Crítica – ‘Prisioneros de Ghostland’

Título original: Prisoners of the Ghostland

Año: 2021

Duración: 103 min.

País: Japón

Dirección: Sion Sono

Guion: Aaron Hendry, Reza Sixo Safai

Música: Joseph Trapanese

Fotografía: Souhei Tanigawa

Reparto: Nicolas Cage, Sofia Boutella, Ed Skrein, Nick Cassavetes, Narisa Suzuki, Bill Moseley, Takato Yonemoto, Yurino, Shinichiro Shimizu, Grace Santos, Jeffrey Rowe, Saki Ohwada, Charles Glover […]

Productora: Coproducción Japón-Estados Unidos; Eleven Arts, Untitled Entertainment, XYZ Films, Patriot Pictures

Género: Acción. Thriller. Terror | Sobrenatural. Secuestros / Desapariciones

Ficha en Filmaffinity

Prisioneros de Ghostland es una película difícil de ver, por lo menos para el espectador promedio. También lo ha sido para mí que no estoy habituado a este tipo de cine y a su desproporcionada extravagancia. Puede que tenga su público, pero si no eres conocedor del mundo manga (del chungo) y del cine de Sion Sono (Red Post on Escher Street, The Forest of Love), no te gastes el dinero de la entrada y, si tienes lo que hay que tener, espera a verla en alguna plataforma. Por lo que he podido leer sobre Sono (porque no conocía a este cineasta y porque todavía no he tenido el cuajo de continuar haciéndolo) su estilo busca incomodar al espectador (y lo consigue) con violencia extrema y sexualidad depravada llevados unas veces al horror y otras al absurdo. Pero bajo este envoltorio es desde el que enmarca su visión crítica de la sociedad nipona, como puede ser la opresión de la mujer japonesa, tema que también aborda en Prisioneros de Ghostland.

En este caso hablamos también de una película crítica en la que el simbolismo cobra un protagonismo central para vehicular la sátira. A través de diferentes personajes y significantes de todo tipo, el peso del reproche recae en la influencia occidental y las consecuencias que su sistema socioeconómico ha tenido en los japoneses, adormecidos y enajenados, anestesiados con una máscara de ficción de risa nerviosa y falsa felicidad… como fantasmas que simplemente vagan entre los dos mundos. En este mensaje encriptado, por supuesto, Estados Unidos tampoco sale bien parado. La historia se enmarca en un Japón postapocalíptico. En concreto, se sitúa en un pueblo dominado a golpe de catanas y pistolas. La maldad está encarnada por el gobernador del lugar (Bill Moseley), un hombre caucásico estilo tejano con traje blanco y sombrero de ala ancha, de esos de corbata de bolo y revólver marca Colt de empuñadura de marfil. Bernice (Sofia Boutella), una de las concubinas del caudillo, consigue escapar de su jaula de oro y, pese a la seguridad que le proporciona su captor, prefiere ser libre en el peligroso y devastado mundo que hay fuera de los muros. Paralelamente, se nos presenta la historia del “Héroe” (Nicolas Cage) que es enviado por el tiránico líder para que encuentre a Bernice, una de sus más preciadas posesiones.

Sí, por lo descrito nos encontramos ante la trama de un péplum con una estética de wéstern y de manga, mezclados en una suerte de surrealismo malogrado que no va más allá de eso. La imagen llega a ser muy interesante en ocasiones, pero no deja de verse la influencia del estilo de Quentin Tarantino, el cineasta que precisamente ha sido acusado en muchas ocasiones de copiar a otros directores. Esa “influencia” (esencialmente estética) de tantas películas occidentales (como Mad Max: Fury Road (2015), Blade Runner 2049 (2017) y la trilogía de Kill Bil), se deja ver en Prisioneros de Ghostland aunque critique, entre otras cosas, esa dominación cultural; y lo hace llevándolo todo a unos niveles tales de histrionismo y ridiculez que la elección de Nicolas Cage parece de lo más acertada si atendemos a su actual papel en la cultura popular que se reduce a ser un meme. En definitiva, lo más recomendable sería escapar de esta película para no convertirse en un fantasma.

Lo mejor: La fotografía.

Lo peor: la incomodidad que provoca un surrealismo mal llevado y el halo de ridiculez que lo acompaña (aunque puede que sea lo buscado).

Nota: 4