de los predicadores evangélicos estadounidenses televisivos o similares a los charlatanes de feria de siglos anteriores. Aaron Eckhart en Love happens (Brandon Camp, 2009) podría ser uno de ellos.
El concepto de este fenómeno en realidad no es nada novedoso ni revolucionario, sino fuese por el áurea en el que se envuelven y autopromocionan muchos de los “profesionales” que se dedican a ello. Y es que han proliferado tanto los autodenominados ‘coaches‘, sobre todo en redes sociales y televisiones, que bien valdría investigar si todavía existen psicólogos, entrenadores, orientadores y formadores. Que por otro lado es como humildemente entiendo que deberían llamarse o entenderse. Aunque es relativamente lógico que un término puramente anglicista y de marketing como este, produzca más réditos a la hora de comunicar y publicitar sus bonanzas.
La aparición de los medios digitales ha favorecido su proliferación a modo de talleres de desarrollo de habilidades, conferencias presenciales o formato videográfico estilo charlas TED o por youtube, webinars, expertos en LinkedIn, etc. Por no decir de los «innovadores» conceptos ‘workship‘ o ‘masterclass‘, talleres de trabajo y aulas magistrales de toda la vida… Nada nuevo, pero muy revestido de sofisticación y pomposidad gracias a ese uso tan esnobista del inglés y lo digital.
Pero los ha habido siempre en plazas de pueblos, televisiones locales, radios… Por todo ello su profesionalidad y rigurosidad no siempre es la deseable, habiendo mucho intrusismo y aprovechamiento por aquellos que han querido sacar ventaja de esta especie de nicho de mercado. Bien para ganar notoriedad pública, generar ingresos extra, o simple y llanamente tener con lo que ganarse la vida.
«Dice que es ‘coach’, pero en realidad no tiene trabajo», comenta Mafalda Carbonell sobre la ocupación de su padre en Vivir dos veces (María Ripoll, 2019) a su sarcástico abuelo interpretado por Oscar Martínez.
La autoayuda se ha convertido en producto exitoso tanto en literatura (pseudo) psicológica como en eventos y conferencias para desarrollo personal y directivo.
En el plano cinematográfico todos estos aspectos, cómo no, aparecen bien representados en múltiples ejemplos:
En Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999) vemos a Tom Cruise como un claro exponente del que se dedica profesionalmente a ello básicamente para su propio sustento económico y al que se puede tachar de farsante, ya que ni él mismo predica con el ejemplo.
En Nada que perder (Alexandre Avancini, 2018) se narra la historia real de Edir Macedo, un predicador que se hizo multimillonario en Brasil y que llegó a alcanzar tal popularidad que despertó grandes recelos entre miembros del propio gobierno y la autoridad eclesiástica católica dando lugar a su persecución y encarcelamiento. Había llegado a constituir su propia Iglesia y una corporación de audiovisual con la que difundir su mensaje.
Lógicamente no todo el que se dedica al mundo del ‘coaching‘ es un farsante o un timador, los hay que son profesionales reconocidos en su ámbito de actividad y se afanan por difundir sus conocimientos como una necesidad de autorrealización y quizá también bajo una necesidad de fama o prestigio. Al menos su motivación principal y última no es necesariamente el dinero, y eso se agradece.
De entre las múltiples apariciones de la figura del ‘coach‘ en el cine, aquí alguna de las que pueden ser bien gráficas:
Eddie Murphy es un predicador de aire místico y filosofía oriental en El gurú: una incontrolable tentación (Stephen Herek, 1998) que es reclutado por una mera casualidad por un ejecutivo (Jeff Goldblum) de una cadena televisiva de televenta que lo encuentra fascinante para promocionar productos. Aunque su toque humanista y enfocado a mejorar el bienestar y la felicidad de las personas entra en evidente conflicto con el excesivo materialismo y consumismo por el que es contratado.
Por motivos también casuales Daniel Auteuil, en la piel de un polémico profesor universitario francés que por su falta de tacto ante el discurso del correccionismo político, se convierte en tutor de una chica inmigrante musulmana y francesa de segunda generación. El objetivo es mejorar su imagen y evitar un procedimiento sancionador disciplinario que le puede llevar a perder su puesto en una Una razón brillante (Yvan Attal, 2017). En sus tutorías terminan por ayudarse mutuamente, pero el objetivo de las mismas es preparar y desarrollar las capacidades de la joven para ganar un concurso de debate y oratoria entre las universidades francesas.
George Clooney además de viajar y ser ejecutivo de una empresa de RRHH dedicada a planes de ajuste de plantillas en Up in the air: amor sin escalas (Jason Reitman, 2009), da conferencias sobre su «teoría de la mochila» sobre las cargas familiares y las responsabilidades. Igual que Cruise en Magnolia hay que ver si él mismo termina por creerse su discurso o es plena impostura…
Aunque no tengo claro de que sea logopeda licenciado o acreditado, Geoffrey Rush interpreta a un particular logopeda australiano que con extravagantes métodos ayuda al nuevo Rey de Inglaterra (Colin Firth) a superar sus miedos para intervenir y hablar en público, a causa tanto de miedo escénico como de su tartamudez. Película que se titula El discurso del Rey (Tom Hooper, 2010) y está basada en hechos «Reales».
En Descubriendo a Forrester (Gus Van Sant, 2000) un joven talentoso entabla una relación de amistad con un huraño y prestigioso novelista interpretado por Sean Connery. Recibiendo de este ‘coach’ varias ‘masterclasses’ durante el ‘workship’ sobre la escritura (esta última parte entiéndase con toda ironía). Aunque en tono duro, Sean Connery no llega a la franqueza radical (método conocido como Radical Candor) que se ve en el profesor de música de un conservatorio elitista para músicos de jazz, que aplica además prácticas más que castrenses llegando a extremos irrespetuosos y vejatorios con sus alumnos en Whiplash (Damien Chazelle, 2014). J.K. Simmons no da ni un momento de respiro a un entregadísimo alumno como Miles Teller.
De los que hay a montones son los ejemplos de entrenadores deportivos que inspiran a sus jugadores, sobre todo en el cine estadounidense. Sin embargo, se menciona aquí el caso de Samuel L. Jackson en Coach Carter: juego de honor (Thomas Carter, 2005) ya que interpreta a un entrenador que pretende inculcar valores humanísticos (humildad, esfuerzo, trabajo en equipo) y disciplina a sus discípulos tanto en el deporte como en su trayectoria académica para que logren mejorar sus resultados y habilidades y capacidades. Incluso prioriza más el rendimiento académico de sus jugadores que el deportivo.
Es también genial la interpretación y el rol de Robin Williams tanto en El indomable Will Hunting (Gus Van Sant, 1997) como en El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989). En ambas películas Robin Williams es el profesor y tutor que hace desarrollar habilidades y capacidades más allá de las propias del rendimiento académico de los alumnos. Similar al caso anterior de Jackson, se trata de crecimiento personal y llegar a autoayudarse, del aprendizaje significativo a través de los valores.
En definitiva, esto del ‘coaching‘ debe ser enseñar y formar a las personas en base a experiencias y conocimientos de quien ejerce de ‘coach‘ y fomentando sus capacidades, habilidades, y su desarrollo. Lo cual permitidme que insista pero no acabo de diferenciarlo de lo que ha sido siempre un profesor, un tutor, formador, mentor, orientador, preparador, entrenador, psicólogo…por muy moderno, sofisticado e innovador que nos lo quieran mostrar.