Este miércoles 26 de enero ha arrancado la nueva edición del prestigioso IFFR (International Film Festival Rotterdam). El certamen es una de las primeras citas del gran circuito de festivales por el que cada año la industria cinematográfica hace circular cientos de películas en busca de notoriedad de cara a la audiencia, coronas de laureles que añadir al principio del metraje, y contratos de distribución con los que asegurar la máxima visibilidad y viabilidad económica a los proyectos.
A pesar de que este año se celebra la 51ª edición del festival, Rotterdam no es uno de los certámenes más conocidos por el gran público, probablemente debido a su línea editorial: la Sección Oficial (Tiger Competition) cuenta casi exclusivamente con primeras y segundas películas de sus directores.
Así, el festival (cuyo mercado para la industria sí que es reconocido como uno de los más importantes del mundo) se posiciona como una plataforma de lanzamiento para las estrellas del futuro del cine de autor. Su apuesta por un talento joven, rompedor y cuyas obras destaquen por su carácter marcadamente personal son a la vez su mayor fortaleza y su gran lastre.
Es posible que el IFFR nunca vaya a llegar a liderar el mainstream si mantiene esta línea, pero no se puede negar que hasta ahora ha funcionado de maravilla para ellos: desde estrellas del cine de autor como Hong Sang-soo o Kelly Reichardt hasta algunos de los autores más reconocidos del panorama internacional como Christopher Nolan, pasando por autores destacados del cine hispanohablante, tanto españoles como Sergio Caballero, como latinoamericanos, como el argentino Pablo Trapero o la chilena Dominga Sotomayor; los ganadores del festival son variadísimos, y muestran que el certamen es una excelente lanzadera para el cine internacional.
En la edición actual, por supuesto, encontramos algunas películas realmente atractivas, y aunque la presencia española en el festival es escasa, sin duda es notable que producciones o coproducciones de nuestro país figuren en el programa de los festivales más importantes del mundo.
A estos efectos, la obra más destacable es el largometraje Mi vacío y yo, de Adrián Silvestre, quien hace poco estrenaba su notable documental Sedimentos en las salas de nuestro país. Mientras que la película de Silvestre compite en la Big Screen Competition, el resto de la presencia nacional en Rotterdam se divide en secciones paralelas a la oficial: Helena Girón y Samuel M. Delgado presentan Eles transportan a morte en la sección Bright Future, después de su presentación mundial en el último Festival de Venecia.
Completan el plantel nacional Jonás Trueba con su muy alabada Quién lo impide, un documental extenso que navega entre las líneas que separan la realidad de la ficción y participa en la sección Harbour, la más poblada del festival. Y finalmente, Azaletik azalera, el cortometraje debut de Mel Arranz que compite en la sección Short & Mid-length, dentro del programa Artists’ Moving Image.