Junyi Sun, protagonista de 'Un Soroll llunyà'

‘Un ruido lejano’, nunca olvides de dónde vienes

Un Soroll llunyà (Un ruido lejano) escrito y dirigido por Adrià Guxens, es un corto que trata sobre la vida de las personas inmigrantes de segunda generación residentes en un país con una cultura distinta a la original de su familia. Veremos con otros ojos esta realidad tan común para tanta gente, adentrándonos en lo que supone crecer entre dos culturas distintas sin sentirse parte verdadera de ninguna de las dos.

Junyi Sun protagoniza este corto, es un joven chino viviendo en España trabajando como arrocero en el Delta del Ebro, Tarragona, cumpliendo casi de forma irónica con la tradición de arroceros de su familia en China. Jun dejó a su familia atrás para buscar un futuro fuera de su país y en estos momentos se encuentra en la Isla de Buda, Tarragona, acogido por una familia española dedicada al cultivo del arroz que le trata como un miembro más de la familia. Todo parece ir bien, menos por las constantes llamadas de su madre, que le recuerdan sus raíces y que tiene unas responsabilidades para con su familia real, generando así el principal conflicto del corto: Jun no se siente atado a su familia por la falta de contacto real con ellos, pero tampoco se siente parte de su »nueva familia» española.

Hemos tenido la oportunidad y el honor de hablar personalmente con Guxens, el brillante autor de este filme, quien nos ha ofrecido una visión más cercana de lo que es este proyecto y qué significa en un plano más profundo. Adrià es nativo de Tarragona, donde se desarrolla Un Soroll llunyà: estudió Periodismo en la Universidad de Barcelona y Cine en la ESCAC y se interesó profundamente en la cuestión de la identidad, sobre todo en lo referente a las comunidades asiáticas y LGBT. Este corto, con un protagonista extranjero pero desarrollado en España, rompe el molde del cine catalán en esa búsqueda de visibilizar a las personas de segunda generación de inmigrantes nacidas en nuestro país.

El inicio de la travesía

Adrià recibió en 2019 una beca para la realización de un corto en coproducción con China y crea I don’t think it is going to rain, ganando en 2020 el premio en el Festival de Málaga: Biznaga de Plata mejor cortometraje Cinema Cocina. Por desgracia, tiene que posponer la producción de Un Soroll llunyà debido a la pandemia. Al comenzar este proyecto, cuenta con el apoyo de Junyi Sun, el mismo actor de Jun en la película, quien es amigo de Adrià, y en colaboración crean esta historia sobre el deber y la búsqueda de tu lugar.

Un Ruido Lejano
Junyi Sun y David Cherta teniendo una charla nocturna, ‘Un Soroll llunyà’

Jun llega a España a través del arroz como trabajo temporal pero él es bailarín: la danza es su escape a la realidad, aquello que le otorga claridad mental mientras conecta con sus orígenes y huye de la ansiedad del día a día. Su principal problema es que se siente alejado de su familia pero no siente culpabilidad o tristeza, es cierto que tiene una relación cercana con su madre, pero el resto de su familia no toma contacto con él.

Su llegada a España le hace encontrar un hueco en la familia que le acoge, formada por David Cherta, Sebastián Cherta y Francisco Cherta, haciendo que sus dudas se agranden aún más en torno a la cuestión de cuál es su verdadero hogar. Un día, recibe una llamada de su madre contándole que su abuela ha tenido un accidente, detonando así la necesidad de acción de Jun en contraposición a sus deseos de quedarse en España.

Un proyecto único

Cabe destacar que los actores y participantes de este corto son arroceros de verdad, no actores: Adrià llegó a un acuerdo con ellos para grabar con la máxima naturalidad, siendo lo más fiel a la realidad de los agricultores posible. Por ello, vemos que se utilizan los mismos nombres de la familia para sus respectivos personajes en el corto y se desarrolla la trama en el arrozal de la familia. De este modo, también podemos colarnos visualmente en el corazón del Delta del Ebro, la Isla de Buda, una zona protegida con unos paisajes preciosos que nos harán dudar de si estamos viendo un paisaje español o un arrozal chino.

La realización fue a su vez muy natural, sin guion: cada noche, Adrià se coordinaba para el día siguiente con los arroceros para ver qué escenas grababan y cómo, creando así un dispositivo de rodaje único. A la vez que hablaba de la historia de Jun, quería mostrar también el proceso del cultivo: el trabajo tan costoso que supone, los problemas diarios y las inclemencias naturales como que los pájaros ataquen los cultivos cuando están sembrados, es decir, la vida del arrocero.

Vistas al arrozal de la Isla de Buda, Tarragona.

El rodaje terminó con un total de 12 horas grabadas las cuales suponían un reto: conseguir recortar el mejor material para mezclarlo tanto con música como con efectos de sonido para darle el toque final. El resultado fue un éxito ya que el corto acabó convertido en una bomba de emociones y de pensamientos que entendemos sin necesidad de ser dichos.

El recurso que resulta más notorio es el pitido constante que escucha Jun, esa vocecita interior que le recuerda permanentemente su deber aunque él quiera ignorarlo. El trabajo al completo de la producción de este corto es increíble, desde la actuación del reparto hasta la elección de la música, destacando lo bonito que es visualmente. El estilo natural y emocionante del director hace que nos metamos de lleno en esta historia y sintamos las mismas cosas que siente nuestro protagonista.

Merece la pena verlo porque tiene una gran cantidad de esos pequeños detalles que convierten al corto en algo único. Un Soroll llunyà sería la segunda parte de una trilogía que está creando Adrià, encabezada por I don’t think it is going to rain como primera parte, con esta temática asiática y marcando los lazos entre familiares. La tercera parte está todavía a esperas de ser realizada, pero viendo sus predecesores podremos esperarnos algo tan mágico como es esta obra.