Daniel camina por un pueblo del norte de Brasil con el brazo escayolado
Daniel (Antonio Saboia) en un fotograma de la película. Foto: Hush

‘Desierto particular’, yo me transformo

Título original: Deserto particular

Año: 2021

Duración: 125 min.

País: Brasil

Dirección: Aly Muritiba

Guión: Henrique Dos Santos y Aly Muritiba

Fotografía: Luis Armando Arteaga

Reparto: Antonio Saboia, Pedro Fasanaro, Luthero Almeida, Thomas Aquino, Laila Garin, Sandro Guerra, Otavio Linhares.

Productora: Grafo Audiovisual, Fado Filmes

Distribuidora: Pandora Films

Género: Drama, Romance

Ficha en FilmAffinity

Silencio. Un corredor rompe la noche como un bisturí. Solo escuchamos sus pasos que resuenan en la calle vacía, como un boxeador en el desierto a punto de salir al ring calentando en los últimos minutos. Luego llegan sus palabras y una confesión tan clara como el aire. No me falta la respiración. Me faltas tú.

Desierto particular (2021) es la última película del director brasileño Aly Muritiba. Nominada al Goya al Mejor Guion en la última edición de los premios, en ella Daniel, un instructor de una academia de policía suspendido por una agresión a un cadete, viaja por todo el país para buscar a la mujer a la que ama, Sara. Un amor virtualizado que vemos por la pantalla de su móvil a través de nudes y vídeos explícitos. El cómo se conocieron nunca se sabrá, pero no es la única de las faltas en este desierto personal que plantea Muritiba

La película tiene carencias, pequeños defectos que se identifican al vuelo, en especial a nivel narrativo. Los personajes que copan la pantalla son imperfectos, redondos pero tibios. Daniel es un ¿policía?, que está ¿fuera de servicio?, porque ha agredido a un cadete ¿por qué? Este es quizá el cariz más significativo que se le encuentra al filme: se remarca sobremanera en la primera parte la expulsión de Daniel, sus consecuencias para él, pero luego la película, que disparaba hacia un drama social donde un policía tiene que defender su integridad, se transforma en una road movie de descubrimiento personal.

Sara, interpretada por Pedro Fasanaro, tumbado sobre una silla tomando el sol en un descanso del trabajo
Fotograma de ‘Desierto particular’

Sin embargo, conforme la película se desarrolla la lucecita interna que está al tanto de los errores, se apaga. Lo que más sorprende de Desierto particular es la sencillez con la que se sucede la película, no es impuesta, sino natural. Antes de los créditos Daniel se nos ha mostrado como un hombre tosco, brutal que es capaz de agredir a un alumno. Esa toxicidad masculina (que tanto obsesiona al director) se desmorona cuando Daniel se encuentra con otras realidades, y los prejuicios que ha aprehendido como hombre se desprenden como cascotes en una erupción.

En los límites encuentra la película su virtud: la contraposición sur-norte, la masculinidad y la feminidad (o lo que entendemos por ella), el amor y el odio son las pelotas con las que juega Aly para elaborar su tesis, que no es otra que abrazarse a uno mismo.

A veces vengo aquí y me imagino que soy electricidad y que viajo por los cables, dice Sara en un momento de la película. Desierto particular, pese a sus carencias encuentra su punto fuerte en un sentimiento que va más allá de los márgenes, en un amor desbordado y desbordante hacia la celebración de nosotros mismos, y en unos personajes puntiagudos que no dudan en despojarse de su crisálida, dejar atrás los prejuicios y blandir sus alas.

Como diría Rosalía en su canción Saoko: Me contradigo, yo me transformo Soy to’a’ las cosa’, yo me transformo.

Lo mejor: La capacidad de evocación emocional a partir de los personajes.

Lo peor: El tema invade demasiado la trama y tira por tierra parte de la película.

Nota: 7/10