Desde su infancia, Nick Kremm ya mostraba una inclinación innata hacia el séptimo arte. Nacido en 2022 en Grecia, este joven creció rodeado de historias familiares y paisajes que despertaban su imaginación. A tan solo diez años ya comenzó a grabar pequeñas películas e improvisar guiones que, aunque sencillos, dejaban entrever una pasión desbordante por contar historias.
Lo que comenzó como un juego infantil se convirtió, con el tiempo, en el inicio de una prometedora carrera profesional. Hoy, con 22 años, Nick no solo ha dirigido sus propias obras, sino que ha fundado su propia productora y creado el Akida International Film Festival. Un certamen de cortometrajes, con sede en Sevilla, que se ha posicionado en pocos años como un espacio donde jóvenes cineastas de todo el mundo pueden mostrar su talento, conectar con otros profesionales y descubrir nuevas oportunidades.
En esta entrevista, Nick nos habla sobre los desafíos de ser joven en un entorno tan competitivo y reflexiona sobre la importancia de usar el cine como una herramienta de transformación social. Un testimonio que nos demuestra que la juventud puede ser un poderoso motor de innovación en una industria que necesita, más que nunca, nuevas voces y perspectivas.
PREGUNTA: ¿De dónde procede tu pasión por el cine?
NICK KREMM: Podría decir que mi pasión por el cine viene desde hace mucho tiempo. Mientras crecía en Atenas, recuerdo que un día mi padre trajo a casa una videocámara muy antigua, ni siquiera era digital, grababa en film. Desde ese momento, comencé a grabar «películas» con mis amigos del barrio, aunque nunca llegamos a terminarlas, pero siempre hemos tenido ideas. Siempre he sido una persona creativa. No sé si eso se debe a la forma en que me criaron mis padres o si esa creatividad ya estaba en mí incluso antes de nacer. Supongo que el cine siempre fue mi objetivo principal desde pequeño. Nunca consideré realmente otra cosa, aunque haya pasado por diferentes fases a lo largo de mi vida. Grabar todo en video siempre fue lo mío.
Recuerdo que, cuando era niño, me encantaba ir al parque central de mi pueblo con mis amigos y hermanos. Allí solíamos inventar historias ficticias que actuábamos y representábamos mientras jugábamos. Cada uno se asignaba un personaje y teníamos que comportarnos como si realmente fuéramos ese personaje, metiéndonos en su papel por completo. Continuábamos la historia hasta que «llegaba a su fin» o hasta que uno de los personajes, inevitablemente, moría en la trama.
P: ¿Qué influencias o experiencias crees que han marcado tu carrera?
NK: Cuando me mudé a Bergen, Noruega, por un año como estudiante de intercambio, fue un cambio significativo que impactó profundamente mi perspectiva sobre muchas cosas. Claro que ya estaba trabajando en producciones antes de ir allí, pero muchas cosas cambiaron. El nivel de profesionalismo aumentó considerablemente, conocí y trabajé con algunos de los mejores profesionales del país, y tuve la oportunidad de aprender los entresijos de la industria.
Sin embargo, algo que también me marcó profundamente como persona fue cuando llegué a España, un período muy difícil para mí. Estaba completamente solo hasta 2022. Recuerdo que vivía en una casa frente a la escuela, y una noche, mientras escribía una historia, escuché en los bancos frente a mi casa a la mayoría de mi clase divirtiéndose, incluso personas que consideraba mis amigos. Supongo que realmente no lo eran. Me sorprendió y entristeció mucho el hecho de que casi toda la clase estuviera allí, justo frente a mi casa, y que nadie me hubiera dicho nada ni me invitara. Ese momento me marcó profundamente, y fue entonces cuando decidí soltar todo y enfocarme en mi carrera y en mi futuro profesional.
Probablemente, sí, en ese momento, los objetivos que ya he alcanzado comenzaron a formarse como una manera de sanar mis heridas y demostrarle a todos que también tengo valor, que soy capaz de lograr algo significativo.
P: ¿Cuáles son los géneros o temáticas te gustan más?
NK: Bueno, eso es fácil de decir. Honestamente, me encanta el drama social, es algo que me marca profundamente. Siento que puedo identificarme con muchos de ellos. Las películas que he hecho, a pesar de haber explorado también otras cosas como profesional, se centran principalmente en el drama social o el drama romántico.
Ahora quiero experimentar con la producción de documentales, un género que acabo de descubrir que realmente me apasiona. Me parece fascinante poder contar historias reales y capturar momentos auténticos de personas dentro de la sociedad.
P: ¿Crees que haber vivido en diferentes países ha influido en tu forma de entender el cine?
NK: Vivir en diferentes países definitivamente ha afectado la forma en que veo el cine. Cada país tiene maneras distintas de trabajar en esta industria, y eso se refleja en el tipo de cine que producen. He trabajado en dos países dentro de esta industria, así que tengo experiencia con dos tipos diferentes de cine. Sin embargo, el cine varía mucho dependiendo del país. No se puede decir, por ejemplo, que el cine español utiliza las mismas técnicas que el cine estadounidense. En Noruega, por lo que he observado, el entorno es más inclusivo y parece más fácil entrar en el círculo profesional. Pero la realidad es que en Noruega hay menos oportunidades; aunque las pocas que existen tienden a ser más profesionales. En otras palabras, si logras entrar en ese mundo, es más fácil encontrar a alguien con experiencia profesional que en España, que es uno de los grandes centros del cine mundial.
La forma de trabajar en ambos países ha influido en mí de alguna manera. Puedo decir con sinceridad que soy capaz de adaptarme a ambas ideologías, tanto la noruega como la española, dentro del cine. Esto es interesante porque me permite ser mejor director y productor, y me ayuda a comunicarme mejor con las personas, ya que entiendo un poco ambas perspectivas. Si tuviera que elegir, definitivamente optaría por el cine español. Es más «oportunista», en el sentido de que hay muchas más oportunidades y, sinceramente, más recursos económicos disponibles para financiar proyectos. Pero no es solo por el dinero, también tiene que ver con cuántas personas puedes alcanzar con tu trabajo. En España, es muy importante actuar de manera adecuada y promocionar bien tu proyecto para poder seguir avanzando en la industria.
P: ¿Qué te llevó a fundar el Festival Akida? ¿Cuál es tu visión detrás de este proyecto?
NK: Es una historia curiosa. Mientras estaba en Bergen, la vicepresidenta de mi escuela, Maria Jose Sanchez Olsen me ofreció participar como voluntario en el Festival Internacional de Cine de Bergen, el festival de cine más grande de Noruega. Por supuesto, no perdí la oportunidad. Cuando terminé mi trabajo como voluntario en el festival, simplemente me encantó. Fue una experiencia genuina que no pude olvidar: la comunicación con las personas, mis compañeros de equipo, el tiempo pasado en los cines.
Después de eso, decidí que quería crear un festival de cine en mi ciudad, Sevilla. Y así comenzó todo. Lo fui haciendo paso a paso, buscando patrocinadores poco a poco, y finalmente el festival se hizo oficial. Lo curioso es que el festival dio un giro muy grande incluso en su primer año. Al principio, la idea principal era organizar un concurso de cortometrajes y largometrajes locales en Sevilla, pensado para personas muy amateur, con el objetivo de darles una oportunidad. Pero, después de ver la calidad de los cortos que se presentaron en la primera edición, me di cuenta de que el festival estaba destinado a algo mucho más grande.
Hoy en día trabajamos en nombre de la cultura, no solo para proyectar, compartir y conectar obras maestras de la industria internacional, sino también para vincular a profesionales con los jóvenes y ofrecer una experiencia enriquecedora en el mundo profesional.
P: ¿Cómo seleccionas los cortometrajes que participan en el festival? ¿Hay algún criterio especial que sigues?
NK: Es un proceso muy complicado. Cada año se presentan muchísimos cortometrajes. En nuestra segunda edición, recibimos 3.500 cortos provenientes de todas partes del mundo, de los cuales seleccionamos solo 46. Calcular la probabilidad de ser seleccionado nos da un 1.2%, un número asombroso si pensamos que los cineastas se inscriben con poco más del 1% de posibilidades de entrar en la competición.
Nuestro proceso de selección es muy riguroso y cuidadoso. Consta de tres etapas principales, con subetapas, por supuesto. La primera es, como es lógico, la preselección general. Esto significa que, tras revisar los cortometrajes según criterios de calidad de producción, las que cumplen con esos estándares avanzan al siguiente nivel. En esta etapa solo pasan las películas con una producción excelente, lo que, por experiencia, requiere un presupuesto mínimo de al menos 2000 euros para poder lograrlo.
La segunda etapa es la preselección oficial, donde nuestro equipo ve cada corto completo para analizar aspectos como el tema, la historia, más detalles de producción, entre otros. Finalmente, llega la preselección específica, que es la parte más complicada, ya que aquí se eliminan la mayoría de los cortos. Para nosotros es muy importante ofrecer a nuestro público la mejor calidad en el cine internacional de cortometrajes, por lo que damos prioridad a factores como: caras conocidas en las producciones, premios previos, qué distribuidores tienen la película, qué productora la realizó, etc. Por supuesto, todos estos criterios varían según la categoría, pero sigue siendo un proceso muy difícil que toma meses para completarse.
P: ¿Cómo equilibras tu rol como director y productor con la gestión del Festival?
NK: Es muy caótico para mí. En ambos trabajos tengo un papel tan alto que la responsabilidad está rompiendo los límites. Debo ser capaz de estar activo no solo para mi festival, sino para cada una de las producciones que estoy llevando a cabo. Y cuando digo disponible, me refiero a poder incluso dejar lo que estaba haciendo para comenzar una reunión sobre algo completamente diferente. Es muy difícil, y tengo suerte de poder con ello, pero me he preparado para esto.
Últimamente sigo algunas reglas. Cuando estaba empezando, podía trabajar y responder a personas toda la noche. Ahora he establecido un límite: no veo los mensajes de alguien que me escribe fuera de mi horario y no tomo llamadas después de las 20:00. Es muy simple; me preocupo por mi salud mental y física porque son fundamentales para poder seguir adelante con todo. Una persona no puede trabajar todo el día porque, al final, quien pierde eres tú mismo.
Intento organizar cada día con un horario que incluya las tareas que debo completar. Dependiendo de la hora, establezco bloques de tiempo para trabajar en lo que corresponde en ese momento. Por supuesto, cuando todos necesitan algo de mí, incluso información, no puedo controlarlo del todo, pero así es como funciona mi trabajo al final.
P: ¿Qué crees que define a un buen festival de cine?
NK: Para definir qué es un buen festival, primero debemos entender el «¿por qué?». ¿Por qué existen los festivales? En mi opinión, hay dos razones principales: la primera es reunir a un cierto grupo de público en torno a un tipo específico de cine. Así como la gente va al cine, también irá al festival para disfrutar de las películas seleccionadas que representan la esencia del evento y para compartir momentos con los cineastas detrás de cada obra. La segunda, y más importante razón, es que un festival debe ser una plataforma para conexiones profesionales y networking. Cuando un festival no ofrece un espacio adecuado para que los profesionales de la industria se conecten, o limita el acceso a esta, entonces algo no se está haciendo bien.
Un ejemplo muy claro de esto es el South Series International Festival. Tienen un presupuesto de más de dos millones de euros, son sofisticados y visualmente atractivos, pero no son un festival en el verdadero sentido de la palabra. Tengo una crítica directa hacia ellos porque se venden como un festival, pero, en primer lugar, no ofrecen una plataforma profesional para la industria, y en segundo lugar, restringen el acceso de los profesionales a dicha industria. Mi experiencia durante esa semana, como profesional acreditado, fue muy negativa: el personal fue hostil y agresivo tanto conmigo como con mi equipo, y con otros profesionales, impidiendo cualquier posibilidad de establecer contactos dentro del evento. No son un festival, son un espectáculo de premios dirigido exclusivamente a sus invitados que además solo son los que les benefician.
En marcado contraste con South, está el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Mis colegas y yo tuvimos una experiencia maravillosa conociendo personas, gracias a un equipo amable y respetuoso que daba libertad y comprendía claramente la importancia del networking.
P: ¿Cómo planeas seguir mejorando el Festival Akida? ¿Qué impacto esperas que tenga en la comunidad cinematográfica andaluza?
NK: Akida es un festival de cine joven y reciente. Aún tiene un largo camino por delante. Todo el equipo de administración tiene grandes esperanzas porque podemos notar el progreso que estamos logrando cada año. Creo que, para seguir mejorando, necesitamos consistencia y pasión por el evento. Al final, si los organizadores no sienten pasión por su propio evento, entonces nadie lo hará.
Queremos crear un evento en Sevilla que la gente valore, del que aprenda y a través del cual acepte a la industria del cortometraje. Es muy importante que los cortometrajes también sean reconocidos como una forma de arte cinematográfico. Detrás de cualquier tipo de producción hay todo un equipo de personas, y, mientras hablaba con mucha gente, escuché comentarios como que los cortometrajes son solo para cineastas que no pueden triunfar en la «verdadera» industria del cine. Pero eso es absolutamente incorrecto.
Queremos mantener viva la pasión por el cine de cortometrajes y continuaremos haciéndolo hasta que llegue el momento de decir: «Bien, hemos alcanzado nuestro objetivo». Una vez alcanzado ese objetivo, el festival podrá funcionar por sí mismo de manera natural.
P: ¿Cómo percibes la escena cinematográfica en España, particularmente para los jóvenes creadores?
NK: La industria del cine es muy dura en todos los países. Puedo hablar definitivamente en nombre de la juventud, porque soy parte de ella, y decir que el cine es algo que, si no es imposible, es muy difícil de alcanzar para nosotros. Creo que el cine existe para transmitir problemas sociales y mostrar diferentes tipos de historias, pero mi pregunta siempre es: ¿Cómo vamos a mostrarle al mundo una historia nueva y fresca si los jóvenes no tienen ninguna oportunidad a crearla? No hay becas, no hay financiación, no hay apoyo para la juventud. Las instituciones dicen que los jóvenes no tienen ni el nombre ni la experiencia para hacer algo bueno, pero yo digo: Si los jóvenes tuvieran los recursos y el dinero para hacer lo que hacen los directores de 50 años, los jóvenes lo harían incluso mejor. Porque tenemos este espíritu emergente; tenemos el espíritu de lo nuevo, de lo experimental, de la realidad de cómo es el mundo actual. Personalmente, estoy cansado de ver a directores mayores hablando sobre cómo es la sociedad actual, cuando han vivido en un siglo diferente. Puede sonar controvertido lo que estoy diciendo, pero es la verdad. Las instituciones, el gobierno, las productoras: si quieren algo mejor, algo nuevo, deberían invertir en la juventud.
P: ¿Qué desafíos has enfrentado al ser tan joven en una industria tan competitiva?
NK: Para mí, ha sido más difícil emocionalmente que en términos prácticos. Pasé por muchas cosas a una edad en la que no debería haber tenido que hacerlo. Experimenté depresión, incluso llegué a tener momentos en los que pensé en hacerme daño para no seguir viviendo. Lloro una vez cada dos semanas por los problemas emocionales que he tenido en esta industria. He vivido momentos en los que me detenía y pensaba demasiado, cuestionándome si lo estaba haciendo bien o si era suficiente para sobrevivir en el futuro. Como alguien que ha cambiado tantas veces de lugar, mi estabilidad emocional nunca estuvo equilibrada. Probablemente eso tuvo un impacto en mi trabajo como director de festivales, pero aún es algo que no me deja dormir algunas noches.
La juventud de hoy, especialmente en estos tiempos, está atravesando momentos muy difíciles para decidir emocionalmente qué nos hace felices. Es triste pensar que se nos percibe como perezosos o como los que siempre están hablando de sus problemas emocionales. Es esencial, absolutamente esencial, ser humanos primero y dejar a un lado el negocio, el trabajo y el comportamiento robótico. Porque somos el futuro, somos quienes lo estamos construyendo y quienes estaremos completamente a cargo de él.
La industria del cine es una industria hecha para los fuertes. Poco a poco estamos avanzando, a medida que se nos presentan más formas de entrar en ella. Pero el punto es humanizar la industria, brindar oportunidades y, lo más importante, apoyarnos, ayudarnos y comprendernos mutuamente.
P: ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
NK: Mis compañeros y yo estamos involucrados en muchos proyectos emocionantes en este momento. Uno de los que más me entusiasma compartir, además del Festival Internacional de Cine Akida 2025, es un largometraje documental que estoy produciendo y codirigiendo. Este documental trata sobre la inmigración de África a España, un tema sumamente sensible pero crucial en nuestra época. Con este proyecto, buscamos enseñar la cruda realidad de los inmigrantes que llegan a España: las dificultades, la vida cotidiana, el viaje y mucho más, con el propósito de generar conciencia sobre esta problemática.
Mi conexión con África es profunda, ya que mi querida pareja, Neveen Hisham, es originaria de Egipto. Egipto es un lugar tan especial para mí que lo siento como mi hogar, y actualmente estoy considerando llevar a cabo algunos proyectos allí. Todo esto está enraizado en mi fuerte compromiso con los valores humanos. Siempre he apoyado y seguiré apoyando los derechos humanos, la igualdad y el respeto hacia cada cultura, ideología y persona. Entiendo que mi opinión no tiene que ser respetada por todos, pero mantendré firmes mis valores, independientemente de las circunstancias.
Este documental será algo muy especial para mí, tanto en términos morales como artísticos. Sentiré que estoy haciendo mi parte como ser humano al intentar ayudar a una comunidad en Europa que, en este momento, sufre discriminación y ataques racistas. Probablemente, tanto yo como el equipo de producción compartiremos más detalles en el futuro para anunciar el inicio del rodaje en Sevilla y Huelva.
P: ¿Qué consejo darías a otros jóvenes que sueñan con entrar en el mundo del cine?
NK: Una cosa muy importante, si no la más importante, que diría a los jóvenes que comienzan en la industria del cine es: luchen, una y otra vez, una y otra vez. Y sigan trabajando duro por lo que desean y sueñan. Sin ellos, no hay sueños que puedan realizarse. Mantengamos la esperanza, fijemos una meta en nuestra mente y luchemos por ella como si nuestra vida dependiera de esa lucha; porque, al final, nuestra vida realmente depende de ello. La vida es una guerra que debe ser ganada, pero está compuesta de muchas batallas. Perdemos una batalla, pero ganamos cuarenta. Es fundamental no rendirse bajo ninguna circunstancia. Luchen, luchen, luchen.