Con motivo de la celebración de la 5ª edición del MicroSalón AEC, la cita más importante sobre cinematografía de nuestro país, que reúne a diversos profesionales del sector de primer nivel durante dos días, tenemos la oportunidad de entrevistar a Raquel Fernández Núñez, organizadora del evento, vicepresidenta de la AEC (Asociación Española de Directoras y Directores de Fotografía) y directora de fotografía.
PREGUNTA: Para empezar, ¿qué es el MicroSalón? Cuéntame un poco en qué consiste.
RAQUEL FERNÁNDEZ: El MicroSalón es como un hermano pequeño del Micro Salón París y tiene como objetivo específico ser un punto de encuentro. Uno de los condicionantes de la dirección de fotografía es que siempre trabajamos como unidad única, no nos relacionamos con otros DOP porque somos únicos por proyecto. El MicroSalón combina a los DOP entre nosotros y, a la vez, nos conecta con nuestras redes de herramientas y de oficio. Nos encontramos tanto los profesionales que nos dedicamos a la imagen como los profesionales ingenieros que dedican su carrera a construir las herramientas que nosotros tenemos para construir esa imagen.
Son 2 días intensos en los que se trata todo el tiempo de compartir. Muchas veces incluso los miembros de la AEC nos conocemos aquí, porque aunque nos reconocemos de los títulos de crédito, no nos hemos puesto cara. Y tenemos solo 2 días para hacerlo, porque luego vienen las 12h de trabajo diario donde no tienes tiempo de quedar. Es muy bonito porque esta es la 5ª edición, yo vengo desde la primera, y reconozco compañeros de ese primer MicroSalón que siguen viniendo.
También se genera algo que tiene que ver con la colectividad, con cuidarnos y ayudarnos tanto en los procesos creativos como emocionales que tiene esta carrera.
P: Al final, es un mundo tan individual en lo que respecta a los rodajes, es necesario tener espacios para conocernos y generar estas redes.
R.F.: Sí, sobre todo en la dirección de fotografía. Hay otros colectivos o grupos que tienen más cercanía, pero nosotros somos solo una pieza. Por eso ahora nos juntamos, nos escuchamos… Hay algo que sentí cuando trabajé fuera de España y es que los colectivos de fotografía allí estaban muy unidos siempre para apoyarse. Es una carrera laboral muy difícil y en la unión está la fuerza.
Cuando volví después de 20 años fuera me di cuenta de que la cosa seguía igual que cuando me fui. La AEC existía desde hacía 25 años pero no había hecho esa gestión de colectividad todavía. Hubo una transformación y la sigue habiendo, y creo que ahora mismo estoy muy contenta de ver que hay una generosidad del compartir que hace que seamos más sabios y más fuertes.
P: Tú diriges foto, has organizado el MicroSalón, eres vicepresidenta de la AEC… La pregunta es: ¿cómo lo haces, de dónde sacas el tiempo?
R.F.: Pues… ese es el tema. También es que en mi relación con la fotografía, por algo endémico en mí, que es que soy mujer, no tengo tantos días de trabajo como compañeros míos con mi mismo perfil, mismos créditos, mismos años… que tienen ocupado mucho más su tiempo.
P: Sigue habiendo entonces esa brecha claramente visible.
R.F.: Sí, hay una grieta total entre el director de foto y la mujer dire de foto. Es una realidad que no tiene porque ser negativa si la aprovechas bien. A mí me da tiempo para poder ocuparme de otras cosas. Primero, estuve de la Junta de la AEC en la presidencia de Teresa Medina, y ahora soy vicepresidenta junto a Nuria (Roldós) y Juan (A. Fernández) con la presidencia de Ismael Issa. Y ya son 4 años en los que hemos dedicado mucho tiempo y cariño a cómo replantear esta asociación. Es mucho trabajo, que tiene que ver con lo asociativo y la colectividad. Le pones mucho amor pero no hay una recompensa directa, es más a largo plazo. Yo lo veo ahora, al ver cómo en un mundo muy separado e individualista estamos dándonos muchos abrazos y apoyándonos los unos a los otros. Dices: «merece la pena». Es una recompensa indirecta que para mí es muy valiosa.
También es muy bonito ver cómo vamos confluyendo en un mismo espacio toda la cadena, incluyendo a estudiantes. Verlos aquí me da una alegría total porque ellos van a conocer la AEC desde la primera etapa de su vida profesional. Y eso ha sido un golazo, porque va a ser una corriente de generaciones que han pasado por aquí.
P: Desde tu posición en la vicepresidencia, ¿cómo ves el panorama de la dirección de foto en España?
R.F.: Estamos viviendo uno de los momentos álgidos de este país a nivel cine. El cine siempre ha estado en crisis en España, y ahora podemos decir que lo que puede estar en crisis es el cine independiente. La industria audiovisual ahora está viviendo un gran momento.
Por ponerle algún pero: tenemos muchísimo trabajo, es así, pero hay falta de mucha parte técnica que no nos ha dado tiempo a formar y no tienen experiencia, como DITs. Esta falta de experiencia a veces empieza a generar tensiones, porque se les requiere una eficiencia directa muy rápida y hay gente que no la puede seguir. Eso crea una fricción.
Todo este desarrollo audiovisual, este llamado “contenido”, para mí acarrea problemas. Porque por ejemplo, yo no considero que haga «contenido» ni quiero expresar mi desarrollo dentro de la cinematografía como “contenido”. Yo lo que creo que hago es narrar visualmente historias. Y ahora, esta sobreproducción de contenido, nos está dejando en un lugar un poco frustrante. Porque es verdad que industrialmente se necesitan muchas piezas, muchas series… y eso lleva a trabajar a unos niveles muy rápidos. Ya lo leeremos en un tiempo, porque ahora estamos en la producción total, pero creo que no le estamos dando un pensar a lo que estamos haciendo. Estamos haciendo, y además como en España se hace, que es a un nivel profesional muy alto, ya que aquí hay un súper nivelazo de producción. Supongo que esto es fruto de unos conocimientos provenientes de los años en los que aquí producía mucho Hollywood y se formaron grandes profesionales que han ido pasando ese conocimiento a otras generaciones, y luego también a los que nos hemos formado en otro tipo de cines más independientes que tiene que ver más con los híbridos. Esto está confluyendo: podemos trabajar de una manera muy rápida que le viene muy bien a esta sobreproducción.
P: Digamos que la cantidad puede estar mermando la calidad.
R.F.: Bueno, ahí está el fast food, ¿no? Podemos comer rápido, el tema es que estamos comiendo… Ahí está la vuelta, es lo que deberíamos pensar.
También es importante ser consciente de que nosotros ponemos el cuerpo cuando trabajamos, y yo estoy sintiendo que el cuerpo se está cansando mental y físicamente. Se nos está poniendo a prueba y creo que individualmente tenemos que empezar a poner límites. Nuestros cámaras, operadores, maquinistas, eléctricos… hay que cuidar a la gente con la que trabajas, son mis máximos colaboradores, en su físico y en su mente. Habría que darle también un chequeo a cómo estamos quemando esos cuerpos.
P: También das clases. ¿Cómo ves a las generaciones nuevas que están entrando ahora?
R.F.: Esta sobreproducción que estamos teniendo no da tiempo a mentorizar a la gente nueva. Esta gran demanda de técnicos hace que muchos entren con mucha pasión pero sin unos conocimientos sobre la conducta en set, por ejemplo. Hay que pasar por las escuelas, que me parecen maravillosas, para dedicar unos años a estudiar y solo a pensar en cine, porque luego ya no hay tiempo para eso. Pero el cómo uno aprende en una escuela a vivir en un set no es transferible a la realidad fuera, porque no hay un rigor. Cuando haces una película en un ambiente de concentración total donde hay muchísimo dinero involucrado, porque nuestro arte es carísimo, hay que generar unas formas, que no tienen que ser autoritarias como en este país lo han sido hasta hace poco. Aún lo siguen siendo, pero eso se está rompiendo hacia el respeto en las formas. Hay que saber ser respetuoso, lo cual no tiene nada que ver con el miedo al mando y el “sí, señor”. El respeto muchas veces es únicamente mantenerte invisible en un set, que es como deberíamos estar casi todos para que se produzca la magia.
A veces, la integración de gente joven en los sets se está haciendo de forma muy abrupta y sin una tutorización. Eso genera mucho ruido, y ese ruido es muy difícil de arreglar en el momento. Por ejemplo, a veces, un chás de claqueta en la cara de un actor sin controlar la fuerza del sonido puede romper esa magia que es lo único que necesita el cine. Esas cosas sacan a la gente de concentración.
Entonces, creo que no hay que saltar tan rápido al set. Hay que mantenerse off set para observar, ya que todo en set es de una fragilidad muy extrema. Yo entré cuando tenía 19 años en una peli muy difícil con Pilar Miró, y era otro tipo de ambiente, muy militar y autoritario, pero me di cuenta el primer día de que yo tenía que estar lo más lejos posible, observando, para poder introducirme. El set no es un juego para nada. La escuela es un juego, pero el set es otra cosa.
En conclusión, hay que tener cuidado con entrar tan rápido. Con 27 años que llevo en esto, puedo decir que hay tiempo, no hay que correr, hay que encontrar el momento y pegarte a gente que sepa mucho, no solo a los amigos. Como aprendas de tus propios compañeros, no hay un traspaso de conocimiento real, vas a seguir cometiendo errores sin saber que lo son. Estas cosas se aprenden en el set, no hay otra forma.
P: Para cerrar, me gustaría pedirte nombres de dires de foto a los que recomendarías seguir la pista.
R.F.: Mira, todos estos años que he estado fuera de España he conocido a muchísimos dires de foto, y nosotros trabajamos siempre para otro, no somos artistas únicos. Nuestra dirección está completamente vinculada a una historia, un director, un production dessigner, un vestuarista… Es muy delicado dictaminar quien es bueno y quien no.
Todos hacemos lo que podemos con lo que nos dan, y eso es lo que tenemos que hacer: dedicarnos a ser los mejores narradores visuales posibles con el proyecto que haya, con su dimensión y su presupuesto. Eso es pura magia. ¿Buenos o malos? Paso, hacemos lo que podemos con lo que tenemos.