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Michelle Roche Rodriguez

Michelle Roche: «‘Malasangre’ se ambienta en el pasado, pero también en el presente.»

Dentro del marco de Rodando Páginas 2021, se han presentado un total de diez obras literarias ante medios y profesionales del audiovisual español bajo la propuesta de ser adaptadas. Una de ellas ha sido Malasangre (Ed. Anagrama), de la escritora y periodista venezolana Michelle Roche Rodríguez (Caracas, 1979).

Malasangre es una novela que aúna drama, historia, terror, y feminismo a partes iguales. Que nos embarca en un viaje hacia la Latinoamérica de principios de siglo. Que refleja, a través de la represión que sufre una joven con un extraño trastorno hematológico, una sociedad machista y patriarcal donde la mujer acaba siendo menospreciada, o bien su papel queda relegado a un segundo plano.

Hablamos con Michelle Roche sobre el proceso de investigación que llevó a cabo para escribir su libro, sobre las ideas que le empujaron contar esta historia, y sobre el futuro que puede depararle como serie o película.

PREGUNTA: ¿Cuál fue el motivante para escribir Malasangre?

RESPUESTA: Malasangre no nació, bajo ningún concepto, como una novela fantástica o gótica. De hecho, creo, que nada de lo que escribo se adscribe a estos géneros, aunque luego, con los cambios, borradores y reescrituras, pueda coquetear con ellos.

No hago un fantástico al uso, tradicional. En Malasangre se revierte un poco el mito del vampiro. Prefiero hablar de registro mítico más que de literatura fantástica, porque creo que es el mito lo que convoca todo. Creo que todo el mundo alguna vez se ha sentido vampirizado por algo o alguien, eso es lo que hace universal al mito del vampiro. El resto son metáforas, símbolos, adornos, con los que queremos contar una idea puntual. Pero lo que está en el centro del mito es esa sensación.

En base a esto, yo tenía la idea de una chica que quería revelarse contra sus padres porque estos le prohibían estudiar y le decían que lo más importante para una mujer no es el conocimiento, sino el casarse. Los venezolanos utilizamos la palabra rabia como sinónimo de ira o furia. Y esta chica, como quería seguir estudiando, siempre la imaginé como muriendo de rabia por ello.

Ahora, cuando me di cuenta que tenía que buscar una época en la historia de mi país en el que pasara esto, pensé en los años veinte. Fue una época de gran impacto socioeconómico, con la aparición de elites asociadas a la explotación petrolera, fortalecedoras de un gobierno autoritario. Aquí es donde aparece la figura del dictador, Juan Vicente Gómez, ya de por si un personaje terrorífico real, y, por otro lado, la reflexión sobre el tipo de furia animal que sentía esta mujer. Se me ocurrió que podía ser una suerte de licántropo. Pero yo de licantropía se poco, de lo sí sé es de vampirismo, porque desde pequeña he sido lectora de clásicos de terror. Así elaboré el extracto simbólico de la novela.

P: Malasangre ha debido de tener una intensa labor de investigación y escritura para sacarla adelante, ¿no?

R: Absolutamente. Yo defino Malasangre como una novela de formación histórica con tintes góticos. La dificultad principal de una novela histórica es hacer pensar a los personajes como personas de aquella época que trata. Por lo que la investigación de este periodo me llevo mucho tiempo. Yo necesitaba que lo único fantástico de la novela fueran algunos rasgos de la protagonista. Dentro del libro, hay sucesos que ocurrieron realmente, como el asesinato de Juan Crisóstomo Gómez, hermano del dictador, o la visita de un infante español…Hay incluso un personaje, que es mitad leyenda mitad histórico, que aparece en crónicas de la época y revistas culturales, Vito Modesto Franklin, que cumple la función de mentor en la novela. Fue una de las primeras figuras queer de la cultura venezolana, pero no se sabe si existió de verdad.

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Michelle Roche, posando junto a un ejemplar de ‘Malasangre’ (Foto: El placer de la lectura)

P: ¿Qué obras, autores ha tenido de referencia a la hora de hacer este libro?

R: Malasangre tiene conexiones con las novelas de dictador, un género que se ha hecho en España a partir de Tirano Banderas, de Valle Inclán, pero que en Latinoamérica ha tenido también representantes. En este tipo de novelas, el personaje femenino son esposas, o bien prostitutas. Y en este caso la protagonista evoluciona a una vamp, de alguna manera, una prostituta, porque acaba vendido su cuerpo a hombres mayores como una herramienta para su liberación política, social y personal. Yo lo que propongo es ver una época, una dictadura, a partir de sus víctimas, en este caso, una mujer.

P: El libro tiene una fuerte carga feminista, ¿Qué mensaje pretender dar a las mujeres o cualquier persona que lea la novela?

R: En los años veinte, la gran lucha feminista era el sufragismo. Este concepto de vamp es una creación del patriciado de la época. Yo no tuve que forzar nada, al crear el personaje de Diana tenía que referirme al modelo de mujer de la época y los discursos contrarios. Emergió esto de la vampira, comenzó a verse la vamp como sinónimo de libertad, y eso es lo que a mí me permite trazar el camino de Diana. Es evidente que la sociedad a la que ella se enfrenta tiene dos grandes antagonistas, sus padres y la sociedad militarista, como símbolo más perfecto de una sociedad patriarcal. Es una novela que se escribe ambientada en el pasado pero también en el presente.

P: ¿Qué expectativas tiene con ‘Rodando Paginas’? ¿Cree que su libro será bien recibido?

R: Tengo los dedos cruzados. Ojalá pase eso. Tengo un montón de material y fichas de personajes con lo que trabajar una versión audiovisual de Malasangre puede ser muy interesante y entretenido. Ese trabajo de investigación, ese material, es perfecto para el discurso audiovisual. Además, Malasangre está escrita de una manera muy gráfica. La escena culminante está imaginada como una película de aquella época, como si estuviesen pasando imágenes una tras otra.

Sin embargo, cine y literatura son dos registros totalmente distintos. Dos formas distintas de arte. Si algún día Malasangre pasa a un formato audiovisual, yo tengo muy claro que no va a quedar igual ambas cosas. El lenguaje de la novela fue otra arista del trabajo donde me afinqué, eso no se puede pasar a película, está narrada desde primera persona. Hay muchas cosas que no van a pasar exactamente igual, sin embargo, creo que puede ser un ejercicio bastante interesante ampliar ciertas cosas dentro del registro audiovisual.

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«True Blood me enseño que cada narrativa sobre el vampirismo pone sus propias reglas.»

P: ¿Cuál considera el mejor formato para adaptar un libro, cine o televisión?

R: Las dos, la verdad es que me da igual. Lo que me gustaría es estar cerca del proceso de adaptación por este asunto de la investigación. No voy a molestar. Entiendo que cada creador tiene su forma de ver y yo soy un tipo de escritora a la que no le gusta que nadie intervenga en su trabajo.

P: ¿Está trabajando en otra novela?

R: Ahora estoy trabajando en dos cosas, por una parte, una novela histórica, ambientada en otra dictadura, en este caso totalmente distinta, desarrollista, en los años cincuenta. Es la historia de una mujer que abandona a su marido en mitad de un Golpe de Estado. Tengo para ello que hacer una investigación más profunda. Y luego, estoy tratando de cerrar ahora una colección de cuentos.

P: Una película que recomiende, esté basada en un libro o no.

R: Veo de todo, lo único que no veo, porque me aburren un poco más, son las comedias. Yo soy cinéfila, pero me encantan las series. Así que, ya que estamos hablando de Malasangre, pues te digo True Blood. True Blood me enseño que cada narrativa sobre el vampirismo pone sus propias reglas. Algo muy bueno que tiene libro original es el concepto de la sangre sintética, que es lo que causa el desbarajuste en ese mundo. En Malasangre, la regla es que el vampirismo es una enfermedad, la hematofagia, pero que esta definida por la lujuria.